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EL DINOSAURIO
DE MONTERROSO
Eligio Coronado

culturalogo¿A qué se debe el impacto de un texto literario? ¿Será por su trama o por su autor?

¿O será por su estilo o por su extensión? ¿Podría ser por el momento en que es publicado o por su ingenio? ¿O tal vez por el medio en que se publica (revista, suplemento, libro, internet) o por el lugar geográfico? ¿O, finalmente, será una cuestión de azar?

         Cuando publicamos un texto quisiéramos que todo mundo lo leyera, pero la verdad que muy poca gente lo hace (según las inevitables estadísticas, el mexicano lee sólo dos libros al año). Eso hace muy incierto el destino del trabajo literario. Y sin embargo hay textos que logran trascender. Uno de ellos es “El dinosaurio” de Augusto Monterroso (Tegucigalpa, Honduras, 1921-Ciudad de México, 2003).

         Se trata de una minificción de apenas siete palabras. Sí, exactamente siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Su autor lo publicó en 1959, en México, en su libro Obras completas (y otros cuentos).

         ¿Qué tiene este minicuento para haber generado tantas ediciones, variaciones, parodias, traducciones, ensayos, entrevistas, testimonios, talleres literarios y hasta un libro?

         El dinosaurio anotado. Edición crítica de “El dinosaurio” de Augusto Monterroso*, editado por el investigador capitalino Lauro Zavala, recoge una parte de todo el material y todo el efecto producido por este minitexto en la selva de textos literarios escritos en el mundo desde 1959 hasta la fecha.

         “El dinosaurio” ha sido incluido en al menos doce antologías de España, Italia,
Argentina, Chile y México. Se ha traducido al francés y al italiano. Se han escrito diversos ensayos sobre el mismo y ya cuenta con su propia bibliografía, la cual figura en este libro.

         También se incluyen en El dinosaurio anotado dos testimonios sobre el origen de tan célebre minihistoria: uno de Alí Chumacero y otro de Juan José Arreola. Para no soltar mucha prenda, digamos nada más que a éste último le ocurrió la anécdota que generó al pequeño cuentosaurio.

         ¿Y qué es, en resumidas cuentas, “El dinosaurio”? Pues es un texto ultracorto, enigmático, que semeja el final de un cuento dentro de una atmósfera de sueño y, si se quiere, con ribetes de terror. Todo esto, creo yo, fue la causa de su impacto.

         Tres cosas para terminar: El dinosaurio anotado incluye también el texto íntegro (siete palabras) y el manuscrito original de “El dinosaurio”, así como la hilarante respuesta de una culta dama a la que le preguntan por este diminuto relato y responde muy docta: “Ah, es una delicia (…) ya estoy leyéndolo” (p. 29).

 

* Lauro Zavala, edit. El dinosaurio anotado. Edición crítica de “El dinosaurio” de Augusto Monterroso. México, D.F.: Edit. Alfaguara / UAM, 2002.   135 pp.

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