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UN EMAIL
Miguel Velasco Lazcano

Enero 29, 21:30 hrs.

Para: miguel.partin@hotmail.com
De: saguirre@elgeografico.com.mx
Subject: Sé quién eres.

Sé quién eres. Fue muy sencillo para mi equipo de investigación técnica entrar en el Inbox de María. No lo habría hecho de no ser porque la veo muy mal, triste, todo el día melancólica y con la mirada extraviada en fantasías; en las tuyas, seguramente, poeta.

Sé que también sabes quién soy; además del importante articulista que reconocerás en mí (de menos, con dignidad, espero), habré sido el tema incómodo de muchas conversaciones entre ustedes. No te voy a aclarar ni desmentir nada, jamás discutiré algo dicho por María, así que estoy de acuerdo en cómo me creas sin conocerme. Te escribo pensando en su bien.

De lo que sí te puedo hablar es de los diez años que compartí con esta mujer. Ella siempre supo y sabrá cómo aliviar mis ganas; desde hacerlo con un plato de arroz, hasta sufrir muchos años mi abandono sin protestar ni pedirme nada, entregada como lo hacen los riscos de playa al capricho de las mareas.

Desconozco qué tanto sepas de mi vida marital, yo tan sólo leyendo un par de tus correos en su bandeja de entrada supe quién eres. A María no le hacía falta amor, poeta, yo la amo profundamente, lo que no tenía en casa y tú le diste, es romanticismo bizantino.

No lo negaré, eres bueno con las letras muy distintas a las de mis columnas políticas que nunca le terminaron de saber amorosas y preocupadas por nuestro país. Para María lo mío está alejado de su amor necesitado de expresiones en particular.

Así es la vida, a unos nos da una labor, una convicción, y a otros un don como el tuyo para engendrar versos de apasionado amor, que espero sean en particular y no salidos de una virtud banal y brutal; no sabes cómo lo deseo.

Así que te exijo cumplas en lo cotidiano con esas palabras de hondo arrebato, porque la vida al lado de María es cuidar de una flor que no requiere de una adornada maceta para abrirse plena, sino del jardín competo para una flor única.

No te mentiré, me causas dolor pero a la vez me empujas a dejarla ir, al fin, para ya no causarle más penas con mi alejamiento y omisión.

Cuídala y cuida tú de tus letras, porque donde sólo se ama con tu don de poeta te sobrará vanidad y a ella, a María, puede que le surja extrañar a un periodista que ama a su país y su gente, pueblos, cerros y llanos. Tal vez, si en la vida diaria no eres como escribes, ella entienda mi pasión que me mantiene viajando, trabajado de sol a sol por el bien de todos, donde están ella y tú también.

Buena suerte, poeta, aunque con María ya tienes ganada la mitad de la vida en la gloria.

Sebastián Aguirre

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Enero 30, 12:00 hrs.

Para: saguirre@elgeografico.com.mx
De: miguel.partin@hotmail.com
Subject: Re: Sé quién eres.

Don Sebastián Aguirre, ¿quién en este país que se diga informado no sabría quién es usted? Siempre agudo, audaz para indagar en los tenebrosos rincones de la degradada política nacional y conservando una postura ecuánime a sus principios a pesar de su avanzada diabetes.

Me encuentro con su correo en mi bandeja de entrada y me pregunto: ¿Cómo puede una mujer alejarse de un hombre luchador desde su posición de comunicador y sobre todo, humanista? Me ha puesto en claro que usted ama a esa mujer, María, que con sólo leer su nombre me ha dejado la piel de gallina.

Don Sebastián, seguramente debe ser por más azares que causas; así sucede cuando un hombre se entrega a su labor plenamente. No se preocupe por la poesía ni por la tierra donde cuiden de la flor que ve en María, ella volverá endémica a lo fértil de la tierra donde se abona el amor verdadero.

Le he de confesar, maestro, jamás había leído palabras coherentes, sin sobresaltos, de desamor, palabras que tuviesen tal rictus de dolor en su figura común a cualquier otro mail que me llega. Me han pesado como pesan las horas a una persona bajo las ruinas de un terremoto; las he hecho mías, con todo respeto.

No sé qué decirle, maestro, salvo que la vida como usted la ve: social, democrática y con justicia igualitaria, debe regresar, de alguna manera, lo extraviado a las personas valientes. Supongo que será en el momento justo, si es que eso existe, cuando la vida se percate que un gran hombre como usted podría claudicar de lo social por motivos particulares, como les llama.

Hasta hoy, como le dije antes, sólo había recibido en mi bandeja de correo, desesperados mensajes de mujeres exigiendo amor con lamentos, con arrebatadas palabras y poemas de Neruda copiados y mal. Alguna vez los correos de la madre diciendo que ojala le llamara, que hacía dos años que no sabía algo; mas nada interesante, nada profundo y en cambio sí, una veintena de correos diciendo: El jurado evaluó su trabajo y ha decidido premiar otros.

No sé qué decirle, Sebastián, jamás había leído el correo de un hombre sensato escribiéndole a un hombre incoherente que dice amar, cuando por los correos que recibo, pareciera ser más un vanidoso buscando un reconocimiento que ni él sabe cómo conseguir.

Me apena decirlo, pero yo soy Miguel Partin, no Miguel Parttin, el poeta, el insolente reparteversos que se ha llevado a María de su lado con hordas de poemas sosos, melosos y sí, estoy de acuerdo, muy bizantinos. No sé qué más decirle salvo que desde la confusión, le ofrezco mi más hondo reconocimiento como un hombre que sin poesía busca la armonía de su país, un hombre al que si antes admiraba por su lucha letra a letra, que no se ha vendido en veinte años, hoy lo enarbolo como la estructura de principios éticos, morales y afectivos con los que se compone el alma de un luchador de todos los días.

Me permito reenviarle los muchos mails de mujeres, jurados y la madre de mi homónimo pero con doble T, para que su María se entere quién es en verdad este poetita que ni ella ni usted saben en realidad que tras su fachada barroca, dentro, sólo hay un minimalista sentimental con poca, pero cierta virtud para las rimas.

Confiando no se guarde las armas que le doy generadas por esta confusión para ganar la batalla de letras contra sentimiento, y esperando que la dolorosa experiencia le enseñe a mostrarse, como entre usted y yo quedará, profundamente amoroso de María,

Miguel Partin. Profesor de álgebra que guardará en sus secretos esta hermosa oportunidad que la vida me da, de ser homónimo de un pendejo sobrado de verborrea.

Saludos afectuosos.

 

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