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7 de julio de 2010
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“NINA”, UN CUENTO DE XIMENA PEREDO

Eligio Coronado

 

eDe todos los personajes femeninos de Ximena Peredo (en El buen entendimiento*), Nina es el más desconcertante porque al final se encuentra a sí misma, literalmente.

 

Y no se trata de un encuentro catártico en el que Nina alcance un estado de autoconocimiento y aceptación de su persona, sino de la abrupta desembocadura al final de un estado de prolongada excitación.

 

Su periplo hacia los vericuetos de la soledad inicia cuando sus vecinas abandonan la cotidiana charla de banqueta. Entonces Nina se refugia en el regazo del mudo traspatio: “Se sentaba echando hacia atrás su cabeza para mirar el casco negro de la noche” (p. 55).

 

Pero todo cambia una noche al escuchar una voz “femenina y temblorosa” (idem.) que proviene de un muro. Ese descubrimiento abrirá un canal de comunicación en el que las confidencias “atravesaban la barda yendo y viniendo apresuradamente” como “hilos invisibles” (p. 56).

 

Hasta que el encuentro visual se torna impostergable. La experiencia lanzará a Nina (y a todos los lectores) a una confrontación de tipo sobrenatural pues: “a la cuenta de tres, las dos se descubrieron: Nina vio a Nina de uno y de otro lado del muro” (ibíd.).

 

Aunque aquí el cuento pudo deslizarse por la pendiente del terror y adquirir otras dimensiones, la autora prefirió mantenerlo dentro de sus límites cotidianos y concluirlo con una frase anticlimática: “Las dos sintieron una enorme desilusión” (ibídem.).

 

Sin embargo, la sensación previa permanece y genera diversas posibilidades argumentales: ¿Ha cruzado Nina el umbral del deterioro mental? ¿Es la otra Nina un reflejo creado por su imaginación? ¿Qué ocurrirá con las dos Ninas? ¿Surgirá entre ambas alguna insólita codependencia?

 

Nina logra, de esta manera, trascender los parámetros existenciales que le marca su autora. Su escaso territorio de dos páginas no es suficiente para contenerla. Ya nunca más sentirá “temor a descubrirse más sola que nunca” (p. 55) ni pasará las horas “enredada en sí misma, sin poder extender las palabras atoradas como masa en su garganta” (p. 55).

 

Así pasa con algunos personajes literarios: siguen creciendo en la especulación. Nina es de ésos.

 

 

  • Ximena Peredo. El buen entendimiento. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2009. 96 pp. (Colec. Narrativa). (p. 55-56).

 

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