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5 Noviembre 2010
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Educación extraviada
(Respuesta a Héctor Franco)
Ramiro Estrada Sánchez

Como en tantas cosas de nuestra deteriorada sociedad, se privilegia la escolarización a la formación o verdadera educación,  porque influyen muchos factores que usted menciona en su texto: se sigue vendiendo la ilusión de que terminar una carrera “te prepara mejor para hacer frente a los retos del futuro” (“Y todo por estudiar”, 15diario, 2 de noviembre). Así de que no te distraigas, no pierdas el tiempo en nada que no sea el estudio. Después, cuando te titules, todo será diferente.

Y, en efecto, todo es distinto. Estudiaste hasta la maestría o el doctorado y vas y declaras eso en todas las solicitudes de trabajo, en tanto que las respuestas apenas varían: “Nosotros te hablamos”. “Necesitamos gente con experiencia”. Y las semanas y los meses ¿y los años? se agolpan sin recibir la llamada prometida. Y la frustración va invadiéndote: cómo perdí tanto tiempo en el aula. Ahora me duele el título que después de 15, 17 años de escolaridad obtuve: ¡desempleado!

Por eso me duele ver con cuánta facilidad se extienden licencias para abrir “nuevas universidades privadas”. Las encuentro en todas partes. Su publicidad se nutre de mercadotecnia. Hoy en la mañana, íbamos un compañero de trabajo y yo por Cuauhtémoc, a la altura de la Alameda. Se me ocurre preguntarle qué piensa estudiar su hijo varón, adolescente que el viernes pasado cumplió 15 años y que apenas está en tercero de secundaria.

Me contestó: “No me ha dicho qué quiere estudiar. Todavía le falta cursar la prepa, pero resulta que ahora quiere que lo inscriba en una particular (olvidé el nombre)”. Dice que fueron a la secundaria a hablarles de todas las bondades de esa institución privada y que ya fueron a verla. Está emocionado porque quiere entrar ahí. Nunca, que yo recuerde, la educación privada había florecido tanto como negocio.

Tiene razón. En su vida particular, muchos jóvenes a los que despectivamente llaman los nini, han colgado un letrero en el que escriben la tragedia de su juventud fallida: “Todo por estudiar”.

Que la educación está desde hace buen tiempo en bancarrota, lo compruebo cada día. A veces, personas de mediana edad preguntan el significado de palabras que desconocen totalmente y que ni siquiera son de las rebuscadas.
Se me dio la oportunidad de participar en la instalación de un altar de muertos y fue desconsolador darme cuenta que una gran cantidad de la gente que escuchaba “copal” y “anafre” tenían las ideas más absurdas del significado.
Peor aún. Cargando una canasta con frutos, se cae uno de ellos. Un muchacho se ofrece a recogerlo y me pregunta con el más trepidante desconocimiento: “¿Cómo se llama?” “Tejocote”, le contesto.

En fin, su artículo despierta muchas inquietudes. Debiera usted organizar un foro alternativo donde se trate, con realismo crudo y evidente, los serios problemas educativos. Bueno, proponerlo es fácil. Pero creo que sea necesario.

Gracias por compartir con un servidor sus acicateantes planteamientos educativos.

 

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