Políticos ignorantes
Samuel Schmidt
os Ángeles, California.- Causó un gran revuelo cuando le preguntaron a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI a la presidencia de la república, que enunciara los libros que lo habían impactado. Después de dudar, acertó a mencionar que La biblia, la que no había leído completa ─¿quién lo ha hecho, a menos que tenga educación religiosa?─, y mencionó un libro de Carlos Fuentes diciendo que el autor es Enrique Krauze.
No pudo haber mencionado autores más disímbolos y confrontados, porque mientras el primero es “hijo” de Octavio Paz y miembro de su camarilla, el segundo tiene su camarilla propia y no es poco influyente (algunos le dicen mafia a las camarillas, pero yo me abstendré de hacerlo).
Después, por twitter el político corrigió y mejor no lo hubiera hecho, porque quedaba claro que ya lo habían aleccionado sobre lo que cada autor escribe. Pero el silencio se les da poco a los políticos y el afán de corregir los lleva a terminar de hundirse.
Siguiendo en la trama, Ernesto Cordero crítica a Peña para evidenciar que él tampoco lee. Y por si la comedia de equivocaciones no fuera suficiente, la hija del priista decide salir en defensa del papá y acusa de “proles” a los envidiosos que critican a su progenitor. No faltó el que recordara a la lady de Polanco que acusó de asalariado a un policía, siendo que ella cobraba en la policía, aunque no cumpliera con las funciones; eso es lo que se conoce en México como aviador, o sea, aquella persona que aterriza solamente a cobrar, aunque ahora con los depósitos electrónicos, ya les han ahorrado la pena de ir a rozarse con aquellos que desprecian, siendo que son iguales entre sí.
Las respuestas a la hija son elocuentes y no vale la pena repetirlas, aunque ella muestra un desprecio por el común de los mexicanos, que debemos suponer mamó en casa, seguramente escuchó a alguien muy cercano y a quien respeta mucho, que se expresara así de sus gobernados. Tal vez el origen del candidato priista fue de cuna encumbrada, pero ni así se justifica denostar a los gobernados con lo que suponen es un adjetivo negativo. Finalmente, la mayoría es proletaria, pero aquellos que han crecido bajo el cobijo del Estado, de buena o mala manera, creen o se sienten por encima del común de los mortales. El problema no es serio, si no es porque tenemos la mala fortuna de que gobiernan.
Después del ominoso enaltecimiento de Vicente Fox al hábito de no leer, uno pensaría que no podía escandalizarse, pero cuál es la sorpresa de ver que un gobernador, y candidato a la presidencia, no solamente no lee, sino que ni siquiera tiene la delicadeza de contratar a alguien que le haga el trabajo y él pueda memorizarse algunos textos, para repetirlos ante los periodistas que andan a la caza de algún gazapo para la delicia de sus lectores.
Más allá de lo técnico, uno no puede eludir la pregunta sobre la calidad de la educación de estos personajes que quieren gobernar. Porque si muestran una educación tan deficiente, podemos esperar que no le presten mucha atención a un tema sustancial como éste, para una sociedad tan atrasada en materia de lectura, escritura y pensamiento lógico. Ojalá que me equivoque y sea todo lo contrario.
Por lo pronto, los gobiernos panistas han demostrado su menosprecio y agresión a la educación pública, aspecto que continuaron desde que los neoliberales llegaron al poder y que ellos han concretado en la promoción de la privatización de la educación, una caída a los presupuestos educativos y la relegación de la investigación científica.
Para el 2012, se registra un crecimiento irrisorio al presupuesto de las universidades, mientras que la educación pre-universitaria se encuentra en franca caída.
El mexicano promedio no sabe leer lo suficiente para entender las leyes y reglamentos que lo gobiernan; hay quien sostiene que la ignorancia es una política para manipular mejor a la sociedad, lo que supondría que hay una capa que debe estar “bien estudiada y leída”; pero ahora vemos que tampoco esa élite sabe de cosas como la lectura, y entonces, llegamos a la situación donde en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey.
Pero, ¿quién es el tuerto?