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LOS JUEGOS DEL LENGUAJE
Ileana Cepeda

culturalogoTengo las nachas planas de tanto estar sentada; ayer estuvimos hasta las 4:00 de la mañana jugando conquián y bien amarradas con “el viejo”. Resulta que últimamente me he “calado” jugando con varios grupos y el resultado ha sido interesante.

El conquián es un juego español, que llegó a México y como muchas influencias españolas las hemos mexicanizado e incluso llegamos al punto de cambiar las reglas del juego y terminar jugando un conquián distinto al propuesto por los españoles. La terminología que usamos los participantes, seguro ni se la imaginan los promotores del juego; y para muestra un botón:

La terminología. El rey, con todo y su corona, postrado sobre la carta con su traje elegante y su capa roja, queda sublevado a que mi abuela lo llame “pásame un panzón”. El caballo, sin importar a quién lleva encima, es simplemente el caballo; el once de oros, bastos, copas o espadas, las primas le llamamos “pásame un papichulo”. La zota, una coalición mujer-hombre, aceptamos las mujeres que le llamen “vieja”. Los bastos son los barrotes, o ya más entrado en confianza, son también los “toma”; las espadas son los “puñales”; los oros son “el dinerito”; las copas son: “A”, “B”, “C” o simplemente alzas la mano simulando sostener una copita y la empujas hacia la boca.

En fin, cada grupo formula sus códigos para comunicarse efectivamente en comunión con el juego, distorsionando el lenguaje formamos una comunidad a la cual fácilmente podrás adaptarte, si tienes la pasión por la competencia, el tiempo para jugar horas y el dinero para apostar.

- Hey, aquél vio el cambio antes de aventar, no hagas “chapuza”, no la “friegues”.

Horas antes del juego…
Hoy antes del juego vi cómo mi tío arrastraba los bigotes de pena porque su hijo no le había llamado. Mi tía tenía lágrimas en los ojos, porque había peleado con su hermana y con su madre por las preferencias que existían entre cada una. Mi sobrino tenía cara de humillación, mientras veía a su mamá fumar de ansiedad; yo tenía mis ojos cargados de tristeza; tristeza, coraje, humillación, agobio, llanto, todos desaparecieron por unas horas mientras jugábamos y nos burlábamos de la vida con el conquián.

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