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26 de julio de 2010
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Cambio en el escenario político

Juan Reyes del Campillo 

Después del 4 de julio se han observado diversos cambios en la política mexicana, lo cual deja entrever que las elecciones dieron un giro interesante al escenario político. Como si fuera un juego de azar, unos ganaron y otros perdieron. Las dirigencias que apostaron por las alianzas, en particular las del PAN y el PRD, lograron rescatar a sus partidos del marasmo en que se encontraban después de las elecciones federales de 2009 y los posicionaron nuevamente como fuerzas competitivas.  

Con las alianzas salieron triunfadores políticos muy diferentes a los que intentó imponer el PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Un recurso fácil para denostarlos ha sido señalar que son finalmente políticos de origen priista. Lo cierto es que Gabino Cué dejó hace muchos años a ese partido para integrarse a Convergencia. Rafael Moreno Valle, ante el bloqueo de los caciques poblanos se fue desde el 2006 al PAN, y vinculado a la maestra Gordillo y con apoyo del sindicato del magisterio logró ganar la elección. Mario López Velarde, en Sinaloa, decidió competir por fuera del PRI porque hacerlo a través de ese partido le resultó prácticamente imposible. 

Por su parte, Beatriz Paredes, a quien según ella “las alianzas les hacían los mandados al PRI”, vio cómo éstas les arrebataron los tres estados. Al parecer, lo más destacado es que la arrolladora fuerza de Enrique Peña Nieto se ha visto contenida, pues como se dedicó a hacer personalmente campaña para apuntalar a los candidatos en Oaxaca y Puebla, puede señalarse que sufrió personalmente la derrota. Para el PRI el control de estos estados significa una importante cantidad de votos, los cuales ya no podrán ser fácilmente conseguidos por sus operadores políticos.    

Pero también perdieron algunos dentro del PAN y del PRD. Vicente Fox quedó como lazo de cochino al denostar a las alianzas y echarle a perder la campaña a Xóchitl Gálvez, de tal suerte que ahora nadie querrá que este personaje se acerque a su campaña. El caso más patético fue el de Fernando Gómez Mont, quien por culpa de las alianzas se alejó de su partido. Como brujo de Catemaco intentó ahuyentarlas en una negociación tras bambalinas, pero terminó más que tatemado, sin chamba y fuera del gobierno. 

Andrés Manuel López Obrador fue otro político que se opuso a las alianzas y, en lugar de buscar a ciertos candidatos terminó distanciado de ellos. El partido que más le sigue y que más espacio le otorga, el Partido del Trabajo, estuvo en la encrucijada de sumarse o no a las alianzas, para finalmente quedar en muchos estados como fuerza meramente testimonial. Se sumó en Oaxaca y al final del proceso en Durango cuando ya estaba todo perdido, aunque lo cierto es que siguió una política sin rumbo claro. Fue solo en Zacatecas, al igual que en Puebla; en Hidalgo y en Sinaloa no participó y terminó apoyando al candidato del PRI en el estado de Chihuahua. También perdió Amalia García, quien difícilmente se recuperará de la derrota en Zacatecas.  

Pasada la elección López Obrador ha buscado reposicionarse y ha emprendido de nuevo sus giras por el país. Sabe que perdió presencia y que Marcelo Ebrard tuvo un repunte al sumarse a las alianzas. Pero como la elección presidencial de 2012 pasa por la estación de varios estados el próximo año, la discusión sobre las alianzas sigue siendo un asunto prioritario en los partidos de izquierda. Por lo pronto el PRD, el PT y Convergencia han anunciado que en los tres estados que gobierna el PRD irán juntos para conservar la plaza. No obstante, está pendiente saber qué harán en el Estado de México, en Nayarit y en Coahuila, en donde existen expectativas de llegar a una alianza con el PAN, con lo cual estarían en condiciones de arrebatarle las gubernaturas al PRI. 

En el cuarto año de gobierno se estrena en Gobernación un cuarto secretario. En este sexenio han pasado por allí Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez Mont y, ahora, Francisco Blake Mora. No cabe duda que muchos hubiesen preferido a un político curtido y conocido, pues a muchos analistas y comentaristas políticos les ha parecido un grave error traer a esa secretaría a un político del interior del país y con poca experiencia y visibilidad en el plano federal. En realidad, las cosas han cambiado mucho desde que el panismo llegó al poder y no se ha distinguido por ubicar en esa posición a políticos experimentados. De hecho, Santiago Creel, el primer secretario del gobierno de Fox, tenía solamente como experiencia haber sido consejero electoral y después diputado federal. 

No cabe duda que hoy se extrañan a políticos como Jesús Reyes Heroles o Fernando Gutiérrez Barrios, que fueron secretarios distinguidos y reconocidos por su larga experiencia política. Lamentablemente, a este tipo de políticos ya no los produce el sistema político mexicano y, muchos menos, en un escenario en el que la política ha dejado su lugar a la lucha por la seguridad.

 

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