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929 16 Noviembre 2011

ANÁLISIS A FONDO
CFE improductiva

Francisco Gómez Maza

Triste ejemplo: la Comisión Federal de Electricidad
Y es presentada como una empresa de clase mundial

C
iudad de México.-
Los diccionarios de economía definen la productividad como la cantidad de producción de una unidad de producto o servicio por insumo de cada factor utilizado por unidad de tiempo. En buen cristiano, es ser fecundo, eficaz, útil. Su contrario: la infecundidad, la aridez, la esterilidad, la ineficacia, la inutilidad.

El presidente Felipe Calderón señaló la semana pasada, en una comida con empresarios mexicanos, que en su opinión Grecia debería abandonar la zona del euro para posteriormente devaluar su propia moneda y con ello reducir los salarios y las pensiones reales para obtener competitividad económica gracias a exportaciones y mano de obra barata, y regresar en algunos años, una vez aprendida la lección.

Las declaraciones del presidente denotan que, a cinco años de haber tomado posesión de la presidencia, sigue sin saber cómo hacerle para que un país incremente su productividad de forma alterna a la aprobación de las reformas estructurales, cuando lo cierto es que éstas no aumentan la productividad de un país, sino su competitividad, de acuerdo con los economistas del boletín Tendencias Económicas y Financieras.

La productividad y, en consecuencia, el nivel de vida de la población, crecen con inversiones en tecnología e innovación.

Caso emblemático es el de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), una empresa que se presenta como “de clase mundial”, pero que no acaba de ser ni siquiera de clase nacional y en la que, recientemente, se dieron escándalos de corrupción.

Trimestre a trimestre es la misma historia con la CFE, recuerda Tendencias: a pesar de que los usuarios pagamos en todo México tarifas mucho mayores a las de Estados Unidos por el servicio eléctrico, la CFE incrementa sus pasivos y siempre está en número rojos, ante una abultada carga de pasivos laborales.

Hace 13 años, en la administración del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, se aprobó la generación privada de energía eléctrica, siempre y cuando el excedente se le “vendiera” a la CFE para que ésta, a su vez, lo revendiera al resto de los usuarios. Esta medida se tomó para evitar el colapso del sistema eléctrico nacional ante el incremento en la demanda de los consumidores y la falta de recursos públicos suficientes para construir infraestructura propia y hacer frente a la demanda, aunado a la negativa, sin razón alguna en pleno siglo XXI, del Congreso de la Unión para no permitir la inversión privada, ya fuera nacional o extranjera, en el sector.

Si no hubiera sido por esa medida, la infraestructura nacional habría quedado rebasada en los primeros años del milenio. En cambio, hoy en los hogares e incluso en las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas), gracias a la energía solar se pueden instalar dichos equipos, generar su propia luz y no pagarle a la CFE por ese consumo, por no hablar de las grandes empresas que han invertido en parques eólicos para generar luz a un menor costo y reducir su gasto en energía eléctrica de manera importante.

El informe de Tendencias Económicas y Financieras registra:

El muy escueto reporte de resultados de la CFE señala ingresos por 214 mil 882 millones de pesos en el tercer trimestre de 2011 (3T11). Pero con menos gastos la empresa tendría una utilidad de 20,401 mdp; mas, como tiene un costo actuarial por pensiones de 39,423 mdp da, como consecuencia, una pérdida de operación de 19,022 mdp para el 3T11, ya superior a los 37,125 mdp perdidos en todo el 2010.

Otro punto destacado es que los pasivos laborales a finales del 2005 sumaban 188,694 mdp; para el 2006 la cifra subió a 208,730 mdp, y al 3T11 es de 293,737 mdp, con pasivos totales incluida la deuda y Pidiregas por 603,737 mdp frente a los 334,459 mdp, que era el pasivo a finales del 2006.

Para los economistas fuente de la información, es muy evidente que la CFE, dirigida por el Congreso de la Unión como primer fiscalizador del gasto gubernamental, debe poner fechas y límites para que regrese a la utilidad, o en su defecto sea desincorporada y privatizada, como en su caso sucedió con Teléfonos de México, para hacerla una empresa rentable o no, pero cuyas inversiones muy cuantiosas no salgan de los impuestos, y esos recursos, muy escasos en el presupuesto nacional, no se desvíen de las prioridades nacionales, como la educación, salud, seguridad, etcétera.

Se debe mencionar que año con año se erosiona el patrimonio de la empresa, y al quedar en cero por la mayor carga laboral se hará evidente su privatización, o bien mayores erogaciones presupuestales, lo que sólo traerá descontento social para el gobernante a quien le explote la bomba en las manos.

analisisafondo@cablevision.net.mx

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