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13 Diciembre 2010
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Periodismo en carne viva
Alejandro Heredia

Ha quedado demostrado que el movimiento Wikileaks no es un zoológico de geeks trasnochados ni de terroristas del ciberespacio. Quizá es mucho más que eso, una cofradía de supersabios de la informática quienes por años fueron fraguando el escalonamiento ofensivo y defensivo para poder parir las revelaciones en video y en texto, de las cuales hemos disfrutado una gran mayoría de ciudadanos. Porque es preciso mencionarlo, el asunto cablegate, como le dice el staff de Wikileaks, en el contexto de aldea global que ha venido desarrollándose desde los años noventa del siglo pasado, nos ayuda a entender a todos nosotros, supuestos ciudadanos globales, que la falta de transparencia y de compromiso, no solamente son un mal de los políticos domésticos, sino que constituye un generalizado síntoma de una masiva falla sistémica y sistemática, en la “ciencia” política global.

Obviamente la respuesta del departamento de Estado estadounidense fue una perla de simulación y sobre todo de falta de crítica hacia sus prácticas de espionaje encubiertas en la diplomacia. A lo largo y ancho del globo, los intereses estadounidenses están numerados, inventariados como las características biométricas de los candidatos a presidente del Paraguay, psicoanalizados, como en el caso de Cristina Fernández de la Argentina o Felipe Calderón, de México. Cándidamente algunos jefes de estado han esgrimido el argumento cuan patético como estrecho de miras, de que tales documentos fueron obtenidos de manera ilegal; aunque es prudente señalar que todos y cada uno de tales documentos inciden en los países de los cuales versan, ya sea por los intereses económicos estadounidenses en juego, tanto el grado de influencia que tengan sobre los gobiernos para conseguir ser tomados en cuenta por el gobierno en turno.

Ahí es donde los últimos documentos (250,000) dados a conocer –muy metódicamente por diarios globales-, no solamente ponen en crisis a la muy dañada diplomacia internacional, la cual recordemos, Estados Unidos le dio el golpe de gracia en el año 2003 cuando perpetraron la invasión a Irak; sino que ponen en entredicho algunas teorías en el ámbito de las relaciones internacionales, como en lo que toca al ejercicio del periodismo. Aquí dos breves bosquejos:

Los estados nación van en declive
La cada vez mayor influencia de las multinacionales en la toma de decisiones a nivel global, muchas veces abusivamente interpretada como una libertad absoluta, irreprochable por cualquier ente público; adquiere su verdadera configuración cuando los estados nación abiertamente se lanzan a la defensa de las compañías vernáculas. Efectivamente las dinámicas socioeconómicas de los últimos tiempos ponen en tela de duda, ciertos conceptos integradores del estado-nación, eso en términos evolutivos es bueno, porque la duda ha sido un motor incansable en los progresos del saber humano. Sin embargo, ante el reto de crear nuevos esquemas que desaceleren el proceso de caducidad de las capacidades estatales, se ha caído en la aceptación generalizada de su ineficiencia, sobre todo en naciones como la mexicana donde la tecnocracia empoderada no alcanza a ver más allá de sus paradigmas de ultramar.

En este orden de ideas, lo que dejan traslucir algunos cables diplomáticos es la muy intensa labor de promoción y defensa de los intereses económicos estadounidenses en cada rincón del mundo. Claro esta, los agentes económicos más beneficiados son las empresas norteamericanas, claro que como unos leones se lanzaron a defender los intereses de Google en China, claro que los demás países poderosos se encargan de patrocinar también las actividades comerciales de sus empresas oriundas. No por nada el término gobernabilidad se puso muy en boga últimamente, todavía tiene músculos el estado.

Hacia un periodismo en carne viva
Interesantísimo que a nivel mundial esté pasando algo que en México ya se estaba manifestando, en esencia. El predominio de los medios alternos (blogs, trascendidos, páginas web no oficiales), pueden significar la única forma fiable de informarse, ahí todo el paradigma de la vieja escuela, las malas prácticas profesionales, la muy en entredicho, ética de opinadores profesionales y reporteros boletineros, se cae a jirones.

Sustancialmente se puede analizar de la siguiente manera, el mensajero cuando su misión es de informar, debe transmitir los hechos y datos duros tal cual. El procesamiento de la información debiera ser mínimo, tomando en cuenta la subjetividad que cada persona. Esto alcanza para replantear la “ciencia” comunicacional, una nueva epistemología acorde con la lastimosa realidad, con el poder económico y político interesados siempre en ocultarse.

Los hackers, quién lo diría, son los nuevos mosqueteros resistiéndose al status quo; pero ahí radica la ironía de todo este asunto, la internet nació limitada, conforme ha pasado el tiempo el sueño libertario se ha apoderado de las mentes de los ciberciudadanos, y ahora parece ser que esa libertad acariciada será echada a empellones de los servidores.

 

 

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