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2211 17 Octubre 2016

 


Sobre toros y derechos humanos
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Soy aficionado a la fiesta brava. No soy un experto como Francisco Tijerina. Soy lo que se denomina un villamelón. Pero de niño, en Reynosa, al final de cada corrida dominical, me metía a los callejones para pedirle a los subalternos las banderillas usadas, alguna oreja cortada del animal, o cuando menos un autógrafo.

Una vez, ya no recuerdo cómo, me hice de un capote manchado de sangre que guardé a escondidas de mi mamá y luego se perdió en una mudanza de casa.

Leo que quieren desaparecer la fiesta brava, con lo que se llevarían de encuentro los empleos directos e indirectos que propicia; solo en Monterrey, según estimaciones del 2013, son como 175 mil empleos, sin contar los beneficiados con la economía informal. Todo por salvaguardar los derechos de los animales. Según esto, nadie debe matar o comerse a un animal porque atentamos contra sus derechos.

¿Pero qué tipo de animales sí podemos matar y cuáles no? ¿Las vacas sí, pero los toros no? ¿Los pollos sí, pero los toros no? ¿Los atunes sí, pero los toros no? Entiendo: se trata de no matarlos con crueldad. Yo no sería capaz de degollar un cabrito, aunque luego me lo coma golosamente porque es mi platillo favorito. Pero ¿alguien ha visto con cuánta saña y crueldad se matan en la selva los animales? Los animales viven de despedazarse unos contra otros. Es su instinto de supervivencia. Que no lo queremos ver así no significa que no sea verdad. No olvidemos, además, que las ratas también son seres consientes y sufren. Sé de grupos defensores de roedores y enemigos de los laboratorios que usan hamsters.

Los derechos son solo referidos a la especie humana; no se dan porque los humanos seamos consientes y por tanto "sintamos". Se da por el propio derecho natural del hombre, sin importar raza, sexo o religión que profesemos; se da porque somos seres racionales, sociales, que libremente nos asociamos y cooperemos entre nosotros para cumplir metas y objetivos de vida. Las hormigas, por ejemplo, no cooperan entre ellas libremente, están "programadas para ello". Los seres humanos no. Estamos hechos de una materia invisible llamada libertad.

¿Y si finalmente descubrimos extraterrestres? ¿También tendríamos que respetarles sus derechos? Claro está, la crueldad gratuita hacia las mascotas no habla de su falta de derechos sino de seres humanos mezquinos, vulgares, lo que moralmente es reprobable.

Pero el toro embiste porque "así está programado" de manera natural, aunque algunos toros lo hagan mejor que otros. De acabar con la fiesta brava, el toro de lidia, que no se reproduce espontáneamente, sería una especie en vías de extinción. ¿Quieren acabar con las corridas de toros? Barrerán también con todas las ganaderías así como con miles de empleos, con fuentes de trabajo legítimo, con el pan de millones de familias. Y por supuesto, con los toros, bravíos y nobles ejemplares que los protectores de los derechos de los animales quieren desaparecer de la faz de la tierra para así defenderlos mejor.

¡Y olé!

 

 

15diario.com