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MI RENUNCIA AL PRD
Daniel Salazar Mendoza

Hago del conocimiento público, mi renuncia al Partido de la Revolución Democrática y al cargo que venía desempeñando como Secretario General en el estado.
Muchos son los motivos, pero los principales tienen que ver con la imposición de Jesús Ortega en la presidencia nacional de este partido y con la intromisión del gobierno de la República en la vida interna del PRD.
Junto a eso, una vergonzosa cadena de traiciones y claudicaciones ha conducido al partido a un punto muy distante de aquél en el que se depositaron esperanzas durante su congreso fundacional y en el que, por cierto, estremecidas con la caída del Muro de Berlín en 1989, las corrientes socialistas disolvieron sus anhelos revolucionarios para abrazar el nuevo programa de “la revolución democrática”.
Se cierra un ciclo en el Partido de la Revolución Democrática. Habiendo nacido como partido de oposición al viejo partido de Estado, el PRD dejó de serlo con la ordenación de Ortega en su presidencia para convertirse, como el propio AMLO señaló en un mitin en la Alameda, en un partido palero del régimen. Esta pusilánime situación se reproduce como plaga en los estados y permea hasta los municipios, convirtiendo a este partido en comitiva del poder y en franquicia política, ofrecida al mejor postor y dirigida por caciques corruptos que confieren el ideario de los pueblos a cambio de posiciones personales en los gobiernos. En una palabra, el PRD está convertido en un partido colaboracionista que provee y solicita auxilio de la derecha en el PRIAN, esa misma derecha que mantiene vigente el actual régimen de explotación y miseria en México y que arrebató los triunfos de la izquierda y del pueblo en las elecciones presidenciales de 1988 y 2006.
Las razones para la decisión que ahora asumo, nada tienen que ver –evidentemente-- con mi situación personal dentro del partido, con mis sentimientos ni con mis deseos. Obedece a la marcha objetiva de los acontecimientos en la que están inscritas las acciones de la corriente hegemónica del PRD y de los que ahora le siguen: Sus relaciones con el poder, el reconocimiento a Calderón, los posicionamientos “chuchos” en las Cámaras, frente a AMLO, la CND, la privatización de la Industria Petrolera, el SME, los mineros de Cananea y los movimientos sociales en general; es decir, frente a la ofensiva del capital y de la derecha con la que se han puesto de acuerdo para “gobernar en alianza los estados”.
No sé cuántos camaradas se quedarán en el PRD -como ellos mismos dicen en tono mordaz- “a limpiar los establos”. A ellos les digo que entre nosotros nunca estuvo permitido engañar a nadie como tampoco engañarse uno mismo. Que aunque no sea fácil, es necesario continuar fieles a un programa anticapitalista que el sol azteca jamás ha reivindicado y que tampoco se ha propuesto. Fieles a nosotros mismos, a lo que todo este tiempo hemos dicho que somos.
A diferencia de esos camaradas no fui fundador del PRD ni pretendí serlo, pero, por un tiempo vi en él -y con ellos- un instrumento de lucha y hasta una palanca de la historia en el 2006, desde la óptica de una zona del país tan difícil como ésta. Durante mi permanencia y ya como Secretario General, mantuve una oposición de izquierda pretendiendo cambiar las cosas pero todos nuestros esfuerzos resultaron inútiles frente a un partido totalmente desfigurado. Nuestra ambición -como bien dijera Trotsky en otras circunstancias- “nunca se limitó a tener más miembros, más recursos, más propaganda, más diputados. Todo eso es necesario, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo ha sido la total liberación material y espiritual de los trabajadores y los explotados por el capitalismo…..”
Desde el PRD nada de esto es posible. Por eso renuncio. Los golpes recibidos por la camarilla estatal dirigente, no nos han desanimado y por el contrario nos han hecho más fuertes para continuar en la revuelta. A donde quiera que dirija mi actuación, será con independencia de los colaboracionistas, de la socialdemocracia actual y de las corrientes autollamadas de “centroizquierda”. Los militantes que decidan permanecer “a ver qué sucede más delante”, tarde o temprano podrán distinguir que la política perversa y zigzagueante de su dirección, no es otra cosa que la manifestación de su capitulación, sus temores, su ignorancia y su descomposición. Tendrán que reparar en el hecho mismo para analizar cómo fue que esta misma camarilla que encabeza tanto el PRD nacional como el local, sólo necesitaron de un año ¡sí, un año!, para estrangular a un partido de oposición y transformarlo en una caricatura.

deltarojo@hotmail.com Tel: 04481 16 22 31 95

 

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