Alguna vez me dijo César Lucio Coronado, priista de cepa, que si el Presidente de la República tuviera un día la ocurrencia de nombrar a su chofer como Secretario de Estado, no estaría violando norma alguna, sino que estaría simplemente ejerciendo las facultades que la ley le confiere. Así de amplias y discrecionales son numerosas leyes, digo yo.

El tema de la partida de gastos secreta del Presidente, que se supone ya no existe, dio mucha tela de dónde cortar en días pasados. Pues bien, tristemente, si Carlos Salinas o algunos otros presidentes que sentaron cátedra de corrupción, se hubiera embolsado, no la mitad, sino la partida secreta completita, no estaría violando ley alguna, sino que estaría ejerciendo el derecho que los sumisos diputados de la época le conferían. Para eso era partida secreta, para que nadie pudiera preguntar ni pedir cuentas. Vamos, el Presidente no estaba obligado a entregar comprobantes del destino de los dineros que los obedientes diputados le autorizaban.

Por supuesto, se trataba de los tiempos en que la tarea de los diputados era levantar la mano (para aprobar las leyes que el Presidente propusiera) y cobrar el cheque quincenal por servicios prestados a la Patria. Qué tanto ha cambiado la situación desde entonces, es tema para discutirse aparte.

Por ahora, lo que saltó a la atención pública fue el dicho de Luis Téllez, el ahora Secretario de Comunicaciones, quien en su momento reveló a personas allegadas la suposición de que Carlos Salinas se había quedado con la mitad de los más de 400 millones de dólares de la partida secreta que llegó a las presidenciales manos. Y desde luego, las reacciones no se hicieron esperar. Emilio Gamboa, líder de los diputados priistas, lo menos que dijo es que si Téllez tiene pruebas de su dicho que las presente, porque si no, está encubriendo un fraude contra el país. Por su lado, el líder de los diputados perredistas, Javier González Garza, pidió que se abra una investigación y que mientras se realiza, que Téllez renuncie a su cargo. Para cerrar con broche de oro, el expriista y hoy panista, diputado Juan José Rodríguez Prats, dijo que de nada sirve denunciar, pues si hubo delito, éste ya prescribió.

En la construcción de una democracia, la información es una pieza clave. Si Luis Téllez tendía sospecha fundada de los manejos de Salinas con la partida secreta, es agradecible que, así sea a destiempo, podamos conocer sus opiniones. Tema aparte es el tipo de relación del ahora Secretario de Comunicaciones con Diana Pando, quien reveló la existencia de la grabación con las palabras de Téllez. Puede ser, como Pando afirma, que hayan sido pareja o bien, como dice Téllez, que nunca se hayan conocido y que se haya tratado de un intento de chantaje, en cuyo caso el ahora funcionario federal debiera acudir a hacer la denuncia correspondiente. Si no lo hace así, se fortalecería la sospecha de que el dicho de Diana Pando es el que se ajusta a la realidad y en ese caso, la índole de su relación y sus implicaciones caería estrictamente en el terreno de la vida personal de los involucrados.

Si Salinas efectivamente dispuso de manera indebida de los dineros puestos a su cuidado, tristemente ya no hay recursos legales para llamarlo a cuentas, por la prescripción del posible delito. Lo triste es que en el aquí y en el ahora, a los ojos de todos, los dineros públicos se siguen dilapidando. Por un pacto entre el PRI y el PAN, quedó en nada la investigación sobre el desvío de recursos públicos a las campañas de Fox y de Labastida, hace nueve años. Y por supuestos pactos, quedó en la nada la investigación que la Fiscalía para delitos del pasado seguía contra Elba Esther Gordillo y contra Manlio Fabio Beltrones, según reveló en días recientes el que fuera titular de esa fiscalía, Ignacio Carrillo Prieto. ¿Y quién protestó? Pues nadie, naturalmente. Andamos muy ocupados prestando atención a las campañas políticas, de la cual saldrá la nueva horneada de legisladores. Amén.

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