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DE CAMAS Y COMIDAS
Ricardo Díaz Vázquez

Dedicado a Mi Viejo (Antonio Díaz Saucedo 1917- 2009, a un mes de su partida)

Primero lo primero, la comida
Las hay de todo tipo, las hemos catalogado según la hora: desayuno, almuerzo, comida, merienda, cena, colación, brunch; rápidas, de tres tiempos, frías, calientes, congeladas, enriquecidas, chatarra, bajas en calorías, altas en fibra, de negocios, orgánicas, de compromiso, de unión, familiares, de amigos, etcétera. Las catalogamos como ricas, sabrosas, deliciosas, insípidas, picantes, condimentadas, ríspidas, magnánimas, “Bocato di Cardenale”,  a deshoras, tente en pie, higiénicas, contaminadas, religiosas, paganas, afrodisíacas, corridas, regulares, combos, felices, apetitosas, suculentas, magras, de a tiro, comilonas, tragazones, frugales, infantiles, de pobre, fina; por nacionalidades: gringa, china, francesa, tailandesa, española, italiana, mexicana, texmex, argentina, árabe, japonesa, mediterránea, sólo por mencionar algunas. Las denominamos de mar, de tierra, económicas, caras, de lujo, fáciles, preparadas, de cuaresma, navideñas, de casa, industriales, en oferta, antojitos, postres, viandas, enlatadas, al vacío, listas para servirse, de ayer y de microondas.
Vámonos a las camas
Camas rancheras, lechos de rosas, cama arena, cunas, catres (con su rechinido característico), camas de piedra, planchas de cirujano, colchones de agua (XXX), camas inflables, de hotel, king size, queen, matrimoniales, individuales, petates, camas de motel, bolsas de dormir, literas, sofá cama, hamacas. Sobre de ellas, se puede dormir, holgazanear, leer, estudiar, amar, fornicar, autocomplacerse, soñar, sentarse, calcular, retozar, escribir, hablar por teléfono, usar computadora, ver la televisión, oír radio, meditar, comer, beber, fumar (con precaución), reponerse, curarse la cruda, dormir la mona, la siesta, un sueñito, echarse una pestañita.  Puede uno estar solo o acompañado, el límite es el tamaño de la cama, se puede incluso tener a las mascotas. Las hay con colchones, colchonetas, pelonas; pueden ser de metal, madera, plástico, una tabla con cuatro ladrillos, con base, cajones, pueden vestirse con sábanas, almohadas, almohadones, cojines. Hay camas rectangulares, redondas, en forma de auto, corazón, zapato. Ante la urgencia se pueden usar pelonas, las hay con postes, techos, mosquiteros; pueden estar limpias, sucias, arregladas, perfumadas, apestosas, piojosas. Hay ropa de cama según la etiqueta, hasta con zapatos se pueden usar.

Todas las comidas buscan satisfacer una necesidad; pero la más odiada, recordada por no satisfacer, y que menos se quiere probar, es la de hospital. Nunca había pensado tanto en camas hasta aquel día que pasé horas contemplando a mi anciano padre tendido sobre una que en definitiva es la menos envidada, más ingrata y poco cordial, aunque pueda subirse y bajarse, creo es la mas maldita y temida: la cama de hospital.

Hasta siempre Viejo.

diaz.vazquez@gmail.com

 

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