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1171 19 Octubre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Otra herencia para Peña Nieto
Francisco Gómez Maza

Canasta básica, inflación, salario…
Y un panorama económico sombrío

Ciudad de México.- Otra herencia maldita de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón: el deterioro de los ya de por sí históricamente deteriorados niveles de vida de los mexicanos. Parte de la herencia para Enrique Peña Nieto.

Prometedor de estilo, el presidente electo ha manifestado que le dará una voltereta a la situación de pobreza en que se debate la mayoría. Pero no depende de los buenos propósitos del mexiquense acabar con la pobreza.

Quiero pensar que Calderón, desde sus años mozos, ha estado preocupado por la justicia distributiva, como se lo enseñó su padre, Luis Calderón Vega, uno de los preclaros fundadores del PAN. O como aprendió de su maestro, el “Piolín” Carlos Castillo Peraza. Aunque ya como presidente, “aiga sido como aiga sido”, Calderón olvidó las lecciones de bonhomía. Y se perdió en los deliciosos brazos del poder.

A pocos días de entregar La Silla, el inventario, la auditoría, hacen aparecer al saliente como el presidente fallido. Bueno. Tan fallido que lo más que logró fue que su partido fuera “echado a patadas” de la residencia oficial de Los Pinos (como decía Fox que haría con Zedillo Ponce de León, quien le levantó la mano del triunfo), porque la mayoría se dio cuenta de que falló rotundamente en los asuntos torales de la vida de los mexicanos.

Los datos duros son demoledores. No dejan lugar a dudas. Es más, se quedan cortos, porque generalmente son “rasurados” para no causar alarma por los economistas de las agencias de medición de la economía que son del gobierno como la Secretaría de Hacienda, el Banco de México, o el Instituto de Estadística e Informática.

Explicablemente, Calderón tratará de minimizar hasta las propias cifras gubernamentales. Pero, independientemente de que estén “rasuradas”, en este caso por el INEGI, con eso y todo son dramática y presentan una, aunque borrosa, radiografía del diario vivir de los ciudadanos, sobre todo de los trabajadores y sus familias.

Demos un repaso a los números. Sé que es tedioso el ejercicio, sobre todo para quienes no estamos acostumbrados a ver la realidad a través de los números, porque sabemos que no siempre uno más uno da uno.

Pero los números que ahora presento son los indicadores del fracaso de dos administraciones panistas que olvidaron la doctrina que tendría que haber normado su actuación cuando lograran la presidencia de la república. Algo que no ocurrió y que a sus correligionarios les costó muy caro.

Pero vamos a los números en los que están involucrados la canasta básica, la inflación (que no es otra cosa que la carestía de la vida), esa que no permite a los mexicanos, ni siquiera pensarlo, decidir un fin de semana en el balneario más próximo.

Canasta básica, inflación, salario mínimo, poder adquisitivo. Variables que dan vergüenza al más pintado. Y eso que las cifras están peinadas. De ellas se reiría “la señora de la casa” en esta sociedad machista. Bueno. Mi colega Rubén y un servidor estamos entre los pocos que semana a semana vamos al “mall” sobre ruedas y también nos burlamos de las cifras de los economistas del gobierno.

Agárrese:

La llamada canasta básica, lo que vale, lo que se tiene que sacar de la cartera o del monedero para adquirirla y medio alimentarse, sufrió un aumento de 6.22 por ciento en el año. Un incremento mucho más elevado de lo que aumentó la inflación, que medida por el Índice de Precios al Consumidor del INEGI, creció de manera exagerada: 4.77 por ciento. Dejémoslo en 5.

Interesante es desglosar los porcentajes del contenido de esa tan demagógica canasta básica: en los últimos 12 meses, los precios de alimentos procesados aumentaron 6.91 por ciento. Los de lo productos agropecuarios (fruta y verduras), 13.36; los de los productos pecuarios (más huevo y pollo), ¡17.70! Los energético, 7.49.

Del otro lado, el salario de los trabajadores sólo aumentó en el año sexto de Calderón, 4.20 por ciento. Y los econometristas gubernamentales calculan que el aumento al salario para todo el primer año de Peña Nieto –2013- sólo pueda ser incrementado en 5 por ciento.

Cifras rasuradas. Las verdaderas nunca serán publicadas.

El poder adquisitivo: el salario creció 4.20 por ciento, como lo apuntamos arriba. La canasta básica aumentó en 6.22 por ciento. El poder adquisitivo de los trabajadores sufrió una pérdida de 2.

Dígame, don Enrique, ¿le parece económico, un factor que pudiera darle valor agregado a la economía en su conjunto, un salario de 62.33 pesos diarios; o sea, de 1,800 al mes?  ¡Ah, y ahora que los empleadores van a pagar por hora!

Sólo cifras rasuradas. Aburridas. Pero cuán reveladoras.

Con este salario, con este “poder” adquisitivo, con esta carestía de vida, con una canasta básica cada vez más venida a menos, y ante un panorama económico sombrío para el 2013. Los mexicanos, así, viven de milagro. Bueno. No todos. Hay un reducido grupo de bienamados que no sólo viven, sino que se echan sus buenos tragos de coñac, de champaña, y se alimentan con pescado traído de Alaska, de Chile, de Canadá. Y no beben más que agua de Perrier.

Ah, y todavía muchos diputados están planeando aprobar aumentos al impuesto al valor agregado para alimentos y medicamentos.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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