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En el Centenario de José Alvarado
Héctor Franco Sáenz
Monterrey.- Era una noche fresca, propia de la Ciudad de México en el primer día del otoño del presente año, cuando el bullicio se empezó a incrementar en el edificio situado en Alconeda y Boulevard Adolfo López Mateos (Periférico Sur); era 21 de septiembre, día en el cual los integrantes del Centro Neoleonés se dieron cita para una celebración especial.
La singularidad de la ocasión se percibía tan sólo al entrar al recinto; el acomodo de las mesas, la calidad de los asistentes, entre los que había jóvenes y adultos, y “todo a media luz”, como lo dice el tango sobre la calle Corrientes, remataba con un alumbrado especial de lo que parecía ser un ambiente de oficina: un escritorio, una lámpara apropiada y un sillón, faltaba el violín que un día le regalara Silvestre Revueltas, todo enmarcado por dos dibujos: uno, de Guillermo Ceniceros, y el otro de Abel Quezada.
El ambiente descrito era el apropiado, se trataba de celebrar una velada con motivo de la celebración del primer Centenario del Natalicio del escritor originario de Lampazos, Nuevo León, José Alvarado Santos, quien naciera precisamente ese mismo día, el 21 de septiembre, pero en 1911, en la familia integrada por el profesor José Alvarado y la maestra María de los Ángeles Santos Zuazua, ambos profesores en la escuela primaria oficial de ese lugar. Se buscaba con esa escenografía, recrear el ambiente en el cual trabajaba el personaje y la manera en que le hubiera gustado estar con sus amigos.
Como se tenía preparado, René González Cantú, presidente del Centro, dio la bienvenida a los asistentes, entre los que se apreciaban personas, con orígenes en Nuevo León, bastante destacadas; entre ellas, el abogado Luis Garza Alejandro (hijo del doctor Julián Garza Tijerina, de General Bravo), su primo Alejandro Guadiana, con raíces en Sabinas Hidalgo; el abogado Ernesto Araiza, secretario del Centro, sobrino del maestro de la Facultad de Derecho, Ernesto Araiza Rivera; o como el químico Hermilo Marroquín de la Fuente, de Monterrey, quien se quedó en el Distrito Federal al participar en la fundación de la UAM Azcapotzalco.
En su momento, Luis Garza Alejandro hace mención que en esta ocasión el Centro se engalana por contar con la asistencia de integrantes de la tercera generación de sus miembros, y pone como ejemplo el caso de Magda Alvarado (hija del homenajeado), acompañada de Mercedes, su hija y sus dos hijos, que vendrían siendo los nietos de Alvarado, pero que además, por esos mismos azares del destino, se contaba con la presencia de José Pagés Reynaga, nieto de José Pagés Llergo, personaje con el que Alvarado participa en la fundación de la revista Siempre!
González Cantú hizo la presentación de Jorge Covarrubias Ortiz, para recrear ante los asistentes la relación que como estudiante de Leyes tuviera con José Alvarado, como rector de la UNL. Covarrubias trae a colación, que ilustra con fotografías y notas de prensa, la coincidencia de que quince años atrás, “en el mismo lugar y con la misma gente”, en general (salvo la notoria ausencia de Tito Pequeño), estuviera para presentar su libro sobre Desarrollo Político y Transición Democrática: Nuevo León 1985-1995, misma ocasión en que Magda Alvarado, hija del extinto rector, presentara su libro sobre las Calles de la Colonia Roma.
Luego de hacer dicha referencia, Covarrubias hace acopio de El Tigre, periódico estudiantil que en su momento dirige y emplea para ilustrar la relación que se dio con José Alvarado, mismo que al igual que Covarrubias, se definía como “periodista estudiantil”. Detalla la manera en que esta publicación, da cuenta en sus páginas desde cómo recibe al intelectual lampacense como rector, la forma en que lo sigue en sus actividades durante un periodo que aunque corto, fue uno de los más brillantes y fructíferos; planteando cómo, por sus principios y valía intelectual, resultaba explicable, mas de ninguna manera justificable, la ominosa actitud de la reacción regiomontana que lo conduce a renunciar a su cargo.
Covarrubias precisa que las ideas y principios de Alvarado están presentes desde su juventud y en la labor periodística que realiza en la revista Futuro, órgano del Partido Comunista en la década de los treinta, ética intelectual que se fortalece con el tiempo donde encuentra un paralelismo entre la labor periodística e intelectual de don Ricardo Covarrubias y de José Alvarado, quienes en su momento y de diferente forma, les tocó enfrentarse a la ignominia y a los más obscuros intereses, batallas que afrontaron y que al final, en la historia, la honestidad y la razón los han colocado en el lugar que merecen, de respeto y reconocimiento público, muy al contrario de quienes fueron sus oponentes.
Mercedes hizo la remembranza de la imagen que pudo forjarse a sus tres años de edad que tiene cuando su abuelo muere; José Pagés Reynaga, único nieto varón del fundador de Siempre!, recordó la manera en que llegó a formarse entre los grandes personajes de la política, el periodismo y la cultura desde sus primeros años al lado de su abuelo, relación en la que siempre estuvo presente José Alvarado, dado que participó desde el alumbramiento de la revista, cuando su abuelo regresó de entrevistar a los tres “grandes” de los países del Eje.
Al final de la velada, entre las melodías de Alejandro Guadiana, varias personas participan para dar sus testimonios acerca de su relación e imagen no sólo con Alvarado, sino también con la figura de Ricardo Covarrubias, como lo hizo entre otros el maestro Hermilo Marroquín.
Acá en Monterrey, la UANL durante la semana le rindió un merecido homenaje, con mesas redondas como la realizada en la Facultad de Filosofía y Letras, con la participación de destacados intelectuales, como Alfonso Rangel Guerra y Miguel Covarrubias; la presentación de sus libros Crónicas: México de Día y de Noche, compilado por José Guadalupe Martínez, e Imagen del Reportero, bajo la edición de José Garza Acuña, realizada el domingo 25 en la “Casa Universitaria del Libro”, por María Dolores Hernández, Hugo Valdez y Abraham Nuncio.
No cabe duda que el tiempo pone a cada quien en el lugar que se merece y la gente grande trasciende; por eso el 24 de septiembre, Alvarado (un día después de su muerte en 1974), “regresó” a El Norte por la puerta grande al ocupar la primera plana de la sección cultural. La UANL lo inmortaliza en el monumento dedicado a sus fundadores develado el viernes por el doctor Jesús Áncer, en el que Alvarado seguirá “platicando” sobre las incongruencias del positivismo con Raúl Rangel Frías y Juan Manuel Elizondo.
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