680 1° Diciembre 2010 |
FRONTERA CRÓNICA Apenas abro el programa del sábado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, encuentro que Eduardo Antonio Parra va a presentar el libro El misterio del águila, decido que hay que verlo. Quien presenta a Parra, da algunos datos acerca de su trayectoria y sus libros. Aplausos. Todo parece ir muy bien, pero cuando presenta al autor, Juan Miguel Zunzunegui casi salta con el identificador de papel que tiene al frente para que el presentador rectifique el Manuel que le ha endilgado. Y a partir de ahí, a pesar de que quiere parecer sereno, ya no lo consigue. Cuando Parra toma la palabra, se nota que pasa por un momento incómodo. Empieza titubeante, busca las palabras precisas, pero poco a poco encuentra el modo de ser diplomático, aunque deja entrever que el libro no da para mucho. Lo compara con uno de Taibo II en el que los héroes de la patria se convierten en una especie de superhéroes de cómic. Afirma que la historia de amor que sostiene la novela es la misma de Romeo y Julieta. Afirma con una sonrisa que la novela tiene muchos elementos rocambolescos. Y así, en menos de diez minutos, se detiene para darle la palabra al autor. Zunzunegui empieza por confesar que no conoce el término rocambolesco y que lo va a buscar en Internet para ver si Parra le quiso decir algo bueno o no. Después reconoce que se trata de la historia de Romeo y Julieta porque esa historia vende. Y se lleva así al público, entre risas y ocurrencias que nada tienen que ver con el libro. Habla de la desmitificación de la historia oficial pero, en el ánimo de hacerlo, jamás se le separa, sólo construye una contrahistoria paralela. Y agarra vuelo y el evento se convierte en un show de historia ligera. Alude a su curso sobre mentiras en la historia de México, cuestiona a los héroes oficiales y sus actos heroicos. Sin embargo, con todo el despliegue de conocimientos que posee sobre historia, no se vuelve a referir a la novela sino al hecho de que es la primera parte de una trilogía y que se va a poner buena hasta la segunda y tercera partes. Y pienso por un momento, si las otras son las buenas, ¿para qué leo ésta? Continúa echando tierra sobre Hidalgo, Morelos y los héroes mexicanos de la oficialidad. Amonesta a quienes se la pasan lamentando que nos hayan conquistado los españoles, recrimina que haya gente pensando siempre de manera negativa acerca de nuestro país, conmina a que saquemos adelante a México. Todo en un tono de escritor de libros de superación personal. Habla, habla, habla, no se detiene. De repente pregunta: ¿saben ustedes quién sentó las bases para la república en nuestro país? Calla. Espera respuesta del público que también calla. Ve al presentador y le pregunta: ¿no?, y el presentador calla, por lo que se vuelve a Parra que está distraído: ¿tampoco? Nadie coopera, porque, la verdad, todo mundo quiere que el evento acabe, excepto el autor. Por fortuna alguien le pasa un papelito advirtiéndole que el tiempo ya no da, por lo que Zunzunegui acorta y detiene su show. Al final me acerco a saludar a Parra pero debo esperar a que un hombre que pretende entregarle unas cuartillas hable con él. Parra le dice que él no se encarga de recibir material para publicarlo y al fin lo deja solo. Mientras en la puerta Zunzunegui arenga a la gente para que compre su libro, le digo a Parra: oyéndote a ti, no lo leo; pero oyéndolo a él, menos. Parra no se compromete, sólo comparte mi risa y calla. Hablamos poco porque hay gente que espera saludarlo, como si fuera suyo el libro que acaba de presentar. Por supuesto, la gente no es tonta. jrmavila@yahoo.com.mx
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