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OPINIONES DE UN PAYASO
A LA MUJER QUE SE LLEVÓ
MI PLAYERA DE SANTO

Luis Valdez

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Si estás de viaje en Tlacotalpan y no te puedes meter al Río Papaloapan, te puedes echar una vuelta a los bares que están en la orilla. Claro que tienes que chutarte la música que ponen en las radiolas y que sólo tiene tres variantes: Tigres del Norte, el Buki o Maná.
-¿Qué no conocen otra pinche música por aquí?
-Pue ej que éta ej la que lej gúta.
-¿Y no tienen son jarocho?
-No, éta ya ejtá muy ejcuchá.
Y en una de estas cantinas encontrarás pegado en la pared un papel anunciando la albercada en el Zanborncito ¿Qué carajos es eso de albercada? Una fiesta que organizan los adolescentes de aquí para poner música, meterse a la alberca, nadar y ver qué pedo entre chavitas, chavitos y lo que se atraviese.

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Veinte pesos la entrada y a ver si hay chavitas en traje de baño… ni madres. Un rato antes había que pasar a otra cantina. Cantina El jarocho, la que tuviera peor finta del pueblo, para ver de qué tan mala calaña son los más cabrones de aquí. Una barra con un cantinero afeminado detrás, pellizcándose constantemente los pezones bajo la playera, un mesero marica con playera del América, un borracho (el único dormido) junto a la radiola que a todo volumen tiene música de Yuri. Caray, hasta que cambiaron de artista. Al fondo del lugar, dos muchachas echando de toda su paciencia para tolerar a un borracho (el más borracho) que les dice frases inentendibles y a cada rato trata de arrimarles el miembro por detrás. Paso a un lado de ellas para ir al mingitorio, tan pequeño que hubiera sido mejor poner una tina de plástico bajo el fregadero. Cuando las mujeres están a punto de irse les pregunto a dónde y contestan: a una albercada. Fue cuando me convencí de llegar a ese lugar.

3
No traía short, y nadie se veía con intenciones de aprovechar el agua. Entonces una de las mujeres me dice que ellas son pareja. No pregunto más que si se quieren meter al agua conmigo. La menor de la sonrisa bonita dice que no. La otra me dice que no quiere mojarse la playera roja que lleva.
-Pues te presto la que traigo. Pero te quitas el brasier.
-¿La de Santo? Bueno, pero me lo quito dentro del agua.
-Espera, mujer. Deja me meto al agua antes.
Me puse a nadar enfundado en mis pantalones de mezclilla. ¿Y qué sucedió con la playera de Santo? Cuando me confesaron que la muchacha de cara bonita había sido Señorita Belleza Tlacotalpan, ya me pareció demasiado. Bebimos y me recosté al centro de las dos mujeres que comenzaban a lanzarse miradas cachondas.
-Mujeres, dejen de mirarse de esa manera tan controladora… mejor murmúrense una a la otra: erotízate.
Me salí a caminar cuando el hambre me ganó. En todas las calles aledañas a la plaza de Tlacotalpan, no hay un solo puesto de tacos ni hotdogs pasando de las tres de la madrugada. No te atrevas, oh, lector ávido de aventuras veracruzanas, a caminar a estas horas si no traes tus zapatos ni tu playera y aunado a esto, tu pantalón está escurriendo.
Y sobre todo, no te atrevas a perder una playera de Santo, el Enmascarado de Plata, dejándola a merced de una lesbiana que ni suficientes nalgas tiene.

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