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1198 27 Noviembre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Your papers, Mr. President
Francisco Gómez Maza

Hoy, Peña Nieto visita a Obama
Migración y seguridad, los temas

Ciudad de México.- Esta noche, Barack Obama, reelecto presidente del Imperio, recibe al presidente electo Enrique Peña Nieto. Lo atenderá durante 15 minutos en el Salón Oval de la Casa Blanca.

Se repite el ritual. Los presidentes electos van a la Casa Blanca a presentarse con el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, oficialmente a ponerse a sus órdenes, “aunque no a su disposición”, y Enrique Peña Nieto no podía, ni hubiera querido, romper el protocolo.

Es importante el encuentro Obama–Peña, porque los dos países son vecinos –¿seguirán siendo vecinos distantes?, como los calificó hace ya algunos ayeres el querido colega Alan Riding, a la sazón corresponsal del The New York Times en ciudad de México y actualmente de oficio escritor en su buró parisino. Es importante porque tradicionalmente la salud de México depende de la de Estados Unidos. (Cuando a los gringos les da un catarrito a los mexicanos les da pulmonía.)

Peña Nieto viajó ayer lunes a la capital estadounidense, donde está pegando duro el frío casi invernal. Pernoctará y hoy sostendrá varias reuniones a puerta cerrada, entre ellas con el líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, y será saludado por los senadores John McCain, Bob Menéndez, Marco Rubio y Tom Udall en el Capitol Hill. Platicará también con la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y con la lideresa de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

En el encuentro presidencial, los temas centrales son migración y seguridad, dos asuntos cruciales en la relación bilateral. La ancestral mala situación económica de México ha provocado (históricamente) una masiva expulsión de trabajadores –en su inmensa mayoría, indocumentados- hacia los mercados laborales estadounidenses, y Obama prometió durante su reciente campaña por la relección documentar a por lo menos 12 millones que viven y trabajan en el país vecino víctimas de persecución policiaca.

Pero la cuestión de la seguridad es más mediática, pues involucra de manera directa la cada vez más incontrolable violencia por la guerra del narcotráfico en México en cuya responsabilidad el gobierno de Washington aún no acaba de definirse.

Peña Nieto no ha hecho pública la estrategia definitiva que pondrá en práctica una vez que rinda protesta, el sábado primero de diciembre, pero ha cuestionado la implementada hasta ahora por el gobierno de Felipe Calderón, que ha propiciado –durante los últimos seis años- una desmedida violencia con saldo indeterminado de muertos (¿cien mil, doscientos mil, quién sabe), muchos considerados “daños colaterales”; miles de desaparecidos forzados y como un millón de desplazados, con resultados muy cuestionables en cuanto a abatimiento de los cárteles criminales.

De estos asuntos, vitales tanto para resolver la situación migratoria de miles de mexicanos que representan un oferta de mano de obra importante para la economía estadounidense, como para rectificar la estrategia de la lucha contra el narcotráfico, hablarán Peña Nieto y Obama, aunque en términos generales, pues en 15 minutos es absurdo pensar que resolverán los problemas.

Hoy mismo (martes por la noche), Peña Nieto viajará a Ottawa, Canadá, para reunirse con el primer ministro, Stephen Harper. Ésta, ciertamente una visita de cortesía, pues Canadá no incide en lo más mínimo en la política mexicana. El encuentro con Harper marcará el final de las giras internacionales como presidente electo, antes de rendir protesta ante el Congreso de la Unión y recibir la banda presidencial el próximo 1 de diciembre.

Por cierto, quien representará a Obama en Palacio Nacional donde Peña Nieto ofrecerá su discurso de inauguración, luego de la ceremonia de protesta en San Lázaro, es el vicepresidente Joe  Biden, acompañado de la subsecretaria para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson; el embajador Anthony  Wayne, el principal asesor de Obama para Seguridad Nacional y Contraterrorismo, John Brennan, y la secretaria del Trabajo, Hilda Solís.

A desfondo
Desde el domingo, el palacio legislativo de San Lázaro es una fortaleza resguardada al extremo por policías federales. Todas las entradas a la Cámara de Diputados están herméticamente bloqueadas y sólo se permite el acceso a quienes portan el gafete oficial de diputados o trabajadores. Los periodistas no acreditados tienen que presentar credencial del órgano informativo para el que reportan. Hay miedo, ciertamente, de que lleguen las huestes de López Obrador y enrarezcan la sesión del sábado… Un poco exageradito el blindaje. Pero… No es decisión del pleno legislativo, sino obra y gracia del Estado Mayor Presidencial, que en honor a la verdad es el poder por encima de los tres poderes.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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