630 22 septiembre 2010 |
Rhyme & Reason Rhyme & Reason es una narración sobre los efectos duros de la consolidación de la identidad de una lesbiana joven. Claudia de Samos, su protagonista, repasa en esta novela testimonial la decepción de las expectativas económicas y educativas de su crianza clasemediera, el encuentro con lo femenino y lo no tan femenino que son, sin embargo, partes intrínsecas de ser mujer, y además nos cuenta su vivencia del amor del bueno. Lo de las dos femineidades lo digo por un comentario que leí en una entrevista a Criseida, en donde decía que no le creían que la voz narrativa fuera de una mujer. Pues en el mar de encuentros que se pueden tener con un texto, yo como lectora, no sentí esa extrañeza. Claudia podría parecer dura, masculina, pero nada de lo que manifestaba es ajeno a ser mujer. La crítica a la voz narrativa no es más que una autocensura de la sensibilidad femenina, o de las expectativas de la sensibilidad femenina, que no admite como propia la lujuria vana, la desazón, la insensibilidad y el hastío que pueden caber aún dentro de la más amorosa y profunda relación humana. Son elementos que generalmente se quieren retratar como amenazantes, pero no lo son; son reales, cotidianos, existen. Cuando leí la novela, la leí de principio a fin en dos sentadas. El estilo de Criseida es sumamente amable y candoroso, inclusive en las partes donde la protagonista de la historia se ve más entrampada en su narcisismo. El lector está como sentado en una cantina tomándose unos tragos de alcohol (en mi mente un mezcal o un tequila) en la estimable compañía de alguien que le cuenta, casi por necesidad, de qué manera fue que llegó a tal punto de quiebre. La novela es franca y fluye para entretener con la historia, que es sencilla: Claudia está lidiando con la vida en pareja, y su mujer, Felicia, está embarazada de gemelos. Ambas están desempleadas y viviendo en la triste casa de los papás de Felicia. Claudia vacila entre la autocompasión y la valentía durante la trama. No hay mucho más que eso como pretensión expresa. Es inclusive, en momentos, una narración trovadoresca, contextualizada en esta época con los elementos propios de la narrativa popular del rap, como el freestyling y el flow. La música de rap, la ranchera, el post punk autodespreciativo de los Smiths, va hilándose entre la historia como pequeños entreactos y acompañamientos que evidencian también la visión humorística que tiene la protagonista de su propia historia, la cual ralla a veces en la tonalidad de lo sublime que colinda con lo ridículo. Finalmente así están caracterizados el amor y las relaciones amorosas en la fantasía de la protagonista. Sí hay un guiño más concreto al sampleo, a la elección arbitraria, pero no tan arbitraria, del rap y el hip hop de fragmentos de rolas a las que se homenajean, por su ritmo, por la calidad de sus rimas o porque le dicen algo a la autora. De esta forma se evidencia otra dimensión de Claudia de Samos y revela su ensoñación, la que va más allá de las expectativas económicas, románticas y más explícitas de la historia, una que parece trascender las categorías sociales, sobre todo las categorías de lo femenino, que nunca parecen describir a la protagonista del todo. La cadencia de la historia es un elemento literario que muestra la actitud que tiene la protagonista sobre su vida. No que la vida de Claudia sea cadenciosa, sino que la sucesión de eventos que desencadenan la elocución le aparecen con cierto ritmo a Claudia, en el momento que los está relatando. La imaginación los está estetizando así y esto nos dice mucho de las formas en las que relatamos cierto tipo de historias. Ahora quiero hablar sobre cómo encaja la novela en el marco de este hermoso programa de rehabilitación cultural “Creando Climas favorables para la Prevención del VIH / SIDA”, al que Mariaurora Mota me hizo el enorme honor de invitar a participar. El programa es una intervención oportuna, dentro del mar de repeticiones de estribillos violentos que son consecuencia de una sociedad desencajada de sí misma, que oportunamente discrimina y se esconde de aquello que la hace humana y que quiere revestir de enormes etiquetas como peligroso o siniestro. Si bien, lo raro se confronta con la norma, en las exigencias de la norma la protagonista de Rhyme&Reason reconoce un vacío para ella. Este hueco tiene sentido a veces (sobre todo cuando vuelve sobre el amor que le tiene a Felicia y los obstáculos que tienen que superar) y a veces no. En esencia, la necesidad de contar la historia dentro de la novela estalla en el momento en el que la identidad del amor de Claudia y Felicia se encarna en el enorme compromiso de la maternidad. Hablo de maternidad, no porque la vida de las mujeres naturalmente deba progresar hacia esta etapa, sino porque la maternidad es también creación, y la construcción de una relación y de la tentativa de la permanencia de ésta ante la sociedad. La identidad de una relación -o para el caso, de una persona- no es una cuestión tangible y que se exprese de un solo golpe, sino que se tiene que ir viendo, en signos, en el vestir, en el hablar, en la adopción de gestos y actitudes propias de un discurso. La relación de la protagonista con su mujer, es una tentativa cuando se conocen durante la preparatoria, pero con el paso del tiempo y las decisiones de ambas, se concreta, y el vínculo de la maternidad dejaría en claro de una buena vez hacia afuera, que son una pareja y que un amor como el de ellas existe. En ese momento se muestra diáfana la alienación: tener una maestría y no ser contratada por el Tecnológico de Monterrey, tener padres y no ser acogida por ellos en los momentos más duros y delicados de la vida, estar al inicio de la vida y vivir en un cuchitril, haber sido bien educada y no tener dinero. Claudia abunda en su testimonio sobre cómo fue descubriendo su amor por Felicia y cómo se supo y se asumió lesbiana. ¿Por qué contar esa historia? Porque la marginalización de las expresiones y orientaciones sexuales es el producto de una forma de mostrar poder y el rechazo hacia elementos de la vida humana que tienen la capacidad de producir grandes vacilaciones respecto a los esquemas, ideas, creencias que teníamos como ciertas e inamovibles. Las rimas, el ritmo y el flujo de la novela, son de cierta forma la confrontación del estatismo de los cánones sociales, el canon de género, los cánones literarios e inclusive el canon de algo que se cree tan absolutamente universal como el amor. La vida tiene una estructura que se escapa muy seguido de lo que se dice en torno a estos temas. Evidentemente la alienación se vive, y en la novela Claudia la experimenta tanto evadiéndose en la fantasía del amor de Jorge Negrete y Gloria Marín, como en la casa de Nogalar, con los perros hediondos y la humedad de las recámaras. Estas dos facetas de la marginación dejan claro que el compromiso con uno mismo y con lo que desea pasa por el juicio del otro, el cual puede ser implacable y arrinconarnos en esquinas fétidas y desagradables. “Creando Climas Favorables para la Prevención del VIH/SIDA” es precisamente un esfuerzo por cuestionar el juicio del Otro y decirle que está obstaculizando la labor tenaz de prevención y tratamiento adecuado de una enfermedad incurable que devasta al cuerpo humano, pero que también lacera socialmente al individuo que ya sufre. Para explicarnos un poco de dónde viene esta condena, recordemos la idea que expone Michel Foucault (quien a su vez fue de los primeros personajes públicos en morir a causa de complicaciones de SIDA) en el primer volumen de su Historia de la sexualidad: la sexualidad humana se ha vuelto un foco de control social, pues los gobiernos y las instituciones como la iglesia han perdido las esferas de dominio que tenían antes de la revolución industrial del siglo XIX. A partir de la reconfiguración de los modos de obtención de los capitales, cualquiera puede tener dinero, cualquiera puede tener derechos, la moral no tiene que ser religiosa, el derecho a la igualdad queda consolidado en las constituciones de los países liberales; entonces, ¿cómo se puede en un mundo como éste, como autoridad, controlar a esta vorágine social, post-revolucionaria? El sexo es la esfera que aún pertenecía a la vida privada y a la intimidad sagrada de las personas. Y por eso el sexo se vuelve de lo que todo mundo habla y del tema que cada quien esconde algo. Lo que es aceptable que se diga, en este terreno, está dicho, establecido, y lo que se debe esconder también permanece tras bambalinas. Cuando se habla de lo que se ha escondido, es cuando comienzan los problemas. Es ahí donde entra la alquimia de Criseida. El rap como género se aboca a decir aquello que sucede de manera frontal, con el recurso del ritmo, independientemente de que sea aceptable o no. Se alimenta de escenas de la vida de las personas, a veces de una manera más socialmente consciente que otras, y es por este medio que se pueden comenzar a decir aquello que no podía decirse de otra forma, como la historia de Claudia de Samos.
Santos Guevara, Criseida. Rhyme & Reason, Editorial Tierra Adentro, México, 2008.
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