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| 630 22 septiembre 2010 |
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El hombre bueno
El hombre bueno y otros relatos de Santa Rosalía y Comales* es uno de estos casos. Da la impresión de que su autor (Hernán Solís Garza, Santa Rosalía, Camargo, Tamps., 1933-Monterrey, N.L., 2010) fue deshojando la rama pacientemente y luego publicó cada hoja como texto individual, aunque sabía que los nexos originarios los hermanaban. El simple hecho de que su pueblo natal (Santa Rosalía) se halle ahora bajo el agua (por culpa de la Presa del Azúcar o “Marte R. Gómez”, inaugurada en 1945), le otorga cierto aire cautivante a la mitología del autor, pues no sabemos si estos textos son reales o provienen de la nostalgia. Lo que motiva la siguiente pregunta: ¿cuándo surge la literatura? ¿Surge cuando la escribimos o cuando integramos en nuestra memoria todos los elementos que finalmente la compondrán o, tal vez, se origina cuando los hechos que la sustentan se generan en la realidad y luego esperan el tiempo que sea necesario para que aparezca la mente que los procese y posteriormente los escriba? La serie de personajes que deambulan por las historias de El hombre bueno… son bastante convincentes: el niño Francisco Cienfuegos (alter ego del autor y usualmente el hilo conductor), su hermano muerto en la infancia (voz narrativa intermitente desde el más allá), Ramón Cienfuegos (padre de Francisco, delegado de Santa Rosalía y poeta), Ambrosio Garza Cienfuegos (coronel que declara la guerra a los Estados Unidos; tío de Ramón Cienfuegos; pretendiente de Fina Rentería), las Urracas Rentería (Fina y Josefa, hermanas de Liborio, el Urraco menor, e hijas del pistolero Liborio Rentería), Liborio Rentería, el Urraco menor (se roba a María Guadalupe Guerra, hija putativa de don Benigno; muere a manos de Rodolfo del Fierro, su padrino, por órdenes del ingeniero De los Santos, presidente municipal de Camargo), María Guadalupe Guerra (después de que se la roba Liborio, regresa al pueblo siendo virgen y se va a trabajar a la casa de citas La Divina Concepción en Camargo -casa que había pertenecido a su madre Concha- y se convierte en La Lupona), los hermanos del Fierro (Rodolfo y José, gatilleros a sueldo, como Liborio Rentería padre y José Conrado Amaneceres, quienes se matan entre sí) y otros personajes menores como don Benigno (un ahijado lo mata para hacer llover), el ingeniero De los Santos (edil de Camargo que, como buen político, intenta imponer a su achichincle, Pedro García el Chico, como nuevo delegado de Santa Rosalía, sucediendo a Ramón Cienfuegos; contrata a los hermanos del Fierro para matar a Liborio Rentería, el Urraco menor; es asesinado por Rafael Meneses), Refugio de los Santos (nótese la metáfora religiosa; cura y manager de dos equipos de beisbol de Camargo; es amante de La Lupona, al menos por una noche), Rafael Meneses (comandante de policía de Camargo; mata a su jefe, el ingeniero De los Santos, harto de sus desmanes; le aplican la ley fuga) y Soledad la Viuda (la rica del pueblo que, a la muerte de su esposo, Valente Barrera, pide que cubran los espejos, cierren puertas y ventanas; luego tira la ropa negra, despide a los criados, se venda los ojos, no habla con nadie ni recibe visitas; veinte años después, cuando el pueblo va a ser inundado por la presa, se suicida, para no irse a la nueva Santa Rosalía; su fortuna termina en poder del ingeniero De los Santos y de Pedro García el Chico). Al término de su lectura, los límites de estos veinte cuentos se han borrado y sólo permanece en la memoria un bloque de una sola textura que los agrupa como si se tratara de un enorme mural. Hernán Solís Garza. El hombre bueno y otros relatos de Santa Rosalía y Comales. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2010. 138 pp. (Colec. Narrativa.)
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Los cuentos de ambiente, personajes, temática y ubicación similares o, dicho de otro modo, que reflejan un microcosmos en el que los protagonistas se repiten e interactúan como familiares, amigos, enemigos, vecinos y conocidos que son, tienden a integrarse en un relato de caracteres novelescos.
