688 13 Diciembre 2010 |
Contra la tarjeta miseria Viernes 10 de diciembre. 18:15 hrs. Me he trepado a una jardinera de la estación metro Padre Mier. Desde aquí varios fotógrafos presencian la Marcha contra la Tarjeta Feria, que inició hace unos minutos en el Mercado Juárez y ahora bloquea las dos calles principales del centro de Monterrey. Los usuarios de transporte urbano que esperaban en la explanada de Colegio Civil, parecieron extrañados cuando vieron a un contingente de personas de la tercera edad avanzando de manera lenta por Juárez. Aunque eran de caminar pesado (por los callos en los pies, el dolor en la pierna, el accidente en las rodillas o el malestar en la columna), estos manifestantes gritaban a todo pulmón: “La tarjeta feria, nos deja en la miseria”. No era una peregrinación del INAPAN (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores) hacia el Santuario de la Virgen de Guadalupe. En esta marcha también había estudiantes, maestros, obreros y miembros sindicales. Denunciaban la imposición de una tarjeta de prepago por parte del gobierno, a un transporte público que no tiene mejora de servicio ni mantenimiento. La tarjeta tiene un costo. Quienes no cuenten con ella, deberán pagar extra. Quienes cuenten con ella, pueden padecer que el lector del camión no sirva o les quite saldo de más. Algunos ciudadanos proponen un amparo. La invitación dice así: “A los usuarios: El contingente se detiene en el cruce de Juárez y Juan Ignacio Ramón. Se atraviesa en el centro y gira hacia todas las esquinas para que las personas que regresan a sus casas caminando por la calle o sentados en sus autos o camiones, los vean. Algunos suenan sus claxons, pero la mayoría tiene miedo. No quieren estar demasiado en la calle. Prefieren estar resguardados en sus casas y no en las calles. Son días de balaceras gratuitas y absurdas. Se requiere valor para salir a recorrer una arteria principal de una urbe que está en caos. Para ofrecerle unas horas y minutos de tu tiempo a una causa. La policía vive con más miedo que el ciudadano común. Por eso son incapaces de cambiar las cosas para bien. Por eso sólo vemos caras nerviosas de los agentes de tránsito cuando seguimos hacia Padre Mier y nos detenemos nuevamente. Ante el miedo de los agentes de policía y tránsito (que también quieren acabar ya el turno para correr a sus casas), la ciudad ha vuelto a ser de los ciudadanos sobrevivientes. La primera etapa fue dirigirse desde el Mercado Juárez hacia el sur. Ahora nos dirigimos de nuevo hacia el norte. Se han terminado todas las copias de invitaciones al amparo, repartidas entre los ciudadanos que se acercaban a la marcha. Algunos señores llamaban a unirse. “Vengan, apóyennos, únanse a la marcha”. Llegamos nuevamente a la esquina de Juárez y Juan Ignacio Ramón y nos metemos por esta calle, rumbo a la Explanada de los Héroes. Estamos a pocas calles. Algunas parejas se asustan al ver al centenar de personas que corean “Va a caer, va a caer, la tarjeta va a caer”. Un tipo grita desde su camioneta: “¡Pónganse a jalar!” Uno de los activistas pide a las cámaras que se acerquen porque va a leer la carta que le dejarán al mentado político: “Rodrigo Medina de la Cruz Un grupo de muchachas posan bajo el marco de la puerta de palacio con una pancarta que dice: CANCELACIÓN DE LA TARJETA FERIA. Una señora se ha sentado en los escalones. Se le nota el cansancio en el rostro, pero sigue sosteniendo una cartulina con un mensaje de protesta. Moisés Ayala ha venido de Galeana a pasar el fin de semana en Monterrey. Está platicando con un Julio César Méndez que acaba de llegar y toma fotos para su periódico El Santacatarinense. Cuando digo que ya me voy, Moisés dice que estas cosas lo ponen triste. -Monterrey es una ciudad productiva. La gente dice “pónganse a jalar” porque piensan que si se ponen a trabajar más, van a tener más dinero y en una ciudad con más dinero, las cosas les van a ir mejor… y no. Tiene razón. Hay personas que cumplen con sus ocho horas de oficina, y un trabajo extra los fines de semana, pero no alzan el cuello para exigir a los políticos que mientras más trabajan los ciudadanos, más impuestos se le paga a la arcas del gobierno… y entonces es cuando podemos exigir. “Porque trabajo y pago impuestos, exijo”. Varias personas discutían sus opiniones al ver pasar la marcha por la calle. A más de una escuché decir entre pláticas “es que es cierto, tienen razón”. En cambio, todas esas otras personas que gritan un simplón “pónganse a jalar”, deben aprender que exigir es su derecho.
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