ANÁLISIS A FONDO
El desencanto
Francisco Gómez Maza
Evidencias que no ve ni oye FC
Cato: La guerra ha fracasado
iudad de México.- La violencia y la muerte descomunales producidas por la guerra del narcotráfico en México están agudizando el descontento ciudadano y de líderes políticos, incluso del partido del señor Felipe Calderón, contra lo que digan las encuestas a modo.
Al descontento de los 23 mil mexicanos que demandaron ante la Corte Penal Internacional a “funcionarios” gubernamentales y al “crimen organizado” por delitos de lesa humanidad, hecho que “indignó” al saliente “presidente” Felipe Calderón, se suman millones de indignados.
“El descontento hacia la guerra contra las drogas crece en México”, acaba de reportar Ted Galen Carpenter, vicepresidente de Estudios de Defensa y Política Exterior del Cato Institute y autor o editor de varios libros sobre asuntos internacionales, incluyendo “Bad Neighbor Policy: Washington's Futile War on Drugs in Latin America” (Cato Institute, 2002).
El texto Galen Carpenter, publicado originalmente en la publicación estadounidense “The National Interest”, el 16 de noviembre de 2011, no tiene desperdicio:
Cuando el presidente mexicano Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra los poderosos carteles de la droga en diciembre de 2006, su estrategia gozaba de un amplio apoyo doméstico. Pero su estrategia de confrontación no ha resultado como se esperaba. Al menos cuarenta mil —y de acuerdo a por lo menos una estimación tal vez hasta cincuenta y dos mil— personas han muerto por causa del incremento en la violencia durante los últimos cinco años.
Sin embargo, esta desagradable realidad ha causado que importantes segmentos de la población mexicana y, tal vez más importante aún, que líderes políticos del país, gradualmente se hayan desencantado de la guerra contra las drogas.
Entre los descontentos con la guerra sostenida a sangre y fuego por Calderón, el experto del Instituto Cato, con sede en Washington, anota a personajes como Rubén Aguilar, el estratega mediático del ex presidente Vicente Fox; a éste mismo, al senador Ramón Galindo, partidario también del presidente, quienes inclusive le han propuesto al mandatario negociar con los narcos.
Pero para Galen Carpenter, la deserción más destacada de los partidarios de la guerra contra las drogas ha sido el predecesor de Calderón, Vicente Fox. Pero, de acuerdo con el experto, Fox parece reflejar mejor que Calderón la tendencia en la opinión pública e incluso en la opinión de las elites.
De acuerdo con el experto del Cato, varios hechos indican que Fox difícilmente es el único miembro de la élite política de México que quiere un cambio de política “drástico” con respecto a la guerra contra las drogas. Y en este sentido, menciona el reporte de 2010 de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, conformada por más de una docena de ex líderes políticos, diplomáticos y otros dignatarios, en el que criticaron firmemente la guerra contra las drogas.
Tres líderes de esa comisión, incluyendo el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, publicaron un artículo en el Wall Street Journal, en el que expresaron su tesis de manera categórica. “La guerra contra las drogas ha fracasado”, agregando que “Las políticas prohibicionistas basadas en la erradicación, la interdicción y la criminalización del consumo simplemente no han funcionado.
Que Zedillo haya firmado ese artículo —así como también el todavía más prestigioso reporte de la Comisión Global de Políticas de Drogas, publicado en junio de 2011— es una indicación más de que el descontento hacia la guerra contra las drogas está creciendo dentro de la élite política mexicana.
Y en este sentido, menciona que el PRD, el tercer partido más importante en la competencia política triangular del país, ha hecho un llamado a que se legalicen las drogas. Santiago Creel, el aspirante presidencial del partido de Calderón, recientemente expresó que retiraría a las fuerzas armadas de la lucha contra los carteles de la droga si fuese presidente.
Otra analista que se refiere a la guerra de Calderón es Gabriela Calderón de Burgos, editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Librar una guerra contra el narcotráfico tiene un costo extremadamente alto en vidas, y amenaza con destruir las instituciones necesarias para mantener una democracia en varios países de la región. Cada vez se vuelve más evidente que la guerra no está ni reduciendo la disponibilidad o el consumo de drogas y que agrava los daños colaterales asociados con ellas.
“Cuando el presidente mexicano Felipe Calderón llegó al poder, en diciembre de 2006, le declaró una guerra sin cuartel al narcotráfico e involucró a las fuerzas armadas. La tasa de homicidios del país, medida como el número de homicidios por cada 100,000 habitantes, había venido cayendo de manera sostenida desde mediados de los ochenta, pero entre 2007 y 2010 ésta se ha disparado en un 260%. El gobierno reconoce 35,000 muertes relacionadas con el crimen organizado entre diciembre de 2006 y fines de 2010, aunque cálculos independientes ubican la cifra entre 40,000 y 52,000.
¿Son en vano estas muertes? Pregunta Calderón de Burgos. El principal promotor a nivel mundial de la prohibición es el gobierno de Estados Unidos —país donde también se concentra la mayor demanda de drogas— y es interesante que el informe anual producido por el Departamento de Justicia de dicho país aporta evidencia de que la guerra contra las drogas está fracasando.
En países como México y Guatemala el costo de la guerra contra las drogas se ha vuelto tan prohibitivo y doloroso, que sería frívolo continuar con la misma estrategia, concluye la experta.
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