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17 septiembre 2010
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ANÁLISIS A FONDO
Parece que sí hubo que celebrar

Francisco Gómez Maza

Digna de celebrarse la tenacidad de los expropiados
Y la de millones que tuvieron que emigrar al otro lado

mCreo que me equivoqué cuando el otro día les dije que los mexicanos no estaban contentos, que no tenían nada que celebrar. Sin embargo, muchos celebraron. Tengo que reconocerlo. La noche del 15 de septiembre, cuando se organiza el ritual del “Grito” de Dolores, repetido año tras año desde el balcón presidencial de Palacio Nacional, en la Plaza de la Constitución, hubo mucha gente alegre sobre la plancha del zócalo; pudieron entrar en él después de una minuciosa revisión electrónica. Estos representaban al pueblo. Querían y quieren creer – imagino, sólo imagino porque no estoy en su cabecita - en que la patria es una buena madre. Y celebraron. O quizá ni siquiera pensaron en la patria. Sólo en la oportunidad de celebrar, de estar en un jolgorio.

El primer cuadro, y gran parte de la ciudad, sólo quedó en silencio a eso de las 4 horas de ayer. Ríos de autos por viaductos y circuitos citadinos. Otros, muy pocos, los del primer círculo del presidente de la república, los integrantes de las cúpulas de la clase política, representantes del cuerpo diplomático, del empresariado, de la iglesia católica vaticana, y hasta los ex presidentes (Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. No se mencionó a Miguel de la Madrid) celebraron también, muy a su manera, muy lejos del “pueblo”, con toda la lujuria que es posible gracias al erario, en los amplios y republicanos salones de palacio nacional. Qué bebieron. Qué degustaron. No me consta, pero generalmente no les ofrecen ni quesadillas ni tlacoyos, la comida del pueblo.

Muchos otros mexicanos – los más jodidos - se quedaron tras las cercas de hierro con que fue blindada la plancha central de la plaza, en prevención de eventuales ataques de las bandas del crimen organizado; no los dejaron pasar.

Pero también celebraron. Pero también la pasaron bien. Contentos. Mucho costó el show patriótico, muy al estilo “americano” – así les dicen, americanos, a los estadounidenses - ; muy a lo jolibudense, que se montó para lucirse luego de que el jefe del poder ejecutivo “dio el grito”. La ciudad de México, y hablo de ella, porque no vi lo que pasó en otras, lució sus mejores galas para celebrar el Bicentenario de la Independencia de México. Muy blindada por las fuerzas de seguridad. Eso sí. Por si las moscas.

Y otro tanto, mucha gente la gozó ayer, durante el desfile policiaco-militar, que mostró “toda la fuerza del Estado” frente al crimen organizado, que brilló por su ausencia. Muy significativos los titulares de prensa, de media mañana, en las páginas de internet: Familias acuden a disfrutar desfile militar; policías repliegan a visitantes en Reforma; se retiran espectadores del zócalo; un millón asiste a festejos en el DF; reporta Segob saldo blanco; gritos, canto y baile en medio de policías, los más tempraneros. Un desfile de “amor a la patria”, “de defensa de la soberanía”, de derroche de recursos de todo tipo. La ocasión lo ameritaba. Había que demostrarle al mundo que México está de pie.

Que está derrotando al crimen organizado, a 200 años de haberse iniciado la guerra de independencia. Y la Plaza de la Constitución lució blindada contra el terror. Cientos de policías. La gente de abajo ciertamente no se moría de miedo, más que por la presencia de cientos de policías. Los de arriba, los de los salones de palacio, se vieron seguros, con toda “la fuerza del Estado” cuidando sus espaldas. Mucha gente se desfogó. Se sintió mexicana. El grito, el tequila, la cerveza, el pozole para la mayoría, y los chiles en nogada en las mesas más exquisitas.

Pero esto ya es un desfogue anual. La gente se contagia, pues. Y le sale el “viva México”. Tuvieron qué celebrar. Y la verdad es que sí tenemos qué celebrar en el día a día: la enorme capacidad de mucha gente para sobrevivir a la desdicha, al infortunio, mediante el trabajo remunerado a medias, sin futuro porque ya no hay contratos colectivos, y nunca habrá seguro de desempleo. Y sí mucho desempleado. Y muchos en la economía informal, porque no tienen trabajo en la formal. Duele mucho esto de que mucha gente no tenga trabajo. Duele muchísimo más que profesionales de diferentes ramas de la ciencia y la técnica tampoco puedan hacer frente al pago de sus necesidades más elementales porque nadie les da trabajo. Pero bueno. Fueron la noche y el día patrio. Y había que ir al jaleo.

Muchos tuvieron que emigrar. Muchos. No encontraron una manera digna de vivir en el país, y ahora luchan, del otro lado del río Bravo, por ser ciudadanos de un país extraño, que no los quiere aunque los necesita. (Y celebraron también más patriotas por estar fuera de su país). Como lo reportó la prensa angelina, a menos de 24 horas de que el líder de la mayoría en el Senado declarara su intención de reformar la Dream Act, el único hispano en el Congreso, el senador Robert Menéndez (D-NJ), anunció que presentará un nuevo proyecto migratorio en la Cámara Alta. Las decenas de velas encendidas en la Iglesia Luterana de la Reforma, localizada a pocas cuadras del Capitolio, llenaron el lugar de un humo tan denso, que fue difícil respirar, para los cientos de líderes cívicos que viajaron desde más de 25 estados del país. Un reflejo involuntario –quizás-, de la fumarola política en Washington, generada con el anuncio de impulsar la Dream Act como una enmienda al proyecto de ley de defensa, efectuado el martes, como lo registró La Opinión de Los ángeles. Luego de reuniones con el Caucus Hispano, Menéndez confirmó su asistencia al evento de ayer, en el que difundió sus intenciones de introducir legislación. Algo que realizará "antes que comience el receso legislativo". No hay oportunidades si no existe una legislación", dijo, consultado frente a las reales posibilidades de su iniciativa en el Congreso.

"La realidad es que esto nos da un vehículo para avanzar. Las elecciones hacen que sea difícil que la gente se concentre en esto. Pero mi esperanza es que se consiga suficiente apoyo y que podamos impulsarlo tras las votaciones", dijo el senador. Mientras en el Congreso existe un consenso implícito respecto a que la reforma migratoria no se concretará este año, el gesto de Menéndez parece ser una señal política, que habla de no abandonar la causa de una reforma migratoria amplia, en el contexto del empuje que se está dando a Dream Act. Pues veremos y diremos. Yo sí tengo qué celebrar. Estoy vivo, para empezar. Todo lo demás se me regala por añadidura.

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