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OPINIONES DE UN PAYASO
LA INFLUENZA
TODAVÍA ESTABA ALLÍ
Luis Valdez
Edgar Hernández es un niño veracruzano también llamado el “Niño Cero Influenza” por haber sido el primer caso oficial de este padecimiento. Es un niño de cinco años de La Gloria, una comunidad montañosa a menos de una hora de la capital del estado.
Hasta le mandaron hacer una escultura. Un vocero dijo que “este monumento en honor a Edgar representa la esperanza de la humanidad para sobreponerse a esta pandemia”.
La estatua de bronce tiene 1.30 metros de altura.
Y es que a principios de abril de este 2009, el gobierno recibió una alerta por brote de influenza en Veracruz. Se hicieron pruebas que semanas después de ser revisadas en Canadá, dio positivo a la gripe porcina, por lo que es considerado como el primero en haber adquirido el nuevo virus.
Edgar será famoso el resto de su vida. Buena o mala fama, eso ya lo iremos viendo, pero él lo resentirá en carne propia. Es el fetiche de un susto, o de la excusa para que el mundo se termine de acabar, según los medios no por la corrupción, no por la guerra entre cárteles, no por el calentamiento global, no por los conflictos bélicos, no por las desapariciones, no por la prostitución infantil, la trata de blancas o el tráfico de órganos. No, el mundo no se acabará, según las noticias, por cosas como ésas.
El mundo se acabará por una pandemia como la influenza, que la semana pasada cobró dos vidas en Monterrey, mientras que las centrales de autobuses y aeropuertos ya han quitado de sus pasillos los stands de información. Claro, tampoco por el turismo se podría extinguir la humanidad.
Edgar no tiene la culpa de que hayan quitados los stands de la Secretaría de salud (¿acaso esperan que venga por cuenta propia a Monterrey a reinstalarlos?). Tampoco tiene la culpa de que cientos de restauranteros hayan perdido mucha lana porque los turistas le sacaron la vuelta a la Ciudad de México.
En una ciudad, incluso en un estado en el que las autoridades no se hacen responsables de nuestra salud, no nos podemos estar confiando de que “sólo lo que sale en las noticias es lo que realmente sucede… si no, no es grave”.
Porque a final de cuentas, Edgar está en Veracruz intentando vivir su vida.
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