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26 de marzo de 2010
15diario.com  


 

Voz del silencio

 Miguel Treviño Rábago

LOS ATAUDES se van deslizando hacia el fondo de los hoyos abiertos en la tierra. Las correas chillan al girar lentamente. Los puños se aprietan, las quijadas se endurecen. La rabia contenida hace que todos maldigan en silencio a los asesinos. ¡Malditos sean para siempre! La han de pagar con sus hijos también. Los corazones se estrujan, las lágrimas brotan con furia al ver a las madres destrozadas por sus jóvenes hijos mascarados. La mayoría congregada llora con intenso dolor, otro piensan en sus hijos y en los peligros que hoy enfrentan.

               PRIMERO FUERON calificados de sicarios. Decenas de testigos observaron horrorizados cómo los tiroteaban como si fuera conejos. La bota militar ya no respeta los campus universitarios. Los territorios autónomos, académicos, de formación profesional ya no existen. Todo lo pisan, todo lo invaden, todo lo ensangrentan. Las escuelas de cualquier nivel han dejado de ser áreas seguras. Los tiroteos se dan lo mismo afuera que adentro. Nada importan los niños, los jóvenes, los docentes, los funcionarios. Las armas relucen y abren fuego sobre todo lo que se mueva. Lo que sea. Ya no es cacería, es carnicería.

              NO SÉ que sería capaz de hacer si me asesinaran a un hijo. No alcanzo a comprender cómo esos padres pueden soportar un dolor que te puede morder el alma. No creo poder ni siquiera sobrevivir a un golpe de esa magnitud y de esa intensidad. Si usted, estimado lector (a) piensa en estos momentos en lo que significaría perder un hijo o una hija, estoy seguro que no quiere ni imaginarlo. Póngase un momento en el lugar de esos padres que ahora han perdido a sus extraordinarios e inteligentes hijos. ¡Malditos asesinos!, que ahora andan sueltos en las calles.

              ESAS CALLES que hoy, apenas oscurece, quedan desiertas. La gente huye a refugiarse en sus casas. A encerrarse a piedra y lodo como dicen. Apagan luces, bajan el volumen de su tele, duermen con el teléfono de la casa a un lado de la cama y en la mano sostienen un celular por si acaso. Refuerzan puertas y ventanas, pero procuran dormir lejos de ellas; usted sabe, ellos dicen, son balas "perdidas". Y con esa frase justifican la muerte de muchos inocentes. ¿Acaso no saben distinguir entre un pistolero, un sicario, un bandido, de un niño, de un joven, de una señora, de un anciano? ¿O la orden es tírenle a todo lo que se mueve? ¿Quieren exterminar a los delincuentes o quieren exterminar a la población?

               LA GENTE tiene miedo, mucho miedo. En lo personal le tengo más miedo a los del gobierno. Veo soldados o policías y se me acelera el corazón. Observo a la gente que también los ve con recelo y temor. Se retiran inmediatamente, por no decir huyen. No saben qué va a suceder a donde llegan y se bajan luciendo orgullosamente sus armas. Y así, los malosos y los uniformados están preparados para enfrentarse, pero millones de mexicanos ni una resortera tenemos en las manos. Lo único, si acaso que porta el ciudadano, es una estampita, un rosario y la virgencita a la que le suplica protección.

               DESDE QUE amanecemos, los impresionantes helicópteros de todos los colores, pasan rozando nuestras viviendas. El ruido es ensordecedor. Es como si quisieran ver qué hay dentro de nuestros hogares, escuchar lo que platicamos, verificar a lo que nos dedicamos. Me imagino a los enfermos abrir sus ojos llenos de miedo y buscando una mano que les dé tranquilidad en esos minutos. Me imagino niños pequeños que rompen a llorar despertando de su plácido sueño. En las escuelas cientos de niños y jóvenes corren de un lado a otro como ganado asustado sin saber que hacer. Se sienten vigilados, de ninguna manera protegidos. Y los padres aterrados corren a las escuelas en busca de sus hijos porque imaginan que algo pasó o está por suceder.

               APENAS ESCUCHAMOS un ruido y nos asomamos sigilosamente a ver qué ocurre en la calle. Los perros ladran con furia delimitando su territorio. Si salimos a la calle vemos a personas serias, calladas, pensativas. Siempre atentas a su alrededor. Y como si lo hubiéramos pegado a nuestra mano, no soltamos el teléfono celular; "por si algo pasa, me avisas luego luego". La consulta del reloj es constante. ¿A qué hora salen los niños? ¿Por qué no llega tu mamá o tu papá? ¿Por qué no me has hablado al celular? ¿Ese carro me vendrá siguiendo? ¿Quiénes son esos fulanos? Eso que se escuchó, ¿fueron balazos? ¿No les habrá pasado algo a mis hijos? La angustia nos enferma. El sueño es malo. La salud se deteriora. Nos tienen traumados.

             QUE IMPORTA que vengan todos los gringos y gringas más "picudos" del otro lado del Río Bravo. Ellos vienen super protegidos. ¿Y a qué vienen? ¿Acaso creen que su presencia intimida a los malandrines? Para nada. Y si se encierran a platicar en una mesita donde no caben más de 7 funcionarios, a nosotros ¿en qué nos beneficia? Tal vez -como sucedió- en una hora veinte minutos arreglaron el país. Sí, cómo no. El señor de la calle me dice: "esos batos, nomás puro bla, bla, bla, los jodidos somos nosotros". Y tiene toda la razón. Ellos se toman la foto y la copa, mientras nosotros, toreamos las balas.

              MI HIPÓTESIS es que la sucesión Presidencial ya se está peleando en las calles con las armas en la mano. Y hasta ahorita es mentira eso que proclama el Gobierno de que "vamos ganado la guerra".  El problema es que el pueblo, nosotros, llevamos todas las de perder. Estamos hartos de tanta violencia, de tantas amenazas, de tanta muerte y de tanta sangre. Una estimada lectora nos comenta: "No sé qué hacer para ayudar en algo a México". Y eso mismo pensamos millones. No sabemos qué hacer. Pero por lo visto en el Gobierno, tampoco saben qué hacer. ¿O acaso los gringos trajeron la receta mágica? Ellos, que tienen más de 30 millones de adictos a las drogas. No creo que ni con más armas, ni con más dinero, ni con más policías, ni con más soldados y marinos, esto se vaya a enderezar.

               MILES DE FAMILIAS, de los 18 mil muertos que van en tres años, están de luto. Muchos eran delincuentes, sí, pero muchísimos no. Como los estudiantes del Tec de Monterrey que estaban por terminar su maestría en mayo próximo. Algunos nos acusan de nomás criticar. A esos les contestamos, que la crítica es el ejercicio del criterio. Nosotros no fuimos electos para gobernar, ni recibimos sueldos millonarios porque no trabajamos en el Gobierno. Lo único que pedimos millones de mexicanos es que cumplan con su trabajo o que renuncien si no lo saben hacer. Porque esto no puede continuar así. El pueblo tiene un límite en su paciencia. Cuidado cuando ésta se agote.

               TODOS LOS días escuchamos mentira tras mentira en los medios de información. Por eso han tenido éxito las redes sociales como twitter, facebook, internet, etc. Los ciudadanos nos comunicamos ya entre nosotros. Nos estamos brincando a los medios porque buscamos en sus páginas y en sus portales y con contadísimas excepciones, están informando con la verdad. Esta columna ha sido censurada y rechazada por comentar la realidad cotidiana que padecemos. Ni modo, están en su derecho. Pero que tampoco presuman de profesionales, porque según ellos, "no pasa nada". Mientras tanto siguen facturando miles de pesos en publicidad oficial. Lo mejor sería no comprarles ni un ejemplar. Que los regalen, al cabo ya están más que pagados y vendidos. Gracias por otro lado, a los que han abierto foros de expresión ciudadana.

               USTED y muchos mexicanos más tienen propuestas valiosas e inteligentes. El problema es que los "gobernantes" ya hace tiempo que no escuchan a nadie. Aplican el refrán del pelón cínico que manifestaba burlón "ni los veo, ni los oigo". Allá en las alturas de Los Pinos nadie nos escucha. Nos consideran hombres y mujeres sin cerebro. Sólo ellos dicen saber cómo hacerlo. Y lo que están haciendo, es un desastre. Por eso los ciudadanos tenemos que ser más inteligentes para hacernos escuchar. Yo escribo para hacerme oír. Usted puede hacer lo mismo y muchas cosas más. Si la delincuencia está organizada, ¿por qué nosotros no hacemos lo mismo? ¿Por qué no nos organizamos si estamos viendo un Gobierno todo asustado y sin rumbo?

               ¿QUÉ ESTAMOS esperando para accionar como sociedad civil? Olvídese de los partidos políticos, esos ya vendieron hasta su ideología con tal de seguir cobrando en las nóminas del mismo Gobierno. Porque de seguir como vamos, pronto veremos los tanques gringos recorriendo nuestras ciudades. Y adiós México lindo y querido. ¿O será eso lo que están buscando los señores que integran los tres poderes de la nación? Ahora sí, ya me dio más miedo.

 

trabago49@hotmail.com     elobservadorpolitico@hotmail.com

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