Sabina y otras razones para festejar 

Graciela Salazar Reyna 

Aún, bajo los efluvios del concierto, Sabina, quien vino a refrescar el espíritu del jueves con sus selectas imágenes pobladas de viaje, como Peor para el sol /que se mete a las siete en la cuna /del mar a roncar /mientras un servidor /le levanta la falda a la luna; nos hallamos con sorpresas gratas, garbanzas de a kilo, pero que asoman con decisión entre el fuego cruzado y la sensación de impotencia, en Monterrey y sus alrededores.  

En siete días: “Marcha estudiantil”, con protesta y propuesta contundentes de sus convocantes que lograron ponerse de acuerdo, como en mejores tiempos estudiantiles. Un “Foro de seguridad pública” convocado por CADHAC, donde pudo percibirse el interés ciudadano y la necesidad de establecer espacios para disertar amplia y profundamente sobre el tema.

Para cerrar el mes, festejando a los niños, un programa de radio (en la XEFZ, 660 de am), del viernes por la mañana, convertido de pronto en un foro de altura: Tenían razón mis amantes /en eso de que, antes, el malo era yo, /con una excepción: esta vez, /yo quería quererla querer /y ella no. La aparición del priísta, Héctor Morales Rivera, ése (de la Comisión de desarrollo urbano, del Congreso de Nuevo León), encendió no sólo al conductor del citado espacio quien, por derecho de réplica ofreció al susodicho el micrófono; pues el diputado reclamaba la reivindicación de su “honra”.

Estuvo al centro “la acusación del maiceo” de que fue objeto Morales, a propósito de la adjudicación de terrenos de La Pastora, para construir el nuevo estadio de fútbol. Enfrascamiento en una caída y con límite de tiempo. “Ay, Dios mío, pa’ qué vine, si no es lo mismo venir que irse chillando” -dice Chabela Vargas-. Sin argumentos convincentes se limitó a exigir pruebas del maiceo; el conductor, a insistir que no fueron palabras suyas sino de la audiencia de su programa. Tono y volumen se alzaron, haciendo sospechar que la discusión acabaría en otro terreno; de pronto, el diputado dejó la escena con un golpe de puerta. Llegaron las llamadas a la cabina, primero, para felicitar al conductor del programa por poner en su lugar al diputado que ignora el lado de quién deben estar los intereses de un servidor público; luego, repitieron hasta el cansancio que sí “lo maicearon”, esto confirmó el dicho del locutor.

Convertido el espacio en tribuna pública se ventilaron acusaciones en torno a las tarifas del transporte, las inundaciones padecidas por los vecinos de distintas colonias, del salario que ganan los diputados sin merecerlo, en fin. El diputado, del maiceo, debe haber intuido la avalancha que le caería encima y prefirió salir del modo que lo hizo, aun más deshonrado que cuando llegó. El caso es que, entre críticas y exigencias, uno de los escuchas propuso, dirigiéndose a las autoridades y en particular al IFE, en vista de que resultan ganadores de cargos los que no deben serlo: premiar a quienes muestren evidencias de la venta de votos durante las elecciones y que dichas recompensas sean auspiciadas por los partidos. Nada desdeñable la propuesta y, como quien dice, a los que tuvimos oportunidad de escuchar el episodio nos hicieron el día.

Pese a la negrura, pareciera abrirse un poco el firmamento. Seguramente más de dos lo festejamos, mientras Sabina canta Violetas para Violeta: Los pobres no somos ricos /ni el cobre es más que la greda, /la libertad cierra el pico /desde que hay toque de queda, /pregúntale a los milicos /qué hicieron en La Moneda. 

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