• El nuevo presidente de EU se ha comprometido a defender los derechos humanos
• Y Macondo, tierra de represión y muerte, deberá tener, espero, un nuevo amanecer

En Macondo todo es previsible, hasta que Uribe Vélez, paradigma de la represión contra los movimientos populares y aliado de banda criminales como las paramilitares, sea desautorizado en esta nueva era de Obama, cuando su amo, George W. Bush, lo condecoró con la medalla de La Libertad. El presidente de Colombia, que manipula encuestas para tratar de convencer de que es el presidente más popular que han sufrido los colombianos, no tiene un buen balance, pero gozó hasta hace tres jornadas un gran padrino, un amo magnánimo, siendo él (Uribe) el mejor de los mejores cachorros del Imperio. Sirvió al presidente George W. Bush sin condiciones, sumiso, servil – tal para cual -, lo que le valió que el desplazado de la Casa Blanca, unos días antes de irse al basurero de la historia, condecorara – el 13 de enero en la propia Casa Blanca - al "prócer" macondiano, por ser uno de los pocos mandatarios latinoamericanos que le siguieron ese juego sucio de hacer lo malo que quería y evitar lo bueno que nunca quiso, lo contrario de la declaración paulina.
Pero el Premio a Uribe devino en vituperio, y más al ser entregado por el peor presidente que han elegido los estadounidenses, dedicado a ver hasta en su sombra a enemigos de la libertad y la democracia, mentiroso hasta el grado de invadir a Irak y asesinar a su líder – otro cábula -, so pretexto de que éste tenía armas químicas, que nadie encontró nunca ni en el suelo ni el en subsuelo de la antigua Babilonia, e hipócritamente defender a los migrantes ante los representantes populares de Capitol Hill, mientras levantaba una barda de acero para que mexicanos y centroamericanos no pudieran pasar a sus dominios, o para que los terroristas no pudieran ingresar y destruyeran, ahora ya no las Torres Gemelas sino la Casa Blanca. Así, de ese tamaño era el miedo, el pánico. Del tamaño de tu pistola, es el tamaño de tu miedo.
Merecido premio para Uribe de parte de un inmerecido gobernante, pues la decisión del ya muy olvidado ex presidente de los Estados Unidos consideró sus méritos para otorgarle la Medalla Presidencial de la Libertad y sus méritos no son otros más que mantener en la pobreza a más de 20 millones de personas: 3 de cada 4, en el campo y 2 de cada 4 en la ciudad, aunque Uribe quiere tapar el sol con las manos, mostrando los problemas, pero minimizándolos, cuando no negándolos. Y para ello pone a sus áulicos a decir mentiras, como el informe sobre 'Pobreza e indigencia en Colombia 2005, III Trimestre', de Santiago Montenegro Trujillo, del Departamento Nacional de Planeación (DNP), publicado en enero de 2006, según el cual en Colombia hay 2.3 millones de pobres menos, toda vez que -según ellos- la pobreza descendió de 57.0 en 2002 a 49.2 en 2005, pasando por 50.7 en 2002 y 52,7 en 2004; es decir que entre 2002 y 2005 la pobreza disminuyó 7.2 puntos. Un descenso meteórico de casi 7 puntos entre 2002 y 2003; es decir, en un año, no se los cree nadie, ni siquiera si lo hiciera un mago. Para un descenso tan abrupto, habrían sido indispensables que se dieran varios factores: crecimiento extraordinario de la economía, que se manifestara en una generación inaudita de empleo; elevación de los salarios, inversión estatal masiva en proyectos productivos entre otros, condiciones que no se dieron ese año.
Una simple operación matemática muestra a los expertos independientes que las cifras del DNP no encajan. El censo de población de 2005 del DANE informó que en Colombia hay 41.242,948 habitantes; el 75% vive en las cabeceras municipales (30.933,211 personas) y el 25% en la zona rural (10.310,737 personas). Si el 42.3 de la población urbana vive en la pobreza -revisaron la definición y hablan de pobreza las personas que viven con menos de dos dólares al día, cuando antes era de un dólar al día-, o sea, 13-084,748 habitantes; y el 68.2 de la población rural vive en la pobreza, o sea, 7.031,922 personas, tendríamos que 20.116,670 colombianos son pobres, si aceptamos en gracia de discusión la nueva y revisada definición de pobreza de la administración Uribe.
Ahora bien, si a los 41.242,948 de colombianos les sacamos el 49.2 de pobres que según el DNP es el total nacional, tendríamos 20.291,670 de colombianos viviendo en la pobreza. Y la cifra resultante de la suma de las poblaciones rurales y urbanas en la pobreza y por separado da 20.116,670 personas; entonces, hay 174,860 colombianos que han sido 'invisibilizados', 'desaparecidos', por obra y gracia de las malas matemáticas de los 'especialistas' en estadística del DNP y el DANE.
De acuerdo con las organizaciones más influyentes de defensa de los derechos humanos - Human Rights Watch, Amnesty International-USA, Center for International Policy, Human Rights First, Latin America Working Group, Refugees International y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos -, la represión gubernamental y de los grupos paramilitares en Colombia, bajo el gobierno Uribe, se incrementaron terriblemente como en los peores tiempos de la violencia bipartidista y social que agobió durante más de 50 años. Una de las víctimas más escandalosas han sido las organizaciones indígenas, que han sufrido más de mil asesinatos en ese grupo. Bush ignoró sistemáticamente las violaciones de los derechos humanos en Colombia y "haber elegido a Uribe para recibir este premio simplemente empaña aún más la reputación del gobierno de Bush sobre cuestiones de derechos humanos", de acuerdo con las organizaciones mencionadas.
Durante el mandato de Uribe, han aumentado significativamente las denuncias de ejecuciones extrajudiciales de civiles atribuidas al Ejército colombiano. Si bien su gobierno ha enfrentado firmemente a las que las tales organizaciones llaman abusivas guerrillas de las FARC, Uribe no ha adoptado una postura igualmente clara respecto de los grupos paramilitares vinculados al narcotráfico, cuyas prácticas son tan abusivas como las atribuidas a las guerrillas, y que han masacrado, violado y desplazado a miles de colombianos. Graves problemas en el proceso de desmovilización desarrollado durante el gobierno de Uribe han permitido que muchos de estos grupos, usando nuevos nombres, puedan continuar cometiendo abusos.
Mucha tinta ha corrido en esta macabra historia del Macondo de Uribe, pero el espacio no da para retomarlas. Sólo es de preverse que, con el arribo de Obama a la Casa Blanca, los amoríos entre ésta y Nariño hayan terminado y Uribe tendrá que entrar al aro, como lo tuvieron que hacer los israelíes en Gaza.

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