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1 de julio de 2010
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TRANSICIONES

Comicios en la adversidad

Víctor Alejandro Espinoza 

En menos de 72 horas iniciarán los comicios en 14 entidades del país; en 12 se elige a gobernadores; en 13, alcaldes y en las 14, diputados de mayoría relativa y de representación proporcional. Un total de 1,502 cargos estarán en disputa este domingo 4 de julio. A la difícil situación por la que ya atravesaba nuestro país, se vino a sumar el asesinato del candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú. Las elecciones tendrán lugar en un ambiente nacional de indignación y pesadumbre. Desde luego que la muerte del candidato es un atentado al sistema democrático.

 

He subrayado que la democracia mexicana se finca, casi exclusivamente, en los procesos electorales. A diferencia de las transiciones políticas clásicas, donde los procesos de cambio culminan con una nueva institucionalidad, en México la columna vertebral fueron las reformas electorales. Por eso la importancia del atentado al candidato a la gubernatura: se pone en peligro el único asidero de nuestra frágil transición.

 

En Baja California de nuevo la disputa por la alcaldía de Tijuana ha concitado la atención. Se trata del municipio más grande de la entidad, bastión panista, con una excepción en el periodo 2004-2007, desde la alternancia política de 1989. La fotografía de las preferencias ciudadanas publicada el viernes 25 de junio, muestra un empate entre los dos candidatos de las alianzas encabezadas por el PRI y el PAN. Ese es el dato que vino a condimentar unas campañas que no habían logrado llamar la atención de la sociedad bajacaliforniana.

 

En ese contexto, la declinación de la candidata del PRD, la cantante Reyna Soledad, a favor del candidato priista, Carlos Bustamante, cobra importancia. En el mercado político, la oferta de un par de puntos porcentuales puede ser determinante y una moneda de cambio nada despreciable.

 

Hace un par de semanas, los sondeos daban una amplia ventaja al candidato de la coalición encabezada por el panista Carlos Torres. ¿Qué sucedió para que en la recta final del proceso se diera un cambio de tendencia en las preferencias electorales de los tijuanenses hasta llegar al empate? No existen muchas evidencias, pero aventuro un par de hipótesis. Carlos Bustamante cambió de estrategia, Carlos Torres persistió en la negativa de transformar su imagen de “candidato oficial”, es decir, que fue impulsado por el presidente de la república y el gobernador.

 

Hace un par de semanas, el 14 de junio, durante el debate convocado por el periódico Frontera, Carlos Bustamante mostró un rostro diferente: una actitud crítica y firme hacia su adversario, el panista Carlos Torres. Ese día la campaña priista tuvo un giro en la actitud parsimoniosa, comedida y conciliadora de Carlos Bustamante.

 

Esa puede ser la diferencia; la queja ciudadana era que al abanderado priista le faltaba “punch”, enjundia para enfrentar a un candidato tan activo como Carlos Torres. Este último, en lugar de tratar de cambiar la percepción de que se trataba del “candidato oficial” persistió en hacer la defensa de los logros de los gobiernos panistas dejando de lado una mínima actitud crítica de los saldos azules.

 

Incluso en la eventualidad de no arriesgar posiciones críticas,  pudo haber construido un discurso hasta cierto punto independiente que le hubiera alejado de la necesidad de estar justificando los problemas que los tijuanenses padecen: inseguridad, desempleo, servicios públicos deficientes, crisis urbana a raíz de las obras emprendidas por el actual ayuntamiento. Los potenciales votantes padecen problemas inexistentes para los candidatos, y eso conduce al cambio del sentido del voto.

 

Formalmente la alta competencia electoral incentiva la participación. Sin embargo, los acontecimientos de Tamaulipas pueden neutralizar la potencial tendencia a la alza en el voto. Veremos si somos capaces de sobrepasar el 30% de participación de la elección federal de 2009. Me preocupa el potencial de conflicto postelectoral.

 

Como en el 2006, un resultado cerrado hará que emerjan las irregularidades detectadas en el proceso y que no han sido resueltas por el órgano electoral; aún más, se hará evidente que una de las principales fuerzas políticas de la entidad, el PRI, fue excluido de la designación del Consejo General Electoral; lo mismo que sucedió con el nombramiento de consejeros electorales del IFE en 2003; y el desenlace ya lo conocemos.

 

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.

victorae@colef.mx

 

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