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OPINIONES DE UN PAYASO
LOS ESCRITORES
Y EL AMANECER
Luis Valdez
Con las aerolíneas de tercera categoría que hay en nuestros días, gente que nunca en su vida hubiera contemplado la posibilidad de volar, se ha lanzado a esta aventura. También más de una empresa lleva y trae a sus empleados con más frecuencia. Los escritores jóvenes, y no sólo los consagrados, surcarán los cielos rumbo a un encuentro de escritores. Volar y ver el cielo de cerca es bueno. Ojalá y esa experiencia de ver los amaneceres o los atardeceres más de cerca que el suelo, les sirva de algo.
En este momento, pueden incluso tacharme con facilidad de que no he leído lo suficiente -¿quién ha leído lo suficiente, carajo?-, o de que mi problema es no creer en la novela rosa. Pero contemplando desde un avión, entiendo lo complicado que resultaría: ¿Cómo escribir de manera plena sobre un amanecer contemplado desde un avión? Ahora no tengo idea de qué rayos le ha servido a tanto escritor poder volar en un avión, si a final de cuentas cada vez la literatura tiende más a las cuestiones terrenales, a la vida en las calles.
Es decir, ¿esto de que yo me atreviera en algún momento a escribir sobre el mar de nubes, el sol cara a cara, va conmigo? A mí, que me resulta más familiar la crónica urbana, las cantinas y no la aeromoza trayendo una cerveza a tu asiento.
Aclaración: No pretendo hablar de imágenes místicas ni de encuentro con Dios. Los fenómenos naturales deben ser de alguna utilidad como recurso literario. Mientras tanto, aquí va un reto para los narradores: No les dejemos las imágenes “poéticas” a los poetas. Bastante mundo tienen ya con sus premios, sus poses, y además las mujeres que hipnotizan porque buscan –pobres palomitas- una cruza entre Jim Morrison y Jaime Sabines.
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