ANÁLISIS A FONDO

Se acabó el sexenio

Francisco Gómez Maza

Como el “Tri”, el actual gobierno no jugará ya en cuartos de final

Ha comenzado la disputa por los imaginarios “poderes” de la Unión

Así como el Campeonato Mundial de Sudáfrica se acabó para los negociantes de la Federación Mexicana de Futbol Asociación, en los octavos de final, a manos de la ahora humillada selección argentina, el sexenio calderonista feneció, a dos años de concluir formalmente. Y por primera vez, los asesores disneilandianos de Vicente Fox dieron una, al redactarle al ex presidente lo que tenía que salir a comentar de las elecciones del domingo 4 de este julio: que el PAN no tiene nada que celebrar, como lo cabeceó el periódico Excélsior en su edición de este jueves, porque quien ganó en Oaxaca, Puebla y Sinaloa fue la mano del Partido de la Revolución Democrática (¿democrático? ¿revolucionario?), ahora su vergonzante aliado. Y el juego se acabó.

Por el momento, el PRI de la vargasllosiana “dictadura perfecta”, es la primera fuerza del espectro político. Hay euforia en sus filas y firme convicción de que el partidazo, la aplanadora, retornará a Los Pinos, la casa presidencial. Felipe Calderón y su partido, el de Acción Nacional, están en el último lugar del “ranking” de la “fifa” de la política mexicana. Ni jugaron bien, ni pudieron meter goles. E inclusive, el propio Fox Quesada hace sorna del presidente –su “hijo desobediente”– y del partido que lo llevó al “poder” efímero del presidencialismo mexicano, sólo para “echar a patadas” al PRI y cavar la propia tumba de los albicelestes.

Pero del futuro, la única certidumbre que tenemos los mexicanos es que hemos de morir y de que morirán otros miles en la fallida guerra contra la delincuencia organizada y ésta saldrá inmune e impune. Felipe Calderón se irá, pero seguirá la violencia, como él mismo lo pronosticó hace unos días, aunque a decir verdad todo dependerá de quién lo suceda en la estéril silla presidencial: un presidente electo con todas las de la ley (aunque sea ley sin ley, expropiatoria de la voluntad popular); o inclusive una junta militar, nada descartable tomando en cuenta la situación de violencia e ingobernabilidad en la que navega la nave de la república.

Y estamos seguros de que el sexenio 2006-2012 se ha acabado, porque no hay nada más qué hacer, salvo porfiar en imponer la violencia institucional a la violencia criminal, estrategia que marcó el desempeño del segundo periodo panista en la presidencia de la república. Ahora ha comenzado el octenio de la incertidumbre. El futuro es incierto ciertamente. Nadie sabe quién será el campeón del mundo, si Holanda o España, hasta el día de hoy. Pero ya se barajan selecciones, y fuerte, poderosas: Por la dictadura otrora perfecta, aparece a la cabeza Enrique Peña Nieto, el modoso gobernador del estado de México, cuya desventaja es que se está moviendo mucho contra el principio velazquiano, del inmemorial Fidel Velázquez, el otrora “generalísimo” de la CTM (Confederación de Trabajadores de México), quien inventó el axioma que dice “Quien se mueve no sale en la foto”. Y un axioma es una verdad evidente que no necesita demostración, si el racionalista Aristóteles no se equivoca. Pero los priístas son expertos en fabricar candidatos de la noche a la mañana, como en los casos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, que eran colas sin ninguna trascendencia, ni importancia, grises en sus desempeños como “servidores públicos”  y la maquinaria mediática del tricolor los colocó en el candelero en un santiamén.

El PAN no tiene ningún seleccionado con tamaños y no tiene experiencia en agrandar imágenes, a no ser que le apueste al sospechosista y perdedor, Santiago Creel Miranda, o a un perredista como Manuel Camacho Solís, un zorro de la politiquería mexicana. Por el momento, los panistas están confundidos, como ratoncitos caminando en una rueda sin fin, sin presente y menos sin futuro, que es absolutamente incierto. El PRD (Partido de la Revolución Mexicana), que renunció a ser democrático y revolucionario, y por tanto a los principios del socialismo, hace honor al mote que le ha impuesto la dialéctica popular del “Perderé”, porque si no se alía con el PAN, no sobrevive, y qué vergonzoso es que un gremio que nació con el corazón a la izquierda, ahora tenga que pedirle chichi, como se dice en lenguaje popular, a su otrora acérrimo adversario y hasta enemigo de clase.

En los frentes ciudadanos se están dos aliados: Marcelo Ebrard Cassaubón y el autodenominado “presidente legítimo”, Andrés Manuel López Obrador. Entre estos, se cruzarán “fuego amigo”. Han llegado al acuerdo de que se lanzará a la candidatura presidencial el que esté mejor posicionado en las encuestas. Hasta ahora han sido leales. Pero recuérdese que López Obrador, o AMLO, o “El Peje”, como le reconoce la lexicografía popular, “perdió” la presidencia ante Felipe Calderón sólo por medio punto. Ambos, según el sospechoso programa informático del Instituto Federal Electoral, obtuvieron 15 millones de votos cada uno.  El jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, se ha manifestado en lo dicho, en el acuerdo, y no lo asustó el hecho de que el tabasqueño haya declarado que, a finales de 2011 buscará una partido político que ponga su registro para poder postularse como candidato a la presidencia, pero esa declaración es válida y no rompe acuerdo alguno entre ellos.

Inclusive, Ebrard Cassaubón ha prometido que presentará su proyecto presidencial en el segundo semestre de 2011, y que estará muy activo en el ámbito político, porque ya es el momento oportuno de estar presentando y defendiendo el punto que defiende. Y tiene la razón cuando afirma que un único candidato es lo “legítimamente” correcto, pues de lo contrario las posibilidades de la izquierda se van a reducir considerablemente, aunque sabe que López Obrador no comparte su visión sobre las alianzas electorales.

Obviamente, oportunistamente, el PRD querría sumarse a la candidatura del tabasqueño. La verdad sea dicha, AMLO ha construido una base real ciudadana, integrada por entre 10 y 15 millones de ciudadanos en todo el país, con una estructura territorial que le permitirá tener en la próxima elección más de 2 mil comités en cada uno de los municipios de la república y 8 mil comités regionales, al más puro estilo priísta. Pero se vale. Y el 25 de este julio, en la Plaza de la Constitución de ciudad de México, presentará su proyecto alternativo de nación, base de su movimiento para llegar a la presidencia.

Así pues, se acabó el sexenio. Estamos en 2012. Y ha comenzado “La disputa por el Santísimo Sacramento”, explícitamente embellecida por Rafael en uno de sus inmortales frescos, resguardado y expuesto en la “estancia de la Signatura”, en los museos del Vaticano. Es decir, la disputa por los “poderes” entre quienes se apropian los poderes de los patrones: los ciudadanos.

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