El oficio de Juan Manuel Roca
Eligio Coronado
Monterrey.- El oficio literario nos permite saber cómo desarrollar un tema de tal forma que incluya todos los aspectos, destacando los más importantes, o aquellos que queremos realzar, y colocando el resto en un trasfondo que aporte equilibrio y veracidad al texto terminado, sea cual fuere el género al que pertenezca. Ese conocimiento suele aplicarse automáticamente cuando ya se domina el oficio.
Juan Manuel Roca (Medellín, Col., 1946) domina bien su oficio. Su expresión es rigurosa, ajustada, con un toque de sorpresa y montada sobre un tono cotidiano, alejado de lo pretencioso y rimbombante: “Ella es bruja. / (…) evita mis eternas acechanzas, / Mis trampas y señuelos, / Así, escurridiza y evasiva es la palabra” (p. 45).
Pero la poesía de Roca no es “escurridiza y evasiva”, sino bastante directa y clara, despojada de todos los sobrantes (palabras equivocadas, rodeos, adornos, titubeos, metáforas desafortunadas, hermetismos y ambigüedades) que podrían afectar su esencia.
Juan Manuel Roca reúne dos de sus treinta libros en uno solo: Ciudadano de la noche (1989). La farmacia del ángel (1995)* y, a pesar del salto generacional, el cual implica también un cambio en la percepción estética de la literatura, la novedad de su obra perdura: “No existe (…) / (…) el caballo como un viento encerrado en su / pelaje” (p. 7), “su sombrero (…) siempre estuvo alumbrado por / el rojo candil de su cabello” (p. 69), “Mujeres (…) de tanto desnudarse en la pasarela han / terminado por no tener piel” (p. 66).
Pulir en exceso los versos puede agrietarles la frescura, pero los de este autor conservan la naturalidad de lo que se escribe a la primera intención, justo como fueron generados: “Fabrico espejos: / Al horror agrego más horror, / Más belleza a la belleza” (p. 29), “Con los idiomas que no hablo / Babel crecería como nunca” (p. 52), “Como si alguien hubiera roto un collar de / falsas perlas, / A las puertas de la tarde se desata el granizo” (p. 26).
Sencillez y efectividad es una rara combinación cuando no se tiene oficio, aunque curiosamente es la etapa en que más se escribe. Pero sin oficio, por mucho que se intente, no se pueden lograr versos como éstos: “La luna agita el agua, / Acaso altere las mareas que habitan / La piel en fuga de los hombres, / De ahí que escuchemos el desbordar / Del cuerpo en luna llena” (p. 23).
* Juan Manuel Roca. Ciudadano de la noche (1989). La farmacia del ángel (1995). Monterrey, N.L.: Edit. UANL / Posdata Ediciones, 2011. 125 pp. (Colec. Versus).