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1144 12 Septiembre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Los consejos de Gurría
Francisco Gómez Maza

El tamaulipeco plantea a EPN lo que quiere la OCDE
Estrecha cooperación para “enderezar” la economía

Ciudad de México.- Los amarres de Peña Nieto llegaron ayer a las superestructuras que dan línea a los gobiernos de los países periféricos.

El presidente electo firmó con la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (la OCDE) una carta de intención para que su equipo económico sea asesorado por ese organismo mundial en la conformación de políticas públicas que le permitan abatir el desempleo y la desigualdad.

Este objetivo es el que se ha trazado el líder del gobierno que asumirá el poder el próximo primero de diciembre. Un ambicioso objetivo que ha sido planteado por todos los gobiernos desde hace muchos sexenios, pero que hasta ahora nadie ha conseguido y menos con los lineamientos de las leyes de la oferta y la demanda.

Ayer martes, nuevamente en un lujoso hotel de ciudad de México, ante un exclusivo y reducido grupo de personalidades del poder económico y político, y un montón de periodistas, se realizó la ceremonia de la firma del acuerdo, que suscribió al alimón con Peña Nieto el secretario ejecutivo de la OCDE, el mexicano José Ángel GurríaTreviño, quien habló o con la autoridad que le da ser mexicano, o como un futuro miembro del gabinete económico. Se ha rumoreado que el tamaulipeco podría ser designado por Peña Nieto como secretario de Hacienda y Crédito Público, que no lo haría mal dentro del esquema neoliberal de los gobiernos de México, a partir del presidente Miguel de La Madrid Hurtado. Tiene carrera en el sector hacendario y, sobre todo, en los procesos de negociación con las instituciones supranacionales y con el sistema bancario internacional. Y ya lleva seis años al frente de la OCDE, originalmente integrada por los países industrializados.

El dirigente del organismo de cooperación supranacional le entregó al presidente electo un primer estudio socioeconómico, elaborado por los economistas de la organización, que luego de un diagnóstico de la situación económica  social del país, plantea “mejores políticas para un desarrollo incluyente”.

Obviamente que el estudio de la OCDE destaca los logros del gobierno panista en el área de la macroeconomía: finanzas públicas sanas, inflación controlada, crecimiento que duplica el de la OCDE, un sistema bancario bien capitalizado, una red de acuerdos comerciales con 44 países y mejoras regulatorias que favorecen los negocios. Si no hay duda. El gobierno del empleo ha tenido enorme éxito en su política macro. En lo que ha fracasado es en lograr una economía justa, porque al entender del escribidor, economía que no sólo no crea empleos para los trabajadores, sino que destruye puestos de trabajo, es un fracaso, aunque los ganadores sean el gobierno y las clases dominantes.

Y en estos menesteres, Gurría Treviño tiene toda la experiencia del mundo para asesorar, ya sea desde la OCDE, o de manera personal, al nuevo gobierno de México. El secretario ejecutivo del organismo mundial tiene una extensa carrera en la administración pública, sobre todo en el sector financiero y hacendario; inclusive fue ya rector de la política hacendaria y crediticia, como secretario de Hacienda en el gobierno del priísta Ernesto Zedillo Ponce de León.

La OCDE -digamos Gurría- trabajará, como lo hace con todos sus países miembros, en asegurar para México el modelo de crecimiento económico de libre mercado, impuesto ad ovum por los economistas manchesterianos del Fondo Monetario Internacional pero, como lo aclara Peña Nieto, “con sentido social”, pues la prioridad que ha manifestado el nuevo mandatario es abatir la pobreza mediante la creación de empleos.

Pero volvamos a la ceremonia de ayer, celebrada en el hotel Camino Real de la colonia Anzures. Al momento de los discursos de rigor, ambos –Peña Nieto y Gurría Treviño– coincidieron en que ya se acabaron los pretextos para que “México” no acceda a un mayor y mejor crecimiento económico.

Ambos estuvieron de acuerdo también en que se acabó el tiempo para que la economía nacional logre privilegiar la productividad y la competitividad, para ser alguien en el concierto de las naciones.

Competitividad y productividad, dos palabrejas que este escribidor ha venido escuchando de boca de todos los políticos dedicados a manejar el sector económico, por lo menos desde hace unos 30 años, cuando México cayó en la primera y terrible crisis de pagos en 1981, cuando las arcas de la nación se quedaron vacías. Y vacías porque ni siquiera para los billetes de avión había para que los negociadores viajaran a Washington, Nueva York o Basilea.

Pero Peña Nieto retoma el viejo discurso. Más le vale que en los seis años que tiene de oportunidad logre aggiornarlo y sobre todo convertirlo en realidad. Y no se quede como Felipe Calderón, que de proponerse como el presidente del empleo, terminó en presidente de la sangre y de la muerte, dejando a media calle y en calzones a una legión de trabajadores sin empleo, y a otros muchos millones con salarios injustos y sumidos en la pobreza.

En fin, que ayer Peña Nieto cerró otro círculo. Sinceramente le deseamos que logre sus objetivos de poner las condiciones para que el éxito económico no sólo sea para los detentadores del capital, sino que los beneficios de la riqueza creada se redistribuyan entre todos. Hasta ahora, ningún gobierno, y menos los del PAN, lo han logrado, a pesar de las promesas y los compromisos. Peña Nieto se ha comprometido con muchas cosas. Existe la duda de que cumpla. La mula no era arisca… Pero mejor veremos y diremos.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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