ANÁLISIS A FONDO
Se va Granados Chapa
Francisco Gómez Maza
Periodista de tiempo completo
Un ser humano excepcional
Ciudad de México.- Despedirse es difícil. Es dejar atrás todo lo que se ama. Y más, despedirse para no volver. Es cerrar un ciclo definitivamente.
Pero así es este negocio de la vida. Un día tenemos que marcharnos. Establecernos en el punto del no retorno. Así es la vida.
Conocí a Miguel cuando era parte del equipo de “Los Migueles”. Tenía su oficina junto a la del director general de Excélsior, Julio Scherer García. Granados Chapa lo compartía con Miguel López Azuara. Ambos dedicaban su vida a redactar los editoriales del periódico.
Yo había sido enviado a trabajar a la redacción de la agencia informativa Latin Reuters, en la corresponsalía en ciudad de México. Excélsior era el principal accionista de la empresa, encabezando a los diarios más importantes de América Latina.
Eran tiempos sombríos en este continente, que entonces era llamado “el continente de la esperanza”. Gobernaba la república de Chile el inmemorial Salvador Allende. Pero su principal colaborador, el general Augusto Pinochet, fue utilizado por Washington para acabar con esa experiencia democrática. Y con el golpe de estado contra Allende acabó la experiencia de periodismo independiente, democrático, integracionista, latinoamericanista, de Latin Reuters. Corría el fatídico año de 1973. Bueno. Qué año no ha sido fatídico para los mexicanos y para los latinoamericanos.
Nos corrieron a muchos. En México, yo fui el primero. La empresa, aún débilmente presidida por Excélsior, se negaba a indemnizarme. E intervino el gran Miguel. El jefe de la oficina en México tuvo que aceptar la orden. Me indemnizaron conforme a las leyes laborales mexicanas. No perdí tiempo. Me reintegré a la Casa Excélsior.
Fue prácticamente el primer impulso que recibí como periodista de Granados Chapa.
Luego vino el golpe de Luis Echeverría contra Scherer García y el proyecto periodístico que hizo de Excélsior el mejor diario de América Latina y el mejor de habla hispana en el mundo. Y otra vez. De nuevo. En la calle. Echeverría Álvarez no soportó un diario informativo, analítico, crítico.
Pero como no hay mal que por bien no venga. Scherer García encabezó los esfuerzos para fundar la revista Proceso. Mas, como prolegómeno, iniciamos la agencia de noticias CISA (Comunicación e Información). Paco Fe Álvarez y Paco Gómez Maza. Recorrí todo el país, en autobús para hablarle a los principales periódicos de los estados de la experiencia de Proceso y de la necesidad de apoyar el proyecto de una agencia de noticias profesional e independiente. Tuvimos buen éxito.
Granados Chapa hacía buen dúo con Scherer en la subdirección de la revista. Siempre puntual, siempre atento a los acontecimientos, siempre amigo. Un periodista hecho y derecho. Había tenido una escuela dura, difícil, disciplinada. Enseña mucho tener que pensar, reflexionar, redactar tres editoriales diarios. Y los de Excélsior marcaban la agenda del periódico, y ésta marcaba la agenda nacional. Inclusive la del presidente de la república.
Durante todo el trayecto de mi carrera periodística hasta Proceso, Miguel Ángel fue uno de mis principales maestros. Aprendí de él la disciplina que debe guiar el diario vivir, el diario ajetreo, del reportero. Una vida entregada al periódico las 24 horas del día con sólo el suficiente reposo para recuperar fuerzas.
Aprendí de Miguel la entrega total a lo que el periodista más ama. Su trabajo. Sus cuartillas dobladas en cuatro y su lápiz o bolígrafo. Ah, y su máquina de escribir. Ahora, su computadora. Indudablemente que el reportero ama a su esposa y a sus hijos, pero ─¿injusto? No lo sé hasta ahora─ cuando se trata de ir por la noticia, el periodista es capaz de sacrificarlo todo, y sacrificar a sus seres queridos. Sigo sin encontrar la respuesta a la pregunta: ¿justo?
Pasados unos años, ambos cogimos caminos distintos, siempre en este inmenso escenario del periodismo. Nos encontramos por un breve espacio de tiempo en El Financiero, al que Alejandro Ramos me invitó y me hizo el honor de ser fundador, a la maravillosa y refrescante sombra de El Cónsul, ex reportero de Excélsior también. Rogelio Cárdenas Sarmiento.
En ese gran proyecto periodístico, también participó Granados Chapa. Pero emigró en busca de mejores derroteros. Y no paró. Encontró por fin su camino. Su Plaza Pública, que se inició en un periódico de los llamados chicos –Cine Mundial-, se convirtió en un referente de quienes dan la pauta de la agenda política nacional.
Miguel Ángel Granados Chapa se despidió ya del periodismo. No creo que se haya despedido de la vida. Lo recordaré el tiempo que me quede en este mundo. Lo entiendo. Lo comprendo. Pero aún no puedo asumirme despidiéndome del periodismo. Debe ser muy difícil tomar la decisión. Quien la tome en su tiempo, como lo hizo Miguel, es muy valiente. Debe doler mucho despedirse de lo que uno más ama.
Como Miguel Ángel, amo mi plumita, amo mis cuartillas dobladas en cuatro, amo a veces mi grabadora, ahora de esas que pueden grabar horas. Amo mi laptop. Veo todo el tiempo mi máquina de escribir silenciosa, estacionada ahí en el rincón de mi estancia. Y todo me trae a la memoria a los colegas, a los compañeros, a los amigos con quienes compartí mi vida de reportero.
Miguel Ángel Granados Chapa ocupa un lugar muy especial en mis recuerdos. Un periodista hecho y derecho. Un ser humano excepcional. Felicidades, Mike.
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