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1° Diciembre 2010
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Big Brother en Durango
Luis Valdez

Según Orwell, el Gran Hermano te observa en cada habitación. Calcula tus motivaciones y miedos. Esto para saber de qué tanto eres capaz. Cada día creo más en los encierros, no por miedo, sino para hacerte de un espacio.

En el Campamento Literario realizado en Durango, me tocó compartir habitación con los chihuahuenses José Luis Domínguez (poeta y crítico literario) y Elí, (joven narrador y maestro de música). En la habitación contigua estaban los tamaulipecos Alejandro Betancourt (un grandioso narrador) y el periodista Marcos Rodríguez, compartiendo con Óscar David López.

El proyecto era convocar a cuatro escritores por estado del noreste de México. De Nuevo León llegamos Ximena Peredo, Zacarías Jiménez, el laureado Óscar David López y yo. Lamentablemente Nuevo León sigue siendo un estado de cultura centralista. En cambio, Tamaulipas tiene escritores en Victoria, Nuevo Laredo y Tampico. Chihuahua cuenta con artistas de gran trayectoria en Cuauhtémoc, Chihuahua, Delicias y Juárez. Coahuila se debate entre los conservadores de Saltillo, los explosivos de Torreón, y los casi cursis de Monclova.

En Durango hay poetas que insisten en su obra, como Petronilo Amaya (quien además tiene mucha experiencia como editor de la revista Contraseñas y ahora REDartes), Jesús Marín, Miguel Ángel Ortiz e Ismael Lares. Los cuatro son de letras prodigiosas. También hay narradores que se han ganado a pulso premios de novela, como Jesús Alvarado, que está a punto de tomar las maletas a una residencia artística en Brasil. Narradores cronistas como Armando Gallardo, y dramaturgos como Víctor Hugo González.

No dejan de impresionarme las letras del noreste de México. Se supone que tenemos las mismas características y por ende los mismos temas… pero no es cierto. Estamos lejos de Tijuana y de Los Cabos. Durango es, con todas las de la ley, un estado con cultura norestense (no son tan hardcore como los de Tijuana, pero se entienden con los de Torreón).

Ahora explicaré la dinámica de un Big Brother literario (en un campamento): el proyecto Caza de Letras que realiza la UNAM cada año, es una serie de pruebas literarias en la que se pide que cada escritor tenga un pseudónimo y un blog. Hay puntaje por votos de lectores y de jurado. Todo esto vía Internet. Pero en un campamento literario, te encierras 5 días en un rancho donde duermes en cabañas, compartes habitación con dos o tres compañeros, desayunas, comes, cenas y trabajas con todos. No es sencillo. Hay egos, hay escritores rockstars, hay maestros que no toleran las opiniones de personas de menor edad. Pero un coordinador como el escritor Hernán Lara Zavala, sabe equilibrar estas posturas. Nos invita y hace hermanarnos, llamarnos colegas en vez de “maestro”, o “cosa” o “tú”.

Algunos se ponen a repelar justo el día en que les toca leer sus textos, poniéndose a la defensiva con que “no hay comentarios de calidad”, otros sueltan ráfagas de opiniones lapidarias, sin aplicar en sus propios textos un mínimo criterio de lo que dicen. Otros escuchamos, leemos, bebemos y nos contamos anécdotas que tienen que ver con la mala suerte en las dinámicas del sexo. Uno viene a aprender.

 

 

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