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2 de agosto de 2010
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La derrota de Arizona

Samuel Schmidt

 

La corte ha frenado una parte de la ley racista de Arizona, pero la policía de Phoenix ha avanzado en las redadas, aunque la mayoría de los detenidos son residentes documentados, han demostrado que se avanza en la construcción de un régimen fascista sustentado en el racismo.

 

Hay varios factores que explican el avance de la derecha estadounidense, que ha escogido a los inmigrantes como excusa, ya que se ha demostrado en encuestas electorales que la inmigración no es un tema fundamental.

 

La derecha avanzó en el terreno federal hasta el límite de ser calificada de racista. Su reforma migratoria criminalizó el trabajo, se han llenado las cárceles de “criminales” culpables de “querer trabajar”. Ha flotado la sugerencia de cancelar el Jus Soli, proponiendo despojar de la nacionalidad estadounidense a los hijos de inmigrantes indocumentados. Esto es parte de una de las patrañas que circulan: que los inmigrantes tienen hijos para que los ayuden a sacar papeles.

 

Llegando al límite federal se enfocaron en los estados, destacando California y Arizona por aprobar leyes anti-inmigrante con el apoyo de grandes números de inmigrantes. Estos compraron las mentiras de que la inmigración traía consigo todos los males del mundo, siendo que investigaciones en California demuestran que bajó la criminalidad en comunidades a donde llegaron los indocumentados.

 

Posteriormente bajaron al nivel de condado y ciudad logrando aprobar en ciertas ciudades ordenanzas que prohibían rentarle vivienda a los indocumentados, en algunos casos tuvieron que dar marcha atrás porque se produjo el colapso económico. Ahora los republicanos en Arizona proponen que se le nieguen servicios como agua y electricidad a los indocumentados. Aunque las cortes rechazan muchas de estas medidas por ser anticonstitucionales, políticamente la derecha ya ganó. Han demostrado que pueden avanzar en diversos terrenos para ir acorralando a las comunidades migrantes.

 

Otro factor que ayudó a acorralar a los inmigrantes fue la confusión de los grupos pro inmigrantes, que pensaban que la derrota legal de las leyes era una victoria política, mientras que era al revés. Poco le importaba a la derecha la derrota en la corte porque veían el avance electoral, que consolidaba su posición política. Se ha creado un clima anti-inmigrante y la justificación de un ambiente de linchamiento que reemplaza al comunismo como el enemigo con los sin papeles.

 

No es menor la cobardía de los demócratas. Se supone que los migrantes se inclinan por los demócratas, pero éstos han declarado que defenderlos implica perder votos, así que no hay esperanzas de que se muevan a favor de sus clientelas políticas, esperando que continúen apoyándolos frente al fantasma republicano.

 

Hoy hay un caucus hispano en el congreso, pero muchos de ellos tienen corazón de anglo racista. Sylvestre Reyes, zacatecano que entró al país de mojado, se encargó de articular la Operación Bloqueo y en reforzar las posturas más recalcitrantes de la migra desde el congreso. Barak Obama, no obstante el compromiso que adquiere frente a los hispanos a cambio de sus votos, se ha negado a frenar las deportaciones masivas, lo que puede hacer por medio de decretos ejecutivos.

 

El manejo de que las instituciones policiacas son autónomas, no es otra cosa más que la reticencia a tomar decisiones que limiten a las posiciones radicales que hoy polarizan a la sociedad americana y afectan la relación binacional; finalmente los gobernadores fronterizos mexicanos se negaron a asistir a la reunión binacional porque se realizaría en Arizona.

 

Mucho de esto es posible por la traición del gobierno mexicano, que por lo menos desde el año 2000 ha aceptado las políticas agresivas de Estados Unidos contra los sin papeles. Aceptó las deportaciones masivas y hasta las ha ayudado, ha tolerado el uso de armas de fuego contra inmigrantes y hasta tolerar que se drogara a deportados. Ya ni que decir de la falta de solidaridad en la lucha contra leyes racistas o el manejo de trámites tortuosos en consulados que le dificultan a los sin papeles la adquisición de cédulas consulares.

 

Finalmente está el silencio de los inmigrantes. Por un lado tenemos el déficit organizativo, la efectividad de la generación del miedo, y el hecho de que la gente se concentra en luchar por la vida y por sostener a sus familias en los países de origen.

 

Parece quedar claro que el reto se encuentra en el desarrollo de un liderazgo sólido, activo y que sea agresivo para romper la visión de que las comunidades de inmigrantes están escondidas a merced de los racistas. La metáfora del holocausto no es muy lejana, los antisemitas de ayer, hoy odian a los mexicanos. Contra ellos hay que actuar.

 

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