630 22 septiembre 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Diario de Juárez somos todos “Difficile d'être journaliste au Mexique”. (Lo difícil de ser periodista en México). Así tituló el diario L’Express, en su edición del martes 20 de septiembre, un despacho especial desde México. El editorial en el que El Diario de Juárez expresa la derrota de la prensa nacional, toda, y de la sociedad mexicana en su conjunto, ante el acoso de los poderes fácticos del crimen organizado y el narcotráfico. La solicitud de tregua a los cárteles de la mafia y sus sicarios es un clamor general. No es sólo de un periódico dramáticamente lastimado por los asesinatos de sus reporteros, sino de todos los medios de información tanto impresos como electrónicos. Es más, es el grito de angustia de los padres de familia que han perdido un hijo en los fuegos cruzados del combate al crimen organizado (o por errores garrafales de militares inconscientes, que se han dejado manipular por esa neurosis de tirarle a todo lo que se mueva) que, como lo ha reconocido el mismo presidente Felipe Calderón Hinojosa, no fue diagnosticado antes de ser llevado a la práctica. Es el grito de angustia de todos los mexicanos expuestos a la violencia, a la extorsión, al secuestro, a la muerte, una vez dado un paso fuera de casa, e incluso en la propia casa. Quien no entienda el mensaje del editorial del Diario de Juárez no entiende nada. Ni entiende al país, ni a la sociedad, ni a las identidades que integran, que le dan vida a estas palabras sin sentido. No entienden ni Estado, ni Soberanía, ni Democracia, ni Independencia, ni “Revolución” (Revolución fracasada, interrumpida). Pedirle a los mexicanos expuestos que no pacten con los criminales es rechazar, por decir algo, que los familiares de Diego Fernández de Cevallos, a 131 días secuestrado por quién sabe quién, negocien su liberación. Si las víctimas de la acción de los sicarios negocian, pactan, o lo que sea con los criminales, es porque no pueden arrimarse a otro árbol. Es como un ciudadano común que sufre un accidente de tránsito en ciudad de México. Sufre la pérdida total de su vehículo; tiene que pagar el deducible del seguro, la grúa que trasporta los desechos y todavía tiene que pagar una cantidad de dinero exorbitante a los policías del Gobierno del Distrito Federal por los “daños” causados a la ciudad. No tiene ninguna protección. El ciudadano tiene que negociar con los policías, y estos policías de la ciudad de México son fiel reflejo de las bandas del crimen organizado, y peor, porque en vez de proteger a los ciudadanos los esquilman, los roban, los transan, porque, “jefe, tenemos que repartir entre nosotros y con el director del sector”. Y dónde queda la democracia. Llamémosle democracia. En los hechos, sólo es democracia representativa. No Democracia con mayúscula, que implica que el patrón son los ciudadanos y los empleados son los que fueron elegidos para servirlos, para protegerlos, para hacer lo que decidan quienes los eligieron. Libertad de expresión supone Democracia con mayúsculas. Lo cotidiano es la censura o la autocensura por aquello de que “hay que medirle el agua a los tamales”. No se vayan a afectar los intereses del gobernador. Y en el caso que nos tiene “choqueados”, afectar los intereses de los barones del crimen organizado y el narcotráfico. Que los asesinatos de periodistas no están ligados con el ejercicio de la libertad de expresión, que son por otros motivos. Esto, primero tiene que probarse. Y no hay pruebas de nada. El hecho es que, en el caso de la prensa, ya llevamos 14 asesinatos en este año de 2010. El hecho de que sean reporteros quiere decir mucho. El hecho de que hayan sido asesinados en el contexto de la violencia criminal arreciada, coincidente (quiero dar el beneficio de la duda) con la el combate por la seguridad pública, es muy grave, estén o no estén los asesinatos relacionados con la libertad de expresión. El mismo subdirector editorial de El Diario de Juárez, Pedro Torres, ha aclarado el sentido y la intención del ya conocido mundialmente Editorial. “…lo que quisimos provocar fueron reacciones, estrujar conciencias, a ver de qué manera quienes tengan la posibilidad de hacer algo para que las cosas cambien en Juárez reaccionaran de manera positiva...”. La desgracia del Diario de Juárez es la desgracia de la prensa mexicana, pero aún más. Es la desgracia de este México absurdamente involucrado en un conflicto criminal que aborta sangre, muerte, dolor, sicosis, paranoia, neurosis en todo el territorio de la Federación mexicana. Y esto hay que pararlo. ¿Cómo? Ahora sí, contrario a lo que no se hizo antes de declarar la guerra al crimen organizado, hay que pensar serenamente, imaginar los modos, las maneras, las tácticas, la estrategia para detener la ola de asesinatos. Va de por medio la seguridad de la Patria, la cual es nación con todas las relaciones afectivas que implica. “Difficile d'être journaliste au Mexique”. Claro que es difícil, como está el estado de cosas, trabajar de periodista, de reportero, en este país que lleva la marca mundial de asesinatos de periodistas, pero cuyo saldo mortal de 29,000 asesinatos relacionados con el crimen organizado y el narcotráfico rebasa la imaginación guerrera de los halcones del Imperio estadounidense. Ni en Irak, ni en Afganistán, dos guerras idiotas, ha habido tanta sevicia, tanta saña, tanto desprecio por la vida. Y ya no hablemos ni de libertad de expresión, ni de democracia representativa. Hablemos del respeto que merece la Vida. analisisafondo@cablevision.net.mx Para compartir, enviar o imprimir este texto, pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
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