687
10 Diciembre 2010
15l
 


 

Compartir |

El sueño del celta
Juan Reyes del Campillo

Mario Vargas Llosa, apenas recibido el premio nóbel de literatura, acaba de sorprendernos con una extraordinaria novela que tiene como personaje central a Roger Casement, un hombre que transcurre su vida entre los horrores de la explotación del caucho en el Congo Belga y en la Amazonia peruana de principios del siglo XX, además de la cárcel en Inglaterra por haberse involucrado en las causas del nacionalismo irlandés. 

Conocer la explotación de los congoleses bajo los dominios coloniales de  Leopoldo II, un supuesto monarca humanista, llevó a Casement a interesarse por la independencia de su propio país y en valorar la necesidad de deslindarse del imperio británico. Presenciar los abusos que se ceñían sobre los indígenas americanos lo obligó a reflexionar respecto a las miserias y el genocidio que es capaz de alcanzar el capitalismo salvaje. Todo ello conllevaba a poner en duda la idea de orden y progreso que profesaba la culta Europa y en que se amparaban los enclaves capitalistas para acumular riqueza. 

Nos hace recordar la lectura del México Bárbaro y las propuestas que ante ello pronunciaba la familia de un optimista Francisco I. Madero. Por qué en los orígenes del capitalismo no era posible conciliar las ganancias con la introducción y prestación de servicios educativos y de salud para los trabajadores. Acaso ante la necesaria obligación de competir contra otros emporios económicos en el mercado mundial, resultaba mejor hacerse de la vista gorda.

La novela de Vargas Llosa desnuda y pone en entredicho las buenas conciencias de quienes exportaban el capitalismo hacia los países del tercer mundo. Resulta una cruzada en contra de aquellos supuestos promotores del progreso de la humanidad, pero que en realidad lo que buscaban era, mediante la rapiña, una rápida ganancia sustentada en la sangre, el sudor y las lágrimas de los trabajadores del subdesarrollo. La riqueza fácil a través de aumentar las cargas laborales y, si era posible, darles a los jornaleros condiciones prácticamente de esclavitud.

Como en el siglo XVI, Europa siguió exportando aventureros capaces de cualquier anomalía y calamidad, con la idea fija de que no trataban con iguales sino con seres inferiores. El abuso siempre a nombre de la civilización, en donde hay que salvar a los salvajes de sus costumbres atávicas alejadas de dios y de la razón. Otra vez la espada y la cruz, aunque ahora poniendo por delante al capitalismo, como una manera moderna y elegante de explotar el trabajo ajeno.

Acusado de liberal, el escritor hace honor a este apelativo al enfatizar y denunciar la sobreexplotación que realiza el capitalismo en los márgenes de los países centrales.  Así también se explica por qué las plantaciones del caucho se expandieron para satisfacer las necesidades de los fabricantes de llantas de automóviles a principios del siglo XX. La extracción del látex natural llevó no sólo a la expoliación desmesurada de las selvas tropicales, sino a la usura, al despojo y al estallido de la mano de obra, de quienes fueron o se vieron obligados a laborar en las plantaciones. 

Con esta lectura algo sabemos ahora de los orígenes del nombre de la disquera Putumayo, como también un poco del significado que pudiese tener U2 para los irlandeses. No obstante, habría que preguntarse qué tanto ha cambiado el panorama en la expansión del capitalismo mundial, sobre todo ahora en la era de la globalización. La idea de la competencia internacional ha obligado a muchos trabajadores a contratarse y vender su trabajo por míseros salarios, o de plano a dedicarse a comerciar los productos en las calles sin contar con un mínimo de seguridad y al margen de todo tipo de prestaciones. Como en aquellos tiempos, ahora también están expuestos a sobrevivir a destajo de aquellos productos que logren producir o a vender.

Con El sueño del celta, Vargas Llosa nos remite a sus grandiosas novelas como La guerra del fin del mundo y a otra más reciente como La fiesta del chivo, en donde nos relata las atrocidades a las que es capaz de llegar el ser humano, pero en particular los poderosos con tal de mantener su dominio, sus riquezas y privilegios. Sobra decir que con el reconocimiento de la Academia Sueca en sus manos, su última novela ha empezado a ser un éxito en el mercado de la literatura.

Por lo demás, es un gusto saber que un latinoamericano más ha obtenido este máximo galardón, como premio a su trabajo dedicado, esmerado y tenaz desarrollado durante muchos años.

 

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

df

 

p81