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27 octubre 2010
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APUNTES DE UN HINCHA
Súper clásico en Dallas
Gerson Gómez

Sergio es un tipo pedante y descarado. Sin conocernos, mientras trataba de conciliar el sueño reparador de los que no debemos nada en Coppel, Famsa o en la tarjeta de crédito, suelta la frase: ¿esa panzota no te estorba para manejar?

Abro los ojos al escuchar el estallido de risa de Arnulfo Vigil.

Así será el viaje desde Reynosa hasta Dallas Texas, para participar en la Quinta Feria Internacional del Libro, organizada por la biblioteca central de esa ciudad.

Cada cincuenta millas, Sergio suelta alguna tontería, a veces ingenuas, otras, realmente brillantes.

Detenerse a cargar gasolina, ir al baño, comer, o simplemente estirar las piernas, resulta un martirio. Siempre Sergio nos sigue.

En un instante, mientras el poeta texano Efraín González trata, vía teléfono público, de activar la tarjeta de crédito, Sergio hace fila en la caja.

Delante, una pareja chicana acompañada por unos niños descalzos y sucios, que no pasan desapercibidos: él obeso, cuarterón, entre negro mexicano, tatuado en todo el cuerpo, poseedor de la marca en piel más chovinista que he visto, el mapa de Texas, al lado del ojo.

Como bola de campana le lanza alguna frase en inglés amenazadora. Sentados vemos la escena. Sergio voltea y nos dice: no le entiendo nada.

El ropero humano se acerca a nuestra mesa.

No me gusta que nadie se ponga detrás mío, dice.

Se aleja después de pagar los tres dólares que cuestan los audífonos. Sube a su carro y espera con el motor encendido unos minutos.

Desde el vitral los observamos.

Méndigo chocorrol, dice Sergio, dónde quiere que me forme, si es una fila pa pagar. A poco a su lado. Que no mame.

Domingo por la mañana, ha finalizado el encuentro. En el domicilio del after party, las botellas de vodka, tequila y cerveza lucen abandonadas, hasta las bachas se consumieron. Sólo restan los aromas de las palabras.

En la habitación contigua duerme Sergio con su pareja. Les despertamos. Debemos volver a Monterrey. Extraña que en una sociedad tan represiva como la de los gringos, no hayamos sido visitados por la policía. O por migración.
Regresamos al hotel.

Holiday Inn Crowne Plaza, en el downtown de Dallas. Comparto habitación con Vigil. Dormimos lo que no hicimos mientras bebimos. Al despertar salimos a comer. El centro de Dallas lleno de homeless, pobres sin casa, que viven, caminan y respiran en cualquier esquina.

Después del McDonalds, andamos al memorial JFK. Paseamos y nos asomamos donde asesinó la extrema derecha al presidente católico. En el concreto de la calle, grabado con una tacha, el sitio donde recibió Kennedy el primer balazo. El segundo vino desde abajo, entre las maderas de una cerca.
Entramos al museo y observamos los suvenires. Es curioso. La iconografía de los Kennedy concluye con un libro para recortar a los Obama: vestirlos, ya sea informales, sports o de gala. El primer presidente afroamericano, acusado por la extrema derecha, de comunista y musulmán, comparte visión con el difunto católico.

De regreso, nuestros conductores no aparecen. En la señal de cable de nuestro televisor, habitación 1107, no aparecen los canales latinos.

Hoy es el súper clásico mexicano: Chivas vs América. Previamente disfruto del documental de HBO sobre Bruce Springsteen y su disco born to run, donde aparece Patty Smith y diversos músicos invitados.

Dejo descansar al poeta naranjero, ha bebido mucho y está desvelado. A su edad, ya es duro cargar con las malpasadas.

En el centro de negocios hay dos chicas afroamericanas y un gringuito al que están intentando invitar a la habitación. Les causo ruido al entrar.

Encuentro el site que buscaba. Televisión latinoamericana online. Sintonizo la señal. Están al medio tiempo.

Los comentarios internacionales van de la mano de los dos goles de Chicharito Hernández con el Manchester United, los súper líderes Rayados del Monterrey, y que esperan un buen segundo tiempo.

Dan las siete de la tarde. Termina el encuentro. Marcador final: 0-0.

Ya bajamos tu maleta, me dicen Sergio y Efraín. ¿A poco estabas viendo el futbol?

Contesto glorioso y aburrido, sí.

Menos mal cabrón, dice Sergio, ya se nos estaba haciendo raro que estuvieras muy relajado sentado entre tanto pinche chocorrol.

420 millas nos separa de la frontera.

A aguantar de vuelta a un cínico cabrón lengua larga y bi.

 

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