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11 octubre 2010
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Restringir el matrimonio precoz
Irma Alma Ochoa

 
Los matrimonios en edades tempranas son frecuentes en los países en desarrollo, en donde casan a niñas con hombres adultos. Escribo “casan a” porque dudo que las niñas accedan informada y voluntariamente a contraer esta responsabilidad. Eso sucede, incluso, en estados dizque progresistas como Nuevo León, antes reconocido nacionalmente como el número uno al ser pionero en legislar para proteger los derechos de la niñez.
 
Vale comentar que en el 2009 ocupamos, en este rubro, el segundo sitio en el país; pero con seguridad bajaremos en el listado nacional, debido a las recientes reformas al Código Civil para modificar la edad mínima de las niñas para contraer matrimonio, fijándola en 16 años, igual a la establecida para los niños.
 
Estas reformas no priorizan el interés superior de las niñas y de los niños e incumplen con las recomendaciones de los organismos internacionales. Dado que el matrimonio precoz reduce el acceso a las oportunidades de niñas y niños, provoca deserción escolar, embarazos prematuros y aumento de la tasa de mortalidad derivada de la maternidad en edad temprana.
 
El artículo 646 del Código Civil vigente expresa que la mayor edad comienza a los dieciocho años cumplidos. Y el artículo 148 establece que para contraer matrimonio, el hombre necesita haber cumplido dieciséis años y la mujer catorce. A partir de la publicación de las reformas del 6 de octubre, serán 16 años por igual.
 
Del análisis realizado por la Red de Derechos para la Infancia en México, titulado La Infancia cuenta en México, 2009: Las niñas, se desprende que en el año 2000, en Nuevo León, 960 personas de entre 12 a 14 años estaban casadas o vivían en unión libre; en esta situación se encontraban también 12,087 personas, en edades de 15 a 17 años. En fecha más cercana, en el 2007, los matrimonios de menores de 15 años de edad que han firmado papeles grises ante una Oficialía del Registro Civil, ascienden a 4,035.
 
El artículo 156 señala que la falta de edad requerida por la Ley es impedimento para celebrar el contrato matrimonial. Pero… niñas y niños podrán casarse a los 16 años, con autorización de la o las personas que ejerzan la patria potestad o la tutela, de acuerdo con el artículo 149 del mismo cuerpo de leyes.
 
Salvo escasas excepciones, en los hechos, los matrimonios adolescentes suelen responder a embarazos inesperados, por ello, se duda que los contrayentes ejerzan el derecho que les concede la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos e hijas.
 
Los organismos especializados en derechos de la niñez argumentan que las obligaciones inherentes al matrimonio provocan deserción escolar, obstaculizando el desarrollo educativo, cultural, social, económico y político de quienes contraen matrimonio en edades tempranas. Por eso insisten en la importancia de impulsar la educación, el deporte, la cultura y fijar en 18 la edad mínima para el matrimonio.
 
Comúnmente se procura que niñas y niños se eduquen y que trabajen hasta cumplir la mayoría de edad, pero el matrimonio implica responsabilidades y para cumplirlas han de trabajar. Con una educación formal trunca se insertan en el mercado laboral, recibiendo bajos salarios que suelen ser insuficientes para cubrir alimentación, salud, servicios básicos o pagar un techo.
 
Nuevo León, antes líder en derechos de la niñez, va a la zaga. Las modificaciones recientes no responden al interés superior de la niñez y a las recomendaciones internacionales, que consideran los 18 años como mínimo para el matrimonio. Estas reformas al Código Civil no cumplen con la obligación del Estado de priorizar los derechos de la infancia.
 
A ver si el año próximo, cuando se revise el lugar de Nuevo León en materia legislativa en derechos de la niñez, no se confunde el listado nacional con el internacional, como le sucedió a un funcionario que presumía el lugar número 26 en indicadores de desarrollo humano según el PNUD, sin advertir que el estado del progreso estaba en los últimos lugares en el país, lo cual no era para jactarse, sino para avergonzarse.

 

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