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Dédalo
Este recinto sin entorno es mi entraña
casa invadida por los pájaros que se meten por las ventanas
manicomio, asilo de tu dolor
a donde las pesadillas exiliadas vuelven
de donde los oníricos internos salen.
A mí ya jamás podrás dejarme
mi pobre alma
pero puedes elegir el quedarte contigo misma
alcanzar la butaca vacía
médium histérica (o fría y profesional)
vidente de las quimeras que rondan mis jardines
no busques amenazas ni anuncies lo inaudito.
En este laberinto de tierra y aire
donde florecen boquetes en cada poro
donde las serpientes del insomnio cruzan
majestuosas y lentas la caverna de mi cráneo
repugnantes y divinas a través de un ojo avanzan
depositando en cada hueso un rastro de ceniza,
sinuosas aparecen por el orificio de mi oído izquierdo
y se enroscan en el cuello de mi azoro, humildes y suntuosas
en este bosque de setos geométricos
donde los días se encajan en mis vísceras
en esta pirámide para tu corazón dorado
donde el aire escupe coágulos de sangre
en esta galería sin postigos, corredor de la memoria
donde corrientes acuosas inundan mis costillas
calcinan lavosas la retina de mis ojos
aquí donde nacen las llamaradas que arrojo por mis uñas
en las noches enfebrecidas de tu cuerpo
donde mis manos crecen
lenguas incandescentes, láser de miel
aquí, en este espacio inconmensurable
no bastan las premoniciones.
Encontrarás pasadizos hacia el cansancio o el hastío
recogerás caracoles centenarios en los umbrales
en ellos reconocerás el mar de mi mirada
diurnos pasillos llenos de espejos
maraña de sueños
aquí, frágil salamandra
no hay límites sólo decisiones
no hay puertas, sólo entradas y salidas
no hay escenario donde la creación habita
no hay alternativas cuando la voluntad desaparece
de nada sirve el aviso de que te vas
sólo despídete
toma lugar en otra parte,
te darás cuenta que es el mismo sitio en cada espejo
en cada seto, en cada escalinata
arribarás a la sombra de otra bienvenida
descenderás hasta el rincón de otra despedida.
Raúl Caballero García
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