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ÓPERA PRIMA
En Ópera prima creemos firmemente en el talento local y tenemos por objetivo difundir las letras que actualmente habitan los talleres de la ciudad. En esta ocasión ponemos a su consideración el cuento “Moebius”, del tallerista Santiago García. Se reciben sus comentarios, sugerencias y críticas.
MOEBIUS
Si la gargantilla resbaló de sus manos o se dejó arrojar, no compete a la caída: no más Elizabeth Taylor es darle cabida al alta mar, la espuma crispándose al carajo con la rosa de los vientos, las huellas refulgentes cubiertas por las quillas, capas y capas de manto acuífero, plancton viciado, sedimento revuelto por las corrientes en eterno desdén de ellas mismas, que la impulsan o desvían, la llevan a su antojo, de tanto, tarde temprano – temprano tarde-, le ponen en rumbo, pero siempre en implacable pulir, purificándola, un mudo y marítimo arremeter en continua colisión, que le desviste y deja atrás, en el camino, los engarces, los rubíes, los diamantes y la gargantilla, porque es la perla quien persiste, mientras siga la nostalgia como una partícula peregrina en su interior; una noción que la remolca, una simbiosis, la brújula natal, la voluntad poco efectiva contra arrecifes, cardumen, tráfico, sincropredación, copepodas, escamas, que la desgastan. Descomponiéndose, poco a poco es una nave de nácar, un conjunto de membranas ondeando, amontonándose, formando algo como una cavidad, en que dolorosamente se contrae la maraña sensorial, -el agua está muy fría, aprieta, pero el mundo es así- condensada mientras viaja y se difunde por la oleada escarchada del litoral. Casi seca, sólida ya, asoma y refulge el violeta de las valvas en la superficie, y la partícula lo sabe, contenida, quieta y segura, sujeta a la charnela, dentro de la ostra adherida a la arena, a orillas del archipiélago, en Panamá, donde ya mismo la espera el hallazgo del esclavo, las ansias de Felipe II.
Santiago García
Monterrey, 1986. Residente bucólico de una humilde comunidad apodaquense; perseguidor de rayos solares, escandalosamente friolento. Es autor de los cuentos Sudoku, El cerdo salvaje, La inspección, la antología El temor a la monarca,; a la fecha se le adjudica la creación del poemario Calle Consejo, la novela Bondad, el blanco traslúcido, El bestiario claustrofobia con niño dentro; Responsabilidades o consecuencias que con vehemencia se ha negado a asumir. “No son tan buenos como para animarme a salir en su defensa, ni tan malos que no puedan defenderse solos”, dice al respecto. Su trabajo ha sido traducido al glíglico y al español; ampliamente debatido por expertos en la materia y otras eminentes figuras intelectuales que manifiestan su descontento jalándose el cabello. El autor lo clasifica, encogiéndose en hombros, como literatura freak.
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