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MADONNA:¡SE MOVIÓ
LA FILA!
Lorena Sanmillán
Poca gente pudo permanecer ajena a la noticia de la muerte de Michael Jackson. Simpatizantes o no, todos nos enteramos del deceso. Imagino el momento en los periódicos y en los canales de noticias. Supongo que ya tenían el número pensando para el día siguiente, cubriendo la muerte de Farrah Fawcett en primera plana. Entrevistar a los productores de Los Ángeles de Charlie, a los familiares, a especialistas sobre el cáncer. A media tarde, todo fue acelere y confusión. Rehacer la primera plana, subir de nuevo la nota, entrevistar a otras personas preparar reportajes especiales, acomodar a Farrah en un lugarcito, cuando antes le darían varias de las ocho columnas. El video anquilosado de Thriller volvió a la pasarela. Si lo vi o escuché quince veces, fueron pocas y eso sólo contando la tarde-noche del jueves.
Cuando imaginé esto, me vino a la mente la novela de Antonio Tabucci, “Sostiene Pereira”. Pereira es un periodista que ha abandonado la crónica negra para dirigir la sección cultural de un periódico de la ciudad, el Lisboa. Es un hombre tranquilo, sin ideas políticas, dedicado sólo a la literatura, a la francesa en particular, y al recuerdo de su mujer, muerta pocos años antes, y con cuyo retrato sigue hablando cada día. Todo se trastorna cuando un joven, Monteiro Rossi, le pide un puesto de trabajo. Pereira lo coge a prueba, y le propone escribir unos necrológicas de personajes célebres todavía vivos, escritos anticipadamente de modo que puedan estar listos en caso de muerte del sujeto. Ignoro si este tipo de trabajo existe, pero desde luego que es una buena idea. Cito a Simone de Beauvior: “La muerte es una violencia indebida”. Lo imaginamos, sabemos que sucederá, pero no estamos preparados para el momento. Nunca.
Me llamaron la atención los encabezados de los periódicos a nivel mundial cubriendo la noticia. Los mejores, para mi gusto, fueron los españoles: “Termina la metáfora americana” (El País) y “A la música pop se le detiene el corazón” (La Razón). Dos líneas que condensan la vida artística y el legado histórico de MJ y demuestran la maestría de los periodistas. En Monterrey, en un despliegue de creatividad, en Gente! sólo pusieron “El rey ha muerto”. Una reportera de la sección de espectáculos de un canal local dijo, utilizando una frase hecha en el peor momento: “El rey ha muerto, viva el rey”. ¿A qué rey se refería? ¿Al de España? De momento, no existe otra figura masculina en el ámbito pop. Si acaso, Madonna.
Cuando algún vecino, amigo o familiar cercano muere, mi madre inevitablemente se sacude y se mueve de lugar. Se movió la fila, dice, mientras cambia su posición. Ella sostiene que estamos esperando turno mientras nos llaman a rendir cuentas. La semana pasada, con el fallecimiento de Michael Jackson, seguramente Madonna hizo lo mismo. Es la que sigue.
¿Qué diremos el día de su muerte? ¿Dónde estaré? ¿Qué sentiré? ¿Sólo diré “No puedo parar de llorar” cuando alguien me pregunte algo, así como ella ha dicho sobre la muerte de MJ? ¿Lloraré o sólo quedaré en silencio? ¿Qué dirán los encabezados de los periódicos? “Muere la reina del pop”, “Se va a su Isla Bonita”, “Madonna’s last jump”… Hay que prepararlos desde ahora para hacerle el honor que se merece. ¿Cómo serán sus funerales? ¿Cuál de todas sus canciones repetirán hasta el hartazgo? ¿Hollyday, Like a prayer, Incredible, Like a virgin, Live to tell, Vogue? La lista es interminable. No bastará un día para rendirle tributo en MTV. Seguro veré una vez más el Confessions, recordándola.
La partida de estos personajes nos duele, porque se llevan con ellos gran parte de nuestros recuerdos, de nuestra juventud, de nuestros significados. Crecen con nosotros y están ahí cuando estamos contentos, cuando nos enamoramos, la primera vez que fuimos a la discoteca, cuando lloramos, cuando bailamos con la persona que amamos. Nos duele, aunque sean lejanos, porque en nuestro mundo íntimo han sido confesores. Con sus canciones llenaron el vacío silente de la más exasperante de nuestras emociones. Soundtrack de nuestra historia.
Cuando la fila se mueva y ella ocupe su lugar donde le corresponde, quiero recordarla para siempre con esa sonrisa que aparece en el Confessions Tour cuando la esfera se abre y ella saluda al público. En la expresión de su rostro rezuma satisfacción por convertirse en lo que ella siempre soñó. Time goes by, so slowly, dearest Madonna. Michael Jackson ha muerto, la fila se movió y sigues tú.
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