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18 de agosto de 2010
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Polvos de Venus, antología de cuentos

Eligio Coronado

 

corimgLos jóvenes escritores sueles ser impacientes e impetuosos, pero también muy prolíficos. De todo hacen un texto con la prestidigitación de un mago. Para su pluma no hay imposibles. Una vez que eligen un tema, no lo sueltan sino hasta que lo estructuran sobre la página.

 

En Polvos de Venus*, nueve autores dan treinta y nueve buenos ejemplos de esto: un chico fantasea con el sudor dejado en el asiento de un camión por una chica (Laura Fernández, p. 27), un edificio ama a otro edificio y cuando éste es demolido, aquél muere (Javier Romo, p. 88-90), en el velorio de su compadre, un hombre enumera a todas las amantes del difunto que van llegando (Adrián Pérez, p. 56-57).

 

¿Hay temas tabú para estos jóvenes? Definitivamente no, aunque sí hay cierta preferencia por su entorno emocional, como el amor y el sexo, pero su pluma transita audazmente por todos los territorios de la imaginación: un chico gay le cuenta a su novio cuánto envidiaba a su hermana  (Monserrat Rodríguez, p. 76-79), una niña de pelo largo platica cómo se va deteriorando la salud de su mamá, hasta que muere y ya no puede peinarla (Eduardo Benítez Tamez, p. 13-14), un joven le informa a su esposa que se dedicará a la literatura y ella lo abandona (Erick Pérez, p. 64-65).

 

¿Y cómo es el lenguaje de estos autores? Es el lenguaje de uso común, el aprendido en la vida diaria, el que sacamos de la bolsa para intercambiar saludos: “Aún no se ganaban el título de amantes y no querían esperar más tiempo para obtenerlo” (Tanya Ventura: Cóncavo y convexo, p. 94), “se fue dejándola con las manos juntas en lo que parecía la escena de una dolorosa oración” (Homero Leal: Tardes de verano, p. 39), “Cici se quedó fría como un misil entre las nubes. Caviló y estalló como si estuviera en la peor de las guerras” (María Isadora Montelongo: Con todo respeto, p. 50).  

 

Al concluir la lectura, nos quedamos con el sabor de otras historias incitantes: un amigo le pide a otro que le consiga una chica para su fiesta de graduación y éste le consigue una prostituta (Homero Leal, p. 36-38), una pluma le reprocha a su dueño que no escriba (Javier Romo, p. 82-83), un hombre se lamenta de que, después de dos embarazos, su mujer ya no sea tan ardiente (Eduardo Benítez Tamez, p. 12).

 

Sí, los autores jóvenes son muy prolíficos y es precisamente en esa etapa cuando comienzan a forjarse un estilo y plasmar las primeras páginas importantes de lo que será su obra literaria.

 

Varios autores. Polvos de Venus. Antología de Cuentos. Monterrey, N.L.: La Naranja Editores, 2010. 98 pp.

 

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