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ALIANZAS PARTIDISTAS
Samuel Schmidt

Se supone que la existencia de distintos partidos es para ofrecerle a la sociedad opciones ideológicas de donde escoger lo que más les conviene o convence. Esto implica una muy sana y necesaria confrontación de visiones de vida y de mundo para que la gente pueda escoger sobre cual futuro la convence más.
En Estados Unidos dos partidos que son en esencia iguales, dominan cerrando en la práctica las opciones ideológicas. En México en cambio la ley permite el surgimiento de nuevas opciones, no obstante que la propuesta de reforma de Felipe Calderón busca restringir esto.
Es por eso que cuando uno encuentra alianzas partidistas para las elecciones no puede dejar de preguntarse qué es lo que buscan. Muchos por supuesto buscan disfrazarse detrás de nuevas siglas y logotipos para descargar la negatividad que arrastran desde el pasado.
En ciertos casos hay similitudes, por ejemplo el Partido del Trabajo que supone ser un ala radical de la izquierda –aunque se ha conformado casi como una pandilla que explota familiarmente a la política- se alía con el PRD y luego agregan a Convergencia cuyo dueño estuvo en la cárcel y no por ser muy honesto –ahora quiere ser gobernador de Veracruz-; pero uno no puede dejar de sorprenderse cuando lee que el Partido de la Revolución Democrática, supuestamente el abanderado de la izquierda moderada, se va a aliar con el Partido Acción Nacional, que implica una coalición de grupos derechistas que incluyen a la ultra derecha con la derecha confesional.
Es obvio que no hay nada ideológico en común entre PAN y PRD y que eso de que los extremos se juntan funciona tal vez en la geometría cuando uno ve círculos; en la política para que los extremos se junten es que dejaron de ser extremos, o que sean oportunistas. Así que hay pocas opciones: o el PRD se ha corrido tanto a la derecha que alcanzó al PAN, o el PAN entiende que tiene que acercarse a sus enemigos –a los que muchas veces califica casi de demonios- para derrotar a su otro enemigo: al PRI.
Hace una década la postura fundamental fue sacar al PRI del poder debido a su larga permanencia en el mismo. Hoy más de la mitad de los mexicanos están gobernados por otros partidos. La presidencia de la república la tiene el PAN aunque hay consenso que en las dos administraciones que llevan, su gestión ha sido ruinosa y que han aprendido las viejas mañas del PRI, incluido el fraude electoral. Lo cierto es que ni ha cambiado la orientación del país y la calidad de vida de los mexicanos va en caída libre. Entonces, ¿qué propone la alianza entre PRD-PAN, fuera de proponernos derrotar al PRI en Sinaloa, Puebla y Oaxaca?
En Puebla y Oaxaca gobiernan dos sátrapas que han logrado evadir la acción de la justicia, justamente por la complicidad del PAN que ahora quiere sacarlos del poder. ¿Por fin?
Para Tamaulipas el liderazgo nacional del PRD anuncia su intención de nominar al hombre que le allegó recursos a la campaña de Vicente Fox. No está mal poner a un financiero de buen nivel, excepto que para esas artes violó la ley y luego se peleó con la familia Fox, al parecer por desavenencias en la concesión de ciertos beneficios económicos. ¿No tendrá el PRD alguien más cercano a sus posturas ideológicas?
Las alianzas políticas son naturales en los regímenes parlamentarios –México no lo es- y usualmente se da entre socios afines, o para controlar el poder. Por lo general los partidos imponen su agenda política con el respeto del otro(s), hasta que algo sucede que rompe el acuerdo.
En México nunca se aclaran los términos de la alianza, porque al parecer es solamente para el reparto de las posiciones, con lo que se pospone la ideología y el que se lleva la mayor tajada del pastel, o sea el puesto cumbre -gobernador por ejemplo- hace lo que le viene en gana. Eso sí, a los otros socios les quedan prerrogativas de ley, que son dinero del subsidio público cuya cantidad recibirán hasta la siguiente elección porque la cifra se basa en el número de votos.
Esto dilucida de cierta manera la naturaleza de la alianza: dinero, el que por cierto se apropian las burocracias partidistas, que se enriquecen en nombre de la democracia.

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