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15 octubre 2010
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MI FILIA POR LA FIL
Los escritores también son divertidos

Luis Valdez

Un motivador no es lo mismo que un cafecito
Miércoles 13 de octubre. Mientras que el Dr. César Lozano arriba a la Feria del Libro con un equipo de 10 personas, en la sala de prensa los corresponsales intentan ponerse de acuerdo por los turnos para entrevistarlo.

Afuera, los empleados de la UNAM (invitado de la emisión de este año) están confundidos por el poco número de asistentes que acudieron a Cintermex este día por la tarde, y el descontrol de su fondo bibliográfico por haberlo repartido entre el stand de la entrada y el del centro. Simplemente no saben dónde pueden estar los ejemplares sobre Literatura Policiaca Mexicana.

Para este caso, al menos Paidós tiene frente al acceso de su stand el libro Filosofía del género negro y Cómo escribir novela policiaca. No muy baratos, claro. Pero para los escépticos, el sábado de la apertura de la Feria, Paidós nos sorprendió con una mesa de saldos en la que se encontraban libros sobre cine fantástico de Nueva Zelanda y de Francia (no me pregunten los títulos, yo ni el polvo le vi a ese material en barata).

Pero sigamos con el mentado Dr. César Lozano, que tiene consigo a toda la producción del programa HOY de Televisa, que ha venido a Monterrey esta semana, que llena hasta el último centímetro de público en sus presentaciones editoriales (sobre todo en ésta, en que presenta sus “Obras completas”), que es un hitazo editorial porque lo inventó el director de… no, dejemos el nombre de la editorial para el final de la Feria.

¿Conoce usted el Café Nuevo Brasil?  Es un lugar de tradición en esta ciudad, aunque a más de uno no le guste la idea. Tampoco es el lugar más barato, pero sí uno en que te puedes encontrar a un amigo a cualquier hora del día o la noche. También puedes tener toda la confianza del mundo. Buena música en la radiola y espacio para eventos artísticos y políticos.
No menciono este café para promocionarlo, sino para hablar del cortometraje documental que presentaron sobre su historia. Un negocio fundado por el padre de Moani Campeán, actual propietario que alguna vez dijo “yo nunca me dedicaré a eso”.

Dicho documental fue un trabajo de alumnos de maestría en el Tec de Monterrey. Filmaron escenas en la mañana y a medianoche. Entrevistaron a promotores culturales como Hernando Garza, gente de los medios como Gerardo López Moya (que confiesa: “Cuando no tengo a quién entrevistar vengo con las cámaras al Café Brasil”), fotógrafos como Valtierra, que además es director de la agencia Cuartoscuro, artistas visuales como Geroca, moneros como Chava, Sergio Flores y Polo Jasso; y músicos como Pablo Montelongo. Todos ellos amigos y clientes asiduos al lugar.

Se hace mención a los personajes que se han aparecido luego de dar un concierto o un discurso político, como fueron en su momento Joaquín Sabina, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y una colección de farándula de la grilla regional como ex alcaldes, diputados y regidores. Otras personalidades de la política, como Liliana Flores Benavides, agradecen a Moani el espacio que les han permitido para reunirse en las primeras sesiones de El Barzón, cuando no tenían un lugar fijo.

El Café Nuevo Brasil se ha despedido de amigos como Óscar Tamez, quien después de ser cliente asiduo y luego tocar ininterrumpidamente cada semana, falleció de un embolia y ahora forma parte de esas legendarias personalidades que alguna vez se bebieron una cerveza o cenaron en la misma mesa donde nosotros platicamos con una mujer sobre lo jodida y violenta que se ha puesto la ciudad, al grado de que negocios como éste han visto una reducción de la clientela y ahora piensan en cerrar el turno de la noche. Con esto se acabaría la tradición de llegar a cenar o beber un café luego del concierto, el antro, el teatro o la cena rígida con los suegros.

Como prometí que no daría promoción del lugar, no mencionaré su dirección, pero todo aquel que pase a un lado del edificio del periódico El Norte por la calle Zaragoza, lo podrá ver. Este documental fue seleccionado por el 6 Festival Internacional de cine de Monterrey, el pasado mes de agosto, y representa un mérito más para el cine local y los espacios de promoción de la cultura.

Yo también escribo cosas divertidas
El editor de JUS bebe café con el escritor Pedro de Isla, cuando se acerca el Gabriel Contreras y le pide una entrevista. De inmediato saca su cámara digital de la bolsa cangurera y se dispone a grabar el video para el canal de la Feria del Libro Monterrey 2010, en youtube.com.

En otra mesa del área de cafetería, el poeta Armando Alanís toma aire. Ha dejado a un lado de su silla la lata de pintura blanca (Comex, te da 25% más) con la que borrará el mensaje que un día antes escribió en una barda de la Feria. Aprovechando que Gabriel Contreras está ocupado en la otra mesa, se pone en pie y apenas acaba de borrar una letra S (puede que tenga fijación por esa letra), es interrumpido por el periodista que ahora trabaja en la FIL.

-Armando, espera.

Y ahora el poeta es apuntado por la cámara digital.

En la mesa donde estaba Armando Alanís, sigue sentado Moisés Ayala. Él es un poeta que ha venido del municipio de Galeana especialmente a leer en los Días Feriados (un ciclo de autores que organizan conjuntamente con los eventos de la Feria).

Me han pedido que coordine la mesa de lectura de esta noche, y aunque han cancelado dos asistentes, han llegado otros dos a suplirlos (como se debe hacer en todo gremio respetable de literatura): el cuentista Juan Manuel Carreño, en lugar de Arcadio Leos, que iba a estar en lugar de Eduardo Zambrano; y el poeta René Rojas, en lugar del también poeta Gabriel Montemayor.

Además es la reaparición de una editora de los primeros años de este siglo: Mónica Carrillo, quien se alejó de la vida pública luego de tener que laborar dos turnos, para mantener a todos los hombre de su casa (¡esas sí son mujeres, carajo!).

Minutos antes de que inicie la lectura llega una cantidad exorbitante de jóvenes a la sala. Son alumnos de Lupita Pérez, que han venido a escucharla con alguna oscura intención. Me dispongo a estar atento a ello.
Comienza la lectura, hago público el malestar estomacal del organizador que me pidió suplirlo (yo también soy un sustituto). Presento a Moisés Ayala, quien lee una serie de poemas cortos.

Termina justo a tiempo (no he venido a este mundo para dar más de diez minutos a los demás). Anuncio a la editora y poeta Mónica Carrillo, a la que tenía más de cinco años de no ver. Ella lee un poco más, pero caray, soy algo permisivo con las mujeres.

Juan Manuel Carreño, el cuentista suplente, me ha pedido que lo deje al último de la lectura. La representante del Tec de Monterrey nos mira desde primera fila algo nerviosa. A todas luces no entiende los poemas que Mónica Carrillo está leyendo.

Presento al poeta René Rojas y le aseguro al público joven (no a manera de disculpa) que se van a divertir con las cosas que él va a leer. René declama un par de poemas que se sabe de memoria. Se escuchan varias risas y el escritor dice que para él la poesía, así como es romántica o triste, también puede ser divertida.

Toca el turno a Juan Manuel Carreño. Aquí una acción astuta: ya que Lupita Pérez fue la causante de nuestro numeroso público (mientras no me pasen las cifras de asistencia del Dr. César Lozano), prefiero dejarla para el final, como plato fuerte. Carreño lee la presentación de su obra de teatro sobre la Decena Trágica, que recientemente le ha publicado la UANL. Está escrita de manera agradable pero no emociona tanto como los poemas que recién acaba de declamar René Rojas, así que Carreño mira hacia el público, como retando a un toro a punto de volar hacia las gradas, y les dice:

-Yo también escribo cosas divertidas…

El público no dice nada, alguien tose en la última fila, la muchacha que hace su servicio social en el Tec de Monterrey y está obligada a escucharnos, se raza un brazo hasta provocar una ampolla. Sigue sin entendernos en lo más mínimo.

-Bueno –insiste Carreño-, se los voy a demostrar con un cuento.

No les voy a mencionar de qué trató el mentado cuento. No le puse atención, ni me pareció divertido. Ahora yo estaba más nervioso mirando la roncha roja a punto de reventarse en el brazo de la joven estudiante que seguramente ya estaba rezando dentro de su cabecita rubia para que concluyera la lectura.

Va a leer Lupita Pérez, quien era rubia cuando la conocí, luego pelirroja, y hoy anda de pelo castaño. Justamente por ella, no me explico los motivos para que una mujer rubia se tiña el pelo… y gracias por traer a estas mil personas a la sala.

La poeta leyó un poema tras otro al momento que hojeaba su Trapper Keeper de escuela secundaria. Claramente no tenía una lectura seleccionada y optó por hojear y hojear a ver qué se le antojaba recetarnos. Aguanté las primeras veinte páginas hojeadas y sonando entre sus dedos, pero sólo de pensar que la susodicha carpeta tenía más de 200 página se me partía el alma.

Por cierto, el público aplaudió mucho y se fueron hasta el final. De hecho, yo me fui antes. Qué triste es no tener una porra oficial. Seguro que César Lozano la tiene.

 

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