A propósito del inicio de un nuevo ciclo en torno a nuestra estrella madre, y del mensaje de Guillermo Lozano –que agradezco-, no quisiera desaprovechar la oportunidad para lanzar y compartir algunas ideas sueltas, que no desbalagadas.
La primera se refiere a una de las paradojas que más me ocupa y que por cierto GL toca en su mensaje: ¿cómo reeducarnos los individuos naturalmente egoístas para que podamos aceptar el enriquecimiento que se desprende de la verdadera conciencia colectiva?
No es cuestión de plegarse simplemente ante el montón. Ya sabemos que el hecho de ser mayoría no implica tener la razón; solamente son más. El problema radica en que en cualquier sistema, como sostiene un conocido axioma, su fortaleza está determinada por la menos fuerte de sus partes. Luego entonces no tendremos jamás un grupo fuerte, si alguno de sus elementos es débil.
Y ésta es la raíz de la paradoja: ¿cómo fortalecemos al individuo, sin diferir los procesos de integración?
Otra idea tiene que ver no sé si con los consultores, pero sí con “a quién le hacemos caso”. Hemos llegado a playas nihilistas plenas de cinismo e indolencia. Esta actitud refractaria la tenemos muy arraigada especialmente de frente a la autoridad. Cualquier autoridad. Para todo argumento inmediatamente desarrollamos un contra argumento. ¿Y ahora quién podrá salvarnos? Por supuesto que no el Chavo del Ocho. Nos ahoga la desconfianza.
Evidentemente, después de vejez viruelas, y este amigo y servidor de ustedes no olvida aquello de ir por lana y salir trasquilado o, peor aún: hacerle al redentor para salir crucificado.
¿Soluciones? No las sé.
Lo que puedo ofrecer y compartir, con sincera honestidad, es mi capacidad para el trabajo (mucha o poca, pero bien puesta); y generar alguna propuesta con la esperanza (como cantaba J. Lennon) de que algún día podamos acercarnos y lograr que el mundo sea uno.
Y en ese sentido propongo que seamos conscientes y cuidemos que nuestro espacio llamado 15Diario sea un lugar de apertura, en donde siempre hagamos que entre la luz. La luz de la inteligencia, de la generosidad, del verdadero conocimiento (el que nos acerca a unos con otros), y con ello ¿por qué no?, un lugar donde se refleje el amor. Un amor no como querencia sino como inspiración sublime para el desprendimiento que aniquila toda mezquindad.
Sin cursiladas, aquí cabrían todas las expresiones de buena fe que busquen alejarse de los dogmas asfixiantes, para explorar las posibilidades de renovación que urgen en este ambiente enrarecido por los intereses de unos poquitos, quienes sólo porque traen la sartén por el mango se erigen como franquiciatarios intocables, cuando en principio todos por igual estamos comprometidos y obligados con el servicio a los demás.
Mucho hemos ya logrado y lo hemos hecho entre todos. Reforcemos el paso, agucemos el oído, atendamos allende el horizonte. Finalmente, en nuestra madurez sabemos que el éxito y la felicidad, más que una meta, son maneras de avanzar por el camino.
¡Que el 2009 sea un muy buen año para todos!
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