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CRÓNICAS DE UN BOSTEZO
LA CARTERA
Aureo Salas

culturalogoGente que sueña y lo registra con un especialista que se dedica a desentrañar los mensajes subconscientes de las fantasías oníricas.

Esto es parte de sus expedientes…

        Archivo #3098
         Iván Santiago – Comerciante
         28 de septiembre 2008

Estaba esperando el camión frente al mercado Juárez, traía un morral con quesos asaderos que había comprado para vender en la tienda, cuando un sujeto con fea apariencia se paró frente a mí y me miró de mala manera. Iba a decirle algo para que se alejara y me dejara en paz, pero antes que abriera la boca, me la cerró de un derechazo y me tumbó a media banqueta dejándome casi noqueado.
Cuando me levanté y me repuse del trancazo, me di cuenta que ya no traía la cartera, los quesos rodaban por la calle y eran aplastados por los camiones. En ese momento, una patrulla de la policía se detuvo junto a mí.
—¿Algún problema, amigo? —me dijo el policía mientras se bajaba de la patrulla.
—Me asaltaron, señor —le dije—, un marihuano me robó la cartera.
El policía habló por su radio y en un minuto ya me rodeaba un montón de patrullas con las torretas encendidas.
—Soy el comandante Pérez a sus ordenes —me dijo un policía—, disculpe la tardanza, en estos momentos nos vamos a organizar para ir a buscar al sujeto que cometió la tropelía en su persona… usted no se preocupe, ahorita hay tres patrullas dando un rondín por el área, y en unos segundos, cuatro más se les unirán… ¿Cómo dice que era el sujeto?
—Marihuano…
—Pero no se preocupe, señor… mire, en estos momentos he mandado una unidad al centro para que traiga un refrigerio para usted… pero no es para que nos solape por hacer mal nuestro trabajo, si usted está inconforme, ponga la queja, que la acataremos con mucho gusto… nosotros estamos para protegerlo… y el refrigerio es para que vea que somos sus amigos…
—Pero mi cartera… y mis quesos…
—No se preocupe, buen hombre, ahorita me junto con mis compañeros y le reunimos un dinerito… y le compramos sus quesos… y si el sujeto no es ubicado, le completamos lo que traía en la cartera…
—Eran 500 pesos…
—Lo que sea… es el precio de la confianza que deben tenernos… y si lo desea, podemos llevarlo a su casa en una de nuestras unidades… para que vea que puede contar con nosotros… y me da pena… me da mucha pena no haber estado aquí en el momento justo de la agresión… para defenderlo… mil perdones… en serio… a nombre de toda la corporación… mil perdones…
—No se preocupe…
—Es más… si se siente aburrido, ahorita le mando hablar a un compañero para que le cuente unos chistes… conoce de todos y los sabe contar muy bien… porque ya sabe que depende de cómo se cuenten…
En ese momento abrí los ojos, estaba mareado y acostado en el suelo, la boca me sabía horrible, me pasé la mano por ella y se me llenó de sangre. Una patrulla se detuvo a mi lado mientras me levantaba con dificultad. Busqué el morral de los quesos por todos lados, como desesperado, pero no lo encontré. Un policía bajó de la patrulla mirándome muy feo.
—¿Qué pasó? —preguntó el policía.
—Me robaron la cartera —dije, me tenté el pantalón y sentí la cartera—, no… la cartera no… me robaron los quesos…
—A ver… a ver… a ver… cómo está eso que la cartera y los quesos… yo no veo nada de quesos…
—Es que me los robaron…
—¿Y la cartera?
—No, esa si la traigo —saqué la cartera.
—A ver —el policía me arrebató la cartera y se la dio a un compañero que estaba dentro de la patrulla—, ¿y cuánto dice que traía?
—Como quinientos…
—No es cierto, compañero —dijo el policía que estaba dentro de la patrulla—, son cien pesos… se me hace que está echando mentiras.
—¿Cien? —dije, los policías me regresaron la cartera y la abrí, nada más traía cien pesos—. Yo traía más…
—Mejor vete… mi compañero ya te está viendo feo… ¿qué tal si tú te robaste esa cartera?
Y me fui, cabizbajo y queriendo despertar de nuevo.

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