634 28 septiembre 2010 |
La educación es un desastre Mientras el país cada vez se ve más atrapado por las redes de la publicidad y las televisoras contando con la aquiescencia y participación de las propias autoridades presas de una cultura de la imagen; la campaña de un presidente cuyo sexenio gubernamental terminó desde su tercer año de gobierno, y en medio de la desgracia tanto por los desastres naturales que se han ensañado contra la población de muchos estados del país y la inseguridad social que se vive, México carece de una alternativa viable, seria y responsable, que garantice un mejor futuro. Atender lo inmediato, a como se pueda, con tal de seguir en el puesto, se ha vuelto la característica de quienes deben gobernar. Pareciera que México es víctima de los jinetes del apocalipsis, quién sabe cuántos serán ya, pero en el caso de la educación esto se confirma, cuando un senador señala: “El país vive un desastre educativo, desastre, que significa desgracia, es la palabra que mejor define la situación que actualmente vive el país, así lo demuestran todos los estudios que se han hecho al respecto, como el último del PNUD”. En esos términos y con más argumentos, el lunes 20 del presente, el senador Ricardo Monreal Ávila, se dirigió a Alfonso Lujambio, titular de la SEP, en su comparecencia con motivo del informe presidencial, quien en vez de responder, continuó con las cifras alegres de los gastos de la ceremonia del grito por el bicentenario y sus ambiciones personales desatendiendo al sistema educativo público que en vez de preparar los alumnos para competir en un mundo globalizado, lo conduce al rezago. Por más que los resultados sean alarmantes, lo más grave es que quienes tienen a su cargo el rumbo del país, y de la educación con él, no quieran asumir la gravedad del asunto, como lo refleja la declaración hecha al concluir los trabajos de remozamiento de una puerta y el entierro de una cápsula del tiempo que habrá de abrirse el 2060, en el edificio de la SEP, donde expresó, según las notas de prensa: “Hemos logrado construir un sistema de educación pública que es, precisamente, una fortaleza de México.” Lo anterior, que a todas luces es una visión idílica, deseable quizás, la reitera cuando subraya como uno de sus logros concretos para la mejora educativa, la implementación de “un sistema que concursa las plazas de maestras y maestros para que sean, no las influencias, palancas y sobornos, y sí los concursos, los que pongan a las mejores y a los mejores maestros al frente de una aula a que eduquen a nuestros hijos. Este es un cambio sustancial.” Esta visión olvida, que los organismo gremiales, como el SNTE, siguen actuando como antes y que en caso de que hayan ingresado por la vía que reivindica, se olvida que sería “los menos peores”, dado que según los resultados de la acción referida, 8 de cada 10 aspirantes en promedio, reprobaron. Con una visión y actitud tan optimista, es muy difícil apreciar la situación real, como que en México slo termina la secundaria el 43% de los que la inician, mientras en países de la OCDE lo hacen el 80%, porcentajes que se presenta de igual manera con los estudios del bachillerato. Se olvida con facilidad que reconocer que algo anda mal es el principio para solucionar determinada situación. Otra mirada es la del doctor José Narro Robles, rector de la UNAM, quien al siguiente día, en el Congreso de la Unión, señaló que el desafío del país no está sólo en hacer crecer la economía, sino en mejorar la dignidad y el desarrollo de las personas, puntualizando que “ningún proyecto vale la pena si no sirve para mejorar las condiciones de vida de la población”, agregando que no se deben privilegiar políticas de equilibrios financieros o fiscales, olvidando que lo primero que se debe resolver son los desequilibrios sociales o del desarrollo humano. Narro fue más allá de lo expresado, al solicitar a los partidos políticos representados en el Congreso a “Buscar un acuerdo nacional para emprender el rescate social que México demanda”, puntualizando que a los universitarios les preocupan las condiciones que afectan a México, puesto que “el verdadero progreso no se puede generar entre la desigualdad y la exclusión, en medio de la ignorancia y las muertes evitables. Tampoco la sociedad puede prosperar ni vivir en paz con los niveles de inseguridad que nos afectan”, invitando con ello a la práctica del debate y la reflexión, mecanismos para construir un nuevo modelo de país y refundar la república. Alentador resulta encontrar que en nuestro estado, la UANL desde inicios del presente mes, con una visión diferente de la celebración de los “Centenarios”, dio inicio al “Foro Nacional Participación Ciudadana en el Proyecto de Nación”, en cuya inauguración llevada a cabo en el “Aula Magna” del Colegio Civil, el rector Jesús Áncer Rodríguez subrayó “que las problemáticas sociales actuales no les son ajenas a las instituciones de educación superior y que asumen el compromiso de atenuar esta situación para reconstruir el tejido social tan lastimado”. La coincidencia de la primera y últimas reflexiones son sumamente alentadoras y ayudan a un renacimiento de la confianza en las instituciones, indicándonos además, el importante papel que cumplen las universidades públicas, particularmente nuestra “Alma Mater”. Por último, conviene apuntar la simetría entre lo planteado al final de la colaboración anterior con estos planteamientos, que sirven como elementos que estimulan el camino propuesto desde el inicio de estas reflexiones sobre la situación de la enseñanza y la necesidad de construir un proyecto de nación, porque como lo señalara Narro: “El país no dará el paso correcto si no hace de la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico una prioridad”.
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