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24 Diciembre 2010
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Tumbando etiquetas
Rodrigo

El año 2012 es presentado como “El fin del mundo” por mucha gente, y es que la situación que estamos viviendo parece llevarnos a cumplir esa profecía. En lo personal, creo que esta descripción tiene cierta verdad, pero el significado que “El fin del mundo” tiene para mí es muy diferente al de otras personas, y te lo quiero compartir.

Primero que nada, tengo que hablar de un síndrome que el mundo está sufriendo. La realidad que el ser humano está experimentando está siendo definida por el idioma que hablamos. Tanto así, que la línea entre conceptos y realidad se ha borrado. Hemos pasado a asumir que las palabras que contiene nuestro idioma son las cosas que pueden o no pueden pasar en nuestro mundo. Cabe mencionar que el idioma ha sido una evolución de conceptos desarrollados por el ser humano a través de miles de años, y no porque existe una palabra para describir algo, quiere decir que ese “algo” existe. Si no me crees, pregúntale a una bruja.

Hace mucho tiempo un grupo de personas inventó el término bruja para describir a  individuos con costumbres que los hacían sentir incómodos. En ese entonces, la palabra bruja era una realidad y todo lo que representaba era asumido de la persona que portaba la etiqueta. De hecho, mucha gente murió quemada viva por asumir que el término era una realidad. Recalco, quemada viva por asumir que el término era una realidad.

Con el tiempo la población en general tuvo acceso a más información, y eventualmente hubo un entendimiento que ser etiquetada bruja no te convertía en una amenaza real.

Es así como nuestro propio idioma ha esculpido la realidad que creemos estar viviendo. Los sentimientos que existen en nuestro vocabulario son los que tenemos permitido sentir. Celos, odio, amor y admiración, son unas cuantas de las sensaciones que hemos asumido como realidad para nuestro cuerpo.

En la universidad aprendí una emoción nueva llamada “chípil”. Esta emoción aparece cuando tienes ganas de llorar sin razón alguna. A partir de ese momento pude empezar a sentirme “chípil” cuando esa sensación aparecía. Y no es que mi cuerpo haya obtenido la capacidad de sentir algo nuevo, sino que, simplemente le puse un nombre nuevo a una sensación vieja que antes describía como “medio triste”.

El mayor peligro no son las palabras en sí, sino que, por vivir sumergido en ellas, no podamos ver que sólo son conceptos. Al caer en esta trampa es cuando empiezan a existir los buenos y los malos; los héroes y los villanos; los guapos, los feos, los listos y los tontos.

Son estas etiquetas las que limitan la forma en que podemos moldear nuestra experiencia en este mundo. Asumimos que hay buenos, malos y que todos los de en medio deben de caer en una de estas dos categorías con mayor o menor porcentaje de bondad y maldad. Lo más sorprendente no es eso, si no que nuestro comportamiento, reglas e infraestructura han sido, y siguen siendo construidas para un mundo donde los héroes y villanos son una realidad.

En un mundo con "buenos" y "malos"  es necesario crear dos equipos. Uno tiene la misión de proveer al mundo con experiencias placenteras, mientras que el otro tiene como misión provocar dolor. Estos dos bandos están en constante pelea ya que tienen objetivos opuestos y no pueden existir uno sin el otro; si todos son buenos, no puede haber malos, y si todos son malos, no puede haber buenos.

Ahora te pregunto, ¿qué es una persona mala? Más bien dicho, ¿qué la hace mala? ¿Genética, enfermedad mental o el llamado de un ser superior? Si tu respuesta es genética, ¿bajo qué criterio puedes castigar a una persona por haber nacido con lo que hoy llamaríamos un "defecto" genético? Si tu respuesta es una enfermedad mental, ¿por qué castigarlo en vez de proporcionarle una cura? Y si tu respuesta es el llamado del ser superior, ¿por qué seguimos juzgando al humano y no a ese ser?

El bien y el mal son conceptos inventados y no porque existan como palabras quiere decir que existan como realidad. Es hasta que cuestionamos estos conceptos que empezamos a encontrar las incongruencias de nuestras acciones como humanos.

Es en la falta de información donde grupos se quedan estancados en realidades limitadas por el idioma y/o conceptos culturales que ya no son relevantes. Cabe aclarar que la falta de información no significa falta de educación universitaria. Información se refiere a conceptos nuevos que te permiten cuestionar y evolucionar los antiguos. El humano con más acceso a información en el mundo puede estar tan limitado como aquella niña de Asia que fue criada alrededor de animales y sin contacto humano.

Es una trampa creer que la educación y el dinero garantizan el acceso a estas ideas. Los conceptos están accesibles en todas las cosas que nos rodean y es en nuestra disponibilidad para aceptar que no lo sabemos todo donde está la llave para accesarlos. El chofer del hombre más rico del mundo tiene acceso a conversaciones que muchos considerarían invaluables, pero sólo en él está el valor que les quiera dar.

Estamos viviendo una época de cambio, nuestra civilización se está dando cuenta que estamos construyendo el mundo utilizando conceptos muy viejos e irrelevantes. Bien nos cuestionaba "Bill Hicks" sobre qué pasaría si usáramos el dinero de las guerras para proveer alimentos, salud y educación al resto del mundo. Esta acción suena tan lógica que es absurdo que no lo hayamos hecho ya. La razón por la cual no lo hacemos, no es porque no se pueda, si no porque creemos necesario seguir el camino de la guerra. Aun creemos vivir en un mundo donde existen humanos que nacen con una “necesidad” de causarnos dolor y por lo tanto tenemos que seguir invirtiendo nuestros recursos para defendernos de ellos; en muchos casos, quemándolos vivos con hogueras aéreas llamadas bombas.

“El fin del mundo” que muchos sienten, es el fin de ese mundo viejo; aquellos conceptos que sirvieron como base para traernos hasta donde estamos, pero que ya no son útiles, ni relevantes para lo que estamos viviendo. Ese evento que muchos predicen como un momento de cambio repentino, no es más que el año donde quizás se note con más claridad esa evolución que empezó hace bastante tiempo. Todos los cambios en el mundo son transiciones, es donde empezamos a poner atención que creemos que empiezan.

Te invito a que cuestiones todo, absolutamente todo y luego regreses a tus creencias para que puedas verte con una perspectiva diferente. Empieza con este artículo, primero asúmelo como una realidad, experimenta lo que sería vivir en un mundo donde no hay feos ni guapos, sólo gente diferente, y luego regresa al mundo de los absolutos para que vivas la comparación.

Finalmente te invito a que cuestiones estos conceptos que hoy te comparto por medio de palabras, y que, seguramente, en unos cuantos años, serán considerados viejos e irrelevantes como los que hoy empezamos a descubrir.

 

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