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1121 10 Agosto 2012

 

MUROS Y PUENTES
Del delirio al racismo
Raúl Caballero García

El odio y el temor como réplica

Dallas, Texas.- El nuevo ataque a una colectividad en USA esta vez fue en el interior de un templo sij —de religión india— al sur de Milwaukee, en Wisconsin el domingo.

Al templo, ubicado en el suburbio de Oak Creek, entró un skinhead llamado Wade Michael Page y mató a seis personas.

El atacante sería herido poco después al enfrentar a la policía y así se suicidó.

Pero la masacre anterior, perpetrada en Aurora, Colorado, hace apenas tres semanas (el 20 de julio) por un “científico” loco llamado James Holmes (estudiante de doctorado en neurociencias), si bien es un hecho que tiene la misma trágica consecuencia: el asesinato colectivo, la consumada el domingo anterior tiene ribetes más desoladores si se mira con la perspectiva de la lamentable situación que padece este país con estos lastres, pues el acto de Page se engendra en su enfermedad de odio.

Page posee la conciencia siniestra de matar por odio.

Y es que si la matanza de Colorado puede observarse bajo el prisma de las facilidades para comprar armas, obtenidas en este país por cualquiera, hasta por un tipo como Holmes que pudo hacerse de un variado e inusitado arsenal.

La inconsciencia o el sinsentido de Holmes se troca en la aversión de Page, la motivación de éste es el rechazo perverso hasta el límite de desear y propiciar el mal a otros.

Holmes en su delirio maquinó imitar a un criminal de historieta (El Joker) y armado hasta los dientes llegó a un cine donde se proyectaba la premier del filme The Dark Knight Rises, con el súper héroe Batman como enemigo precisamente del anti héroe al que patética y tristemente Holmes imitó (o imaginó encarnar) consiguiendo disparar a quienes estaban en la sala de cine, hiriendo a 52 y matando a 12.

Del delirio al racismo. De los signos de psicosis de Holmes (conducta que aún se investiga) a los sentimientos supremacistas de Page. Dos actos de barbarie y locura. Dos actitudes emblemáticas del culto a la muerte a través de la violencia: nuestro pan de cada día.

La agresión de Page ocurrió las 10:30 a.m. del domingo, para el medio día ya había recorrido el mundo y para la mañana del lunes ya se conocían todos los detalles, de los que se entresacan dos componentes principales de la tragedia: el odio y el temor como réplica.

Es otro crimen de odio que genera irremediablemente temor en potenciales víctimas. Un acto vandálico que acuña nuevos odios entre otros xenófobos que sin duda ven ya a Page como “modelo”: el estilo de estos “hooligans” estadounidenses es admirar al más innoble (desde nuestra óptica) o al más “ejemplar” por lograr ser más abyecto que los demás (desde la óptica de ellos); una vileza, en fin, que a la postre favorecerá nuevos crímenes y de nuevo generará más temor. Una espiral de pesadilla que no se combate ni se previene.

Cada acto de esta naturaleza desencadena más odio entre los innumerables miembros de los grupos y milicias de supremacistas blancos, en tanto que el temor igualmente se desata entre sus posibles víctimas, que en esta ocasión fueron los sijs, y los sobrevivientes lo siguen siendo.

De entre la abundante información que el tiroteo propició destacamos que en EU radica medio millón de sijs, que han sufrido múltiples ataques desde los atentados del 9/11 en Nueva York, dado que los confunden con musulmanes y que a este tipo de agresiones se les considera “terrorismo interno”.

El terrorista Page es un ex veterano de guerra, de 40 años, músico de bajo que pertenecía a dos grupos de skinheads que tocan heavy metal: La End Apathy y la Definite Hate, cuyo disco titulado Victoria violenta muestra un puño blanco golpeando a un negro en el rostro, o el titulado Bienvenido al sur, cuyo diseño muestra la bandera de los confederados de fondo y en el centro aparece una soga con dogal de verdugo colgando de un árbol, rememorando los crímenes de odio contra los negros que linchaban colgando de los árboles sureños.

Se informó de su pertenencia a los Hammerskins, una organización nacional de supremacistas: The Hammerskin Nation, integrada por hombres y mujeres que viven bajo costumbres o formas de comportamiento de los skinheads que enarbolan el “poder blanco”.

Page pues era un neonazi frustrado que fue líder de la banda racista End Apathy, como tal lo ha tenido identificado el Southern Poverty Law Center (SPLC) —especializado en crímenes raciales.

El SPLC investigaba a Page desde el año 2000, cuando intentó adquirir material de otro grupo supremacista, el Alianza Nacional. Fue expulsado del Ejército con deshonor después de servir entre 1992 y 1998. Durante ese período, además, fue degradado de sargento a especialista y separado de las actividades militares.

Su encono ha dejado además de terror, tres heridos de gravedad entre los sijs. Muchos miembros de esa comunidad afirman que la masacre afectó su sentido de seguridad.

El sijismo es la quinta religión más grande del mundo y cuenta con más de 25 millones de fieles. Los que radican en EU lo hacen desde hace más de un siglo.

Rajdeep Singh, director de la organización Derecho y Política de la Coalición Sij, con sede en Washington, DC, dijo al aire en el noticiero radial Democracy Now!: “Desafortunada e irónicamente, todavía tenemos que hacer frente a desafíos existenciales, como crímenes de odio y otras formas de discriminación”.

Son tragedias masivas que se asumen como tragedias nacionales, es un pequeño signo de esperanza que el gobernante no se voltee para otro lado. El presidente Barack Obama ordenó al siguente día (el lunes) que la bandera nacional ondee a media asta toda la semana, hasta el viernes, en honor a esas víctimas de Wisconsin.

Las banderas ondean a media asta en la Casa Blanca, en todos los edificios y terrenos públicos, estaciones navales, puestos militares y barcos del gobierno federal. Lo mismo en todas las embajadas de EU y consulados en el exterior. Obama también ordenó izar la bandera a media asta tras el tiroteo de Colorado. Sin embargo, es notorio que no hace o no puede hacer nada más ante la venta indiscriminada de armas.

Esta semana fueron los sijs, en la masacre anterior cayeron personas diversas que fueron atacadas al azar. Quienes murieron con las balas de Holmes son víctimas de una violencia absurda, la de un perturbado mental, acuñada en última instancia por el culto a las armas. Las víctimas sijs pertenecen a una minoría, a una comunidad “diferente” a los ojos de los supremacistas, la ira xenofóbica aparece cuando la tolerancia y la razón de la convivencia desparecen. Una y otra provocan terror y duelo. Nada nuevo en este país, donde estos acontecimientos se repiten... ¿desde hace cuántas generaciones?

Entonces, si las armas siguen siendo intocables y la genealogía del racismo trasciende los siglos, ¿habría que acostumbrarse a vivir con la bandera a media asta?

Escritor y periodista regiomontano; director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital.

 

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